La Vanguardia

El psicoanáli­sis según Binoche

A la actriz no le hace falta cantar para desnudar a la cantante Barbara. Su homenaje al mito de la chanson junto al pianista Alexandre Tharaud emociona en Peralada hasta la lágrima

- Maricel Chavarría Peralada

Anoche se pudo comprobar en Peralada la razón por la que los asombrosos ojos azules de Alexandre Tharaud se llenaron de agua cuando por primera vez escuchó los versos de su adorada Barbara en boca de Juliette Binoche. La protagonis­ta de Azul, convocada por el pianista para llevar adelante ese proyecto titulado Vaille que Vivre que ayer llegaba a Peralada recién estrenado en Aviñón, había cogido un libro con poemas de la mítica cantautora francesa para ver qué le inspiraban, y se había puesto a leer. De repente apareció ante los ojos de Tharaud como la catalizado­ra de esa Barbara que a él le apasiona. Como la única capaz de exponer a la que es un mito de la chanson en su desnudez

“¡Hop-là!”, exclamaba anoche Tharaud desde el piano, en el esceelectr­ónico. nario de Peralada, a modo de contrapunt­o en uno de los poemas que recitaba/cantaba Binoche.

“Hop-là!”, justo en el momento en que la actriz levantaba distraída la pierna a modo de cabaret, sentada en el borde del escenario.

Pero ese fue de los pocos momentos ligeros, divertidos, de una performanc­e que se adentró en lo más profundo del alma de Barbara desde el minuto cero, poniendo al público al borde de las lágrimas.

A partir de las canciones y las entrevista que dejó Barbara, Tharaud y Binoche se atreven a reconstrui­rla “no sin cierto pudor” y con su voz

cargada de emoción y matices, capaz hábilmente de transitar del texto hablado al cantado.

“À pas de loup, et dejà sans peur du loup, /À quinze ans, je trottinais” (A paso de lobo y ya sin miedo al lobo / A los 15 años yo trotaba). La protagonis­ta de películas como La insoportab­le levedad del ser, El paciente inglés, Chocolate o Herida evocaba a la niña que Barbara recordó ser. Una niña llena de vida que jugaba de una manera diferente a los demás niños. Una niña violada por su padre y que supo hablar de lo más crudo: del amor, de los hombres, de la niñez, de la muerte... pero con ligereza. Binoche se encargó de manera pulcra de que verdadera carga moral en la vivió la chansonier saliera a la luz. Todo el dolor.

Enfundada en un mono negro de perneras anchas y vaporosas mangas abombadas, y con los pies descalzos, Binoche jugó con los tres pianos que aparecían en escena: tumbada sobre el de cola, sentada en el de juguete o escuchando el Y Tharaud la secundó, hizo de personaje, de ese hombre al que Barbara se dirige en sus versos, y del rescatador que baja a la platea para arrancar a Juliette, enajenada, de los brazos del primer espectador masculino que le ha gustado.

El público que acudió anoche a Peralada disfrutó de una puesta en escena minimal: la iluminació­n de Éric Soyer fue todo el resto de escenograf­ía. Hasta 40 temas han selecciona­do Binoche y Tharaud para este montaje en homenaje a la autora del Águila negra, un tema que tampoco era un favorito de la autora, por lo que no está incluido en este recital. Sí están

Pierre, La solitude, Le mal de vivre Mes hommes.

o En el fondo se trata de un homenaje muy francés –subtitulad­o aquí en catalán y en castellano– del que anoche disfrutó especialme­nte el numeroso público galo que arrastra Peralada. Porque Barbara acabó convirtién­dose en símbolo nacional. Nacida Monique Serf (París, 1930) y desapareci­da hace dos décadas, la gran amiga de Jacques Brel fue una artista inevitable que construyó una manera muy propia de cantar la vida, sin miedo a las emociones, capaz de tocar los temas tabú, como las mujeres en prisión o el sida.

¿Que si canta Juliette? Claro que canta, susurra, evoca, y tiene dificultad­es para mantener alguna nota. Pero con la seriedad y capacidad de trabajo es capaz de hacerse suyo el nuevo registro. Por ser el pedazo de actriz que es y ha demostrado ser.

A su paso por el Empordà, y aconsejada por su amiga Isabel Coixet, visitó la casa de Gala en Púbol. Y al final del show, le esperaba la familia.Es cierto, se ha tirado la piscina. Pero como bien dice, si se estrella siempre podrá volver al cine. Donde por cierto le aguarda un año intenso: con Robert Pattinson, con Naomi Kawase, con Olivier Assayas, o con Patrice Leconte y Alain Delon.

“Hop-là!”, exclama levantando distraída la pierna a modo de cabaret, sentada en el borde del escenario Con un repertorio tan francés, quien más disfrutó fue el numeroso público galo que arrastra Peralada

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MIQUEL GONZALEZ. Binoche, recostada sobre el piano de Tharaud, anoche en Peralada
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