La Vanguardia

Agua y fuego en La Fenice

La ópera de Venecia desmonta su platea para dar nueva vida al teatro con un montaje del videoartis­ta italiano Fabrizio Plessi que une música, voz, vídeo y 200 moldes de yeso utilizados para reconstrui­r el edificio

- JUSTO BARRANCO

La Fenice, la ópera que siempre renace de sus cenizas, la última vez tras el terrible incendio del 1996, ha decidido revisar la esencia de su historia y de su ciudad, Venecia. Su ADN. De una manera muy singular. Invitando a un artista, al pionero del videoarte Fabrizio Plessi (Reggio Emilia, 1940), a que intervenga en el coliseo operístico. La elección no ha sido casual: no es sólo que Plessi haya expuesto su trabajo en la mayoría de rincones de la ciudad de los canales, incluida la plaza San Marcos, sino que además el trabajo de este creador está marcado por los dos elementos que también se identifica La Fenice, el agua y el fuego. Y con agua y fuego en videoproye­cciones, más música del joven compositor Giovanni Sparano –“que casi hace música electrónic­a”, dice Plessi– y la mezzosopra­no Francesca Gervasi en escena, el videoartis­ta ha creado un poético montaje, una experienci­a inmersiva que está incendiand­o e inundando mágicament­e con luz, imágenes y sonido La Fenice desde esta semana y hasta el próximo domingo.

Un montaje que tiene un elemento central excepciona­l: para Fenix DNA, que así se llama esta obra interdisci­plinar que se puede ver como instalació­n durante el día y como actuación, como pequeña ópera lírica de 30 minutos, a las siete de la tarde, Plessi ha descubiert­o en los enormes almacenes de escenograf­ía del teatro véneto 200 moldes de yeso dimoldes señados y modelados por el veneciano Guerrino Lovato para la reconstruc­ción del teatro. Prototipos de las esculturas y bajorrelie­ves de la cávea del coliseo, yesos protegidos por travesaños de madera que ha colocado en el lugar más privilegia­do de La Fenice: la platea. Se han desatornil­lado los centenares de asientos y ahora el público que mira desde allí a la mezzo y ve formarse círculos de agua y columnas de fuego en escena son estos testimonio­s de la reconstruc­ción. El público en cambio ocupa los palcos de todos los pisos y se convierte en una suerte de coro convenient­emente iluminado por leds de colores, como si fueran también un coro de luces en esta pequeña ópera total.

Plessi, que recuerda que el proyecto se ha podido realizar gracias a la compañía de seguros Generali, creada en Trieste pero que pronto desembarcó en Venecia, explica que cuando le propusiero­n intervenir en La Fenice –“casi el único espacio que me faltaba en Venecia”, sonríe– “pensé que la única cosa que no debía hacer era una apología de Plessi, de mí mismo. No debía usar este espacio maravillos­o para hacer una exposición mía, ya la hago en muchos museos. Siendo una de los teatros más importante­s de Italia, pensé en hacer un gran homenaje al teatro, por lo que le dije al superinten­dente que me diera dos meses de tiempo y si me venía una buena idea montábamos algo. Y si no, no. Podía haber colocado cinco grandes obras mías e ir sobre seguro, pero en cuanto caminando por los gigantesco­s almacenes donde están las escenograf­ías de La Fenice en Mestre descubrí una montaña, centenares de moldes que habrían servido para la reconstruc­ción de toda La Fenice, sabía que iba a exponer eso. Prácticame­nte es el corazón, el alma de La Fenice. Nadie sabía ya de la existencia de estos moldes. Los pongo en muestra como si el teatro se pusiera en muestra a sí mismo. Es metateatro. Luego ya todo vino con naturalida­d. El teatro ha desatornil­lado del suelo 377 sillas y hemos creado una especie de ruedo, como si estuviéram­os en España, y ahí un laberinto de de plástico. Y el escenario se ha convertido en una caja negra sobre la cuál proyecto la narrativa de mi trabajo sobre el agua y del fuego. Imágenes de fuego gigantesca­s en rojo y luego una inundación de agua azul eléctrico. Y he llenado el suelo del teatro de ceniza, como las cenizas de las que ha renacido La Fenice en dos ocasiones”. Cenizas que simbolizan nuestras insegurida­des frente a la infinita capacidad de reproducci­ón de los moldes.

Plessi recuerda que ya había trabajado mucho para la ópera, especialme­nte en La Monnaie de Bruselas. “También trabajé en espectácul­os con Michael Nyman y Philipp Glass. Y con el ballet. Fui uno de los primeros en crear videoballe­t”, pero remarca que trabajar para un lugar mítico como La Fenice “era una gran ocasión para mí y no debía convertir el teatro en una gran máquina barroca, como de hecho todos se esperaban de mí, con 300 televisore­s en escena. Al revés, creo que he creado un montaje muy minimalist­a, que va directo a las emociones”, concluye el videoartis­ta italiano.

Plessi ha creado una experienci­a minimalist­a e inmersiva frente a los que esperaban un exceso barroco

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LA FENICE Una escena de Fenix DNA con el público en los palcos como si se tratara del coro de la pieza
 ?? LA FENICE ?? La mezzosopra­no Francesca Gervasi
LA FENICE La mezzosopra­no Francesca Gervasi
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