La Vanguardia

Una vida genial

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Kiril Serébrenik­ov ha creado el ballet Nuréyev como una biografía de este glorioso bailarín universal. Cuando finalmente se ponga en escena, incluirá los pasajes que le convirtier­on en un inimitable bailarín y los que provocaron polémica. Un repaso a su biografía oficial indica que efectivame­nte había genio no únicamente a la hora de bailar. Esta señala que nació en 1938 “cerca de Irkutsk”. Y es que la vida empezó a ponerle dificultad­es desde el mismo momento de abrir los ojos. En realidad Nuréyev nació en un tren con dirección a Vladivosto­k y que por caprichos del destino en ese momento pasaba por la región del lago Baikal, en Siberia, entre las ciudades de Irkutsk y Sliudianka. Su familia, de origen tártaro, se encontraba en Moscú cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Ante el avance nazi, formaron parte de los evacuados y se les trasladó a la ciudad de Ufá, donde había nacido su padre. El pequeño Rudolf comenzó allí a dar sus primeros pasos de baile en un grupo folklórico infantil.

En 1955 ingresó en la Academia Vagánova de Ballet, en Leningrado. En esa época tuvo que sufrir las pullas de sus compañeros, que le considerab­an un “pueblerino”. Pero con los años su técnica se impuso, y tras graduarse fue aceptado en el ballet del Teatro Marinski (que se llamó Kírov hasta el fin de la URSS).

En 1961 su vida dio un vuelco completo. Durante una gira en París, el KGB le prohibió seguir con la compañía del teatro hasta Londres por haber “violado las reglas durante la estancia en el extranjero”. Rudolf Nuréyev decide, entonces, no volver a la URSS y quedarse en Occidente. Se había convertido en un traidor.

Fue el primer artista soviético que cruzaba al otro lado del telón de acero y se quedaba. Mientras las autoridade­s soviéticas le juzgaban y le condenaban en ausencia a siete años de cárcel, Francia le concedía estatus de refugiado político, regalando al mundo a uno de los mejores (sino el mejor) bailarines de la historia. Nuréyev era abiertamen­te homosexual. Tras dejar atrás la URSS conoció al bailarín danés Erik Brun, con quien mantuvo una relación hasta la muerte de éste, en 1986. Rudolf Nuréyev falleció en 1993, enfermo de sida.

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