La Vanguardia

“Esta vez no me sentía bien”

Mireia Belmonte acaba cuarta, a cinco segundos del podio, en los 800 m libre

- SERGIO HEREDIA Budapest Enviado especial

A mediodía, Fred Vergnoux escuchaba Le Talent, una breve reflexión de Jacques Brel.

Vergnoux es el técnico de Mireia Belmonte.

Dice Brel: “El talento por sí mismo no existe. El talento es tener la necesidad de hacer algo... Y opino que tener la necesidad de buscar un sueño, eso es talento”.

Horas antes, de buena mañana, Mireia Belmonte (26) tenía dudas. Otra vez, el dolor de garganta y de cabeza. El mareo. –Un catarro –contaba ayer Belmonte, en la zona mixta.

Tenía la cara congestion­ada por la presión de las gafas. El cuerpo dolorido. Van cinco pruebas ya aquí, en Budapest. Hoy cierra su actuación, ahora en los 400 m estilos: en una semana se habrá tragado seis disciplina­s. El resfriado. –A ver si me deja ya en paz. El catarro le complicó las cosas ayer, tal y como se las había complicado el jueves, el día de su triunfo en los 200 m mariposa. Esta vez no pudo sobreponer­se. Esta era otra distancia, los 800 m libre. Y entre las rivales se encontraba Katie Ledecky. La imposible. Cinco oros y una plata. Ese es su botín en Budapest.

Ayer estaba Ledecky y también Leah Smith, su compañera en el equipo estadounid­ense, que tras la imposible se iría para arañar el bronce. Y junto a ellas, Li, la china, que en ese escenario se manejó hacia la plata.

Y Belmonte, personaje quijotesco en el mundo de la natación en España –ocho nadadores en Budapest; apenas otra finalista, Jessica Vall–, quedó en el cuarto puesto, a cinco segundos del podio. Un cuarto es notable. Dice el entorno de Belmonte: –Sus éxitos están acostumbra­ndo muy mal a los aficionado­s a la natación. No le falta razón. Si Belmonte es cuarta en un Mundial, eso sabe a poco. O eso pueden opinar algunos.

Antes de esta carrera, Fred Vergnoux barajaba una tesis. Considerab­a que las estadounid­enses, que avanzaban por calles contiguas, iban a establecer una estrategia.

Que Ledecky, que iba por la cuatro, relativiza­ría su arreón inicial para echarle un cable a Smith, que iba por la cinco.

–¿Cree que hubo una estrategia? –se le preguntó a Belmonte, aún en la zona mixta.

–Pues no lo sé. Ahí dentro no se ven muchas cosas. Apenas puedes controlar algo de la carrera en los virajes. Cuando giraba, veía a Smith y a Li. Puede que hubiera algo de estrategia. Habíamos estudiado esa posibilida­d.

Fue saltar a la piscina y dispararse las alarmas. Estaba eléctrica la tarde. Katinka Hosszú había arrancado

ESTRATEGIA DE EQUIPO La actuación de Ledecky confirmó las reflexione­s del equipo de Belmonte: EE.UU. trabajó en equipo EL CATARRO “Volví a levantarme mal, con dolor de cabeza y de garganta”, dijo Belmonte; hoy disputa los 400 estilos

una plata en los 200 m espalda, enloquecie­ndo a los húngaros, que voceaban: –¡Katinka, Katinka! Caeleb Dressel se había reconverti­do en Phelps: tres oros en una hora y 38 minutos. Sarah Sjostrom batía el récord de los 50 libre.

Y Vergnoux, que había asistido impertérri­to a esos acontecimi­entos, sentado en la tribuna de entrenador­es, no había podido contenerse más.

Ahora estaba de pie, junto a Jimena Pérez, compañera de Belmonte, ambos gesticulan­do con los brazos. –¡Vamos, vamos! Pero en el agua, Belmonte se retrasaba.

Ya podía proclamars­e: entre las estadounid­enses había táctica de equipo. Ledecky esperaba a Smith, y con ellas se iba Li. A los 200 m, Belmonte se encontraba a cuatro segundos del podio. Y Vergnoux braceaba. Y esperaba su reacción. –Yo tampoco quería perder la esperanza –dijo Belmonte–. Pero no me sentía bien. Se me había ido muy rápido la carrera. Y siguió luchando. –Al menos, quería ser cuarta –se despidió.

“Eso es talento”, diría Brel.

 ?? ALBERTO ESTÉVEZ / EFE ?? Mireia Belmonte, en un momento de la carrera de 800 m libre, ayer en el Duna Arena de Budapest
ALBERTO ESTÉVEZ / EFE Mireia Belmonte, en un momento de la carrera de 800 m libre, ayer en el Duna Arena de Budapest
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