“Esta vez no me sentía bien”
Mireia Belmonte acaba cuarta, a cinco segundos del podio, en los 800 m libre
A mediodía, Fred Vergnoux escuchaba Le Talent, una breve reflexión de Jacques Brel.
Vergnoux es el técnico de Mireia Belmonte.
Dice Brel: “El talento por sí mismo no existe. El talento es tener la necesidad de hacer algo... Y opino que tener la necesidad de buscar un sueño, eso es talento”.
Horas antes, de buena mañana, Mireia Belmonte (26) tenía dudas. Otra vez, el dolor de garganta y de cabeza. El mareo. –Un catarro –contaba ayer Belmonte, en la zona mixta.
Tenía la cara congestionada por la presión de las gafas. El cuerpo dolorido. Van cinco pruebas ya aquí, en Budapest. Hoy cierra su actuación, ahora en los 400 m estilos: en una semana se habrá tragado seis disciplinas. El resfriado. –A ver si me deja ya en paz. El catarro le complicó las cosas ayer, tal y como se las había complicado el jueves, el día de su triunfo en los 200 m mariposa. Esta vez no pudo sobreponerse. Esta era otra distancia, los 800 m libre. Y entre las rivales se encontraba Katie Ledecky. La imposible. Cinco oros y una plata. Ese es su botín en Budapest.
Ayer estaba Ledecky y también Leah Smith, su compañera en el equipo estadounidense, que tras la imposible se iría para arañar el bronce. Y junto a ellas, Li, la china, que en ese escenario se manejó hacia la plata.
Y Belmonte, personaje quijotesco en el mundo de la natación en España –ocho nadadores en Budapest; apenas otra finalista, Jessica Vall–, quedó en el cuarto puesto, a cinco segundos del podio. Un cuarto es notable. Dice el entorno de Belmonte: –Sus éxitos están acostumbrando muy mal a los aficionados a la natación. No le falta razón. Si Belmonte es cuarta en un Mundial, eso sabe a poco. O eso pueden opinar algunos.
Antes de esta carrera, Fred Vergnoux barajaba una tesis. Consideraba que las estadounidenses, que avanzaban por calles contiguas, iban a establecer una estrategia.
Que Ledecky, que iba por la cuatro, relativizaría su arreón inicial para echarle un cable a Smith, que iba por la cinco.
–¿Cree que hubo una estrategia? –se le preguntó a Belmonte, aún en la zona mixta.
–Pues no lo sé. Ahí dentro no se ven muchas cosas. Apenas puedes controlar algo de la carrera en los virajes. Cuando giraba, veía a Smith y a Li. Puede que hubiera algo de estrategia. Habíamos estudiado esa posibilidad.
Fue saltar a la piscina y dispararse las alarmas. Estaba eléctrica la tarde. Katinka Hosszú había arrancado
ESTRATEGIA DE EQUIPO La actuación de Ledecky confirmó las reflexiones del equipo de Belmonte: EE.UU. trabajó en equipo EL CATARRO “Volví a levantarme mal, con dolor de cabeza y de garganta”, dijo Belmonte; hoy disputa los 400 estilos
una plata en los 200 m espalda, enloqueciendo a los húngaros, que voceaban: –¡Katinka, Katinka! Caeleb Dressel se había reconvertido en Phelps: tres oros en una hora y 38 minutos. Sarah Sjostrom batía el récord de los 50 libre.
Y Vergnoux, que había asistido impertérrito a esos acontecimientos, sentado en la tribuna de entrenadores, no había podido contenerse más.
Ahora estaba de pie, junto a Jimena Pérez, compañera de Belmonte, ambos gesticulando con los brazos. –¡Vamos, vamos! Pero en el agua, Belmonte se retrasaba.
Ya podía proclamarse: entre las estadounidenses había táctica de equipo. Ledecky esperaba a Smith, y con ellas se iba Li. A los 200 m, Belmonte se encontraba a cuatro segundos del podio. Y Vergnoux braceaba. Y esperaba su reacción. –Yo tampoco quería perder la esperanza –dijo Belmonte–. Pero no me sentía bien. Se me había ido muy rápido la carrera. Y siguió luchando. –Al menos, quería ser cuarta –se despidió.
“Eso es talento”, diría Brel.