La Vanguardia

Messi gana por aclamación

El partido de Miami hermana a hinchas globales de los dos equipos

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Entre un mar de camisetas de Messy y Neymar, con las de Ronaldo dando réplica –“le ha cogido miedo y no juega”, se burla un culé de su colega merengue ante la ausencia del galáctico–, Bobby sale del aparcamien­to del Hard Rock Stadium de Miami con una camiseta azul.

Hay más que coches en el parking. Aquí se ha montado lo que en el fútbol americano se denomina tailgate .Oloqueeslo mismo, barbacoas en las que se reúnen los hinchas del equipo local antes del pitido inicial.

En esta ocasión, lo impensable, comparten mesa culés y madridista­s. “Nadie dice que debamos ser enemigos”, afirma Rene, que viste de Cristiano y le rodean dos Messi. “Cuando vives en este país aprendes a respetar todas las creencias o religiones”, tercia Alberto, de origen salvadoreñ­o y blaugrana. “A veces no lo soporto”, bromea su amiga, Mary, de blanco.

Bobby sigue su camino. “Llevo el jersey de Estados Unidos”, aclara. “Me apasiona el soccer y este es el mayor espectácul­o que se puede ver en el mundo”.

Así lo explica este vecino de Orlando, de 33 años, mientras se dirige a su localidad. Le cuesta confesar su amor en este ambiente donde blancos y azulgranas se mezclan de buen rollo, lo impensable en su hábitat natural. (Esto no quita que se escuche alguna cosa improceden­te).

Por fin se arranca. Cuenta que vio la luz hace tres años por televisión. “Fue precisamen­te en un clásico, en Madrid, y Messi marcó dos goles. Ese día me hice del Barça, aunque también admiro a Ronaldo”, subraya. Bobby sabe que tal vez asiste a un partido histórico, tal vez la despedida de Neymar.

A su lado pasa un aficionado que luce camiseta a medias: mitad del Barça y la otra del Madrid. Esto es América.

El estadio se va llenando. En la pantalla ponen imágenes del autobús merengue acercándos­e. Gran ovación. Luego el del Barça, otra enorme ovación.

“Estamos a la espera del clásico”, vocea un radiofonis­ta sudamerica­no. Este calificati­vo se ha convertido en marca universal. Dicen que Josep Maria Bartomeu se sorprendió porque el presidente Barack Obama utilizó ese término con desparpajo.

Se exhiben las pancartas de cada equipo, escritas en inglés. “Confiamos en nuestro estilo”, señala la de Barça. “Vamos Madrid”, proclama la otra: no se han roto mucho los cascos.

Salen a calentar los blancos, gran aplauso. “Se demoran los azulgrana”, insiste el radiofonis­ta. Casi diez minutos después, aparecen los rivales. “El estadio se vuelve loco. Gritos de Messi”, retransmit­e el locutor.

Si emergieron tarde, los coloreados se retiran antes.

El himno estadounid­ense lo canta Prince Royce, del Bronx y raíces dominicana­s, otro ejemplo de la diversidad de este choque. A la vista de la puesta en escena, un reportero señala: “Parece la final de Champions que nunca han disputado”.

El Barça arranca como un tiro. Dos goles en seis minutos, “Olé, Ole”. El Madrid empata a los 37 y los “olé” son para ellos.

Al descanso, y a lo Super Bowl, show de Marc Anthony. Pese a su posado, y sea cual ese el resultado, una cosa es cierta, gana Messi por unanimidad.

Bobby, aficionado que viste la camiseta de EE.UU., sabe que tal vez vea la despedida de Neymar

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HECTOR RETAMAL / AFP Participat­ivo. Lionel Messi trata de superar la oposición de tres jugadores del Real Madrid: Casemiro, Kovacic y Benzema. El argentino se mostró muy activo durante la hora que estuvo en el césped
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FRANCESC PEIRÓN Miami Correspons­al

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