Érase una vez en América
En los carteles del clásico de las Américas se anunciaba la presencia del tridente blaugrana. Salvo giro copernicano de los acontecimientos, algo que no se preveía a la hora de escribir estas líneas, puede haber sido su última función tras tres temporadas y 363 goles juntos. Comenzaron en un Real Madrid-Barça en el Bernabeu y el curioso amistoso de esta madrugada entre los dos gigantes de la Liga tiene números de entrar en los anales de esta delantera mayúscula como su despedida.
Se buscaron como siempre. Levantaron la cabeza y activaron el radar para encontrarse, como tantas veces, aunque a Neymar se le vio también pendiente (qué cansino) de sus numeritos publicitarios que le llevaron a fingir, o así lo apareció, un dolor en la primera acción del partido para que el tiro de cámara captara sus nuevas botas. Es lo que tiene un jugador que gana más dinero con el marketing que en el terreno de juego, al menos hasta que firme un nuevo contrato.
En el capítulo de ayer del culebrón Neymar tocaba partido. En el de hoy, en el de mañana o en el de pasado va siendo hora que se produzca el final oficial de esta guasa que ha traído de cráneo al Barça y sus aficionados desde hace dos semanas. Unos días en que la imagen del brasileño se ha hecho jirones a ojos de una parte importante de la parroquia blaugrana, que ha venido asistiendo entre la estupefacción y la indignación a las informaciones que iban acercando más a Neymar al PSG sin que el futbolista hiciera nada para desmentir cada paso hasta este desenlace.
En un amistoso lo de menos suele ser el resultado aunque a todo el mundo le gusta vencer en un clásico. Los dos equipos se embolsaron 6 millones por barba y el organizador hizo una caja importante. Objetivo cumplido. Aunque de hacer caja los que más entienden son los Neymar. Que se lo pregunten a o pai.