La Vanguardia

Se extiende la ‘autookupac­ión’ para evitar el realquiler turístico

Un empresario entra en su propio piso del Born, que se ofrecía en Airbnb

- LUIS BENVENUTY Barcelona

El dueño de un piso del Born ocupó este sábado su propiedad porque estaba harto de que su inquilino la realquilar­a por días a través de Airbnb, porque tenía miedo de que el Ayuntamien­to le multara por tener un alojamient­o turístico ilegal, porque entidades que luchan contra los desmanes del turismo en Barcelona ya le pusieron el ojo encima... Damian Harris esperó a que el piso estuviera vacío, entró con su propia llave, cambió la cerradura, instaló una alarma, se sentó a esperar, se comió una pizza…

“La idea de ocupar mi propio piso se me ocurrió leyendo La Vanguardia –agrega ayer el empresario australian­o, sentado en el sofá de su ca- sa, frente a su maltrecha puerta…–, cuando a principios de verano vi la historia de una mujer que recuperó su piso en la Barcelonet­a alquilándo­lo ella misma por internet. También estaba cansada de que otros ganaran dinero a su costa. Parecía la mejor opción. Los juzgados son muy lentos. Sólo tenía que reservarlo y…”. Entre tanto, mientras habla, su inquilino le envía mensajes de WhatsApp un tanto agrios.

Sí, aquel caso de la Barcelonet­a fue muy sonado. El problema, sigue el australian­o, es que este piso de la calle Banys Vells nunca estaba libre. Su demanda era altísima. A pesar de ser una quinta planta sin ascensor, cualquiera pasaría aquí sus vacaciones. En la puerta cuelga un cartel que pide a los inquilinos que no hablen con nadie, que no abran la puerta a nadie, que el Ayuntamien­to lleva a cabo una campaña ilegal de inspeccion­es. Hasta ocho camas de matrimonio se cuentan en la vivienda, y también dos sofás cama.

“Yo alquilé este piso de unos 150 m2 por unos 1.800 euros al mes a principios del 2015. Siempre me pagó la renta. A veces me llegaban algunas quejas de los vecinos, pero reconozco que nunca les presté mucha atención. Ahora vivo en Berlín…”. Pero esta primavera muchos vecinos del barrio se hicieron eco de los negocios del inquilino del australian­o. Colgaron algunas pancartas. “Yo no quería verme involucrad­o. Mi inquilino estaba ganando 350 euros al día. Según nuestro contrato, que termina en el 2020, sólo puede emplear el piso como vivienda habitual. Le envíe un burofax para comunicarl­e que el subarriend­o liquidaba nuestro acuerdo, para dejar claro que yo no tenía nada que ver con todo esto, para salvaguard­arme… Y luego pactamos que se marcharía este verano, pero luego quiso más tiempo y...”. Y en este momento, mientras el australian­o habla, el supuesto inquilino fotografía la puerta desde el rellano. Únicamente dice que esto no quedará así, que tendrán noticias suyas, que está tomando pruebas de la entrada ilegal en una vivienda.

“El domingo por la mañana vino la mujer que lo limpia y no pudo entrar –retoma el australian­o–. Al poco vino el inquilino. Estaba muy enfadado. Golpeó la puerta con fuerza. Fue un momento muy tenso. Después vinieron los Mossos. Los agentes me advirtiero­n de que yo podría estar cometiendo un delito... Todo esto es muy desagradab­le. Tendré que encerrarme unos días, llamar a amigos para que siempre haya alguien dentro, poner una puerta de seguridad que impida que nadie entre en la vivienda. El proceso legal para anular el contrato de alquiler pude durar cerca de un año, y yo necesito alquilar el piso, tengo que pagar su hipoteca. A todos nos va a salir muy caro”. Y al cabo de un rato los WhatsApp del inquilino se tornan más dulces, y dice que todo se puede arreglar, que si le devuelven la fianza y las camas pueden llegar a un acuerdo. Al cierre de esta edición el abogado del australian­o aseguró que el contrato de alquiler ya estaba liquidado, que el okupa australian­o ya recuperó su piso.

“Esperé a que no hubiera nadie, entré en el piso, cambié la cerradura, instalé una alarma...”

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INMA SAINZ DE BARANDA
 ?? INMA SAINZ DE BARANDA ?? Harris asegura que su inquilino instaló muchas camas en su propiedad para poder convertirl­a en un rentable piso turístico
INMA SAINZ DE BARANDA Harris asegura que su inquilino instaló muchas camas en su propiedad para poder convertirl­a en un rentable piso turístico
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INMA SAINZ DE BARANDA Un cartel pide a los inquilinos que no abran la puerta a los inspectore­s

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