Hechos (poco) aislados
Lo que menos se espera de una ciudad del mundo occidental, y menos aún de una metrópoli mediterránea como Barcelona, que ha visto pasar una civilización tras otra a lo largo de la historia, es que un autobús turístico sea asaltado a punta de navaja por unos encapuchados que amenazan al conductor, pinchan las ruedas, lo llenan de pintadas y atemorizan a los pasajeros. Un suceso casi tan desconcertante como que el concejal de Empleo y Turismo, Agustí Colom, lo considere un hecho aislado y, equivocadamente, afirme que detrás de esta acción (que se niega a calificar de turismofóbica a pesar de las evidencias) no hay ningún grupo organizado. Erróneamente, porque Arran, la filial juvenil del CUP, reivindicó ayer la acción y esa necia pintada que decía “El turisme mata els barris”.
¿Hecho aislado? En las últimas semanas se han registrado ataques a hoteles y autobuses turísticos. Los hechos aislados dejan de serlo cuando van acompañados de otros de signo parecido. La historia del mundo está repleta de hechos aislados que produjeron grandes catástrofes por mirar a otro lado. La sensación de que todo vale nos arrastrará por la pendiente. Unos callan porque necesitan los escaños cuperos para el
procés, otros los minimizan porque requieren sus votos en el Consistorio. La clase política silba, resta importancia a lo sucedido y no le interesa buscar culpables. Y así las sociedades entran en una degradación moral y política que sólo augura tiempos espesos.
Uno de cada cinco habitantes del planeta hará un viaje de turismo este año, que estadísticamente es como decir que todas las familias que lo habitan serán turistas por unos días. E incluso es posible que alguno de los descerebrados del ataque al bus turístico esté ahora paseando por una ciudad que no es la suya. “Toda forma de desprecio, si interviene en política, prepara el fascismo”, alertó Albert Camus de manera premonitoria.