La Vanguardia

Las sanciones de EE.UU. a Moscú afectan al gas ruso que espera la UE

- DANI ROVIROSA

Las nuevas sanciones que la Cámara de Representa­ntes de Estados Unidos quiere imponer a Rusia por su alegada interferen­cia en las pasadas elecciones estadounid­enses pueden distanciar aún más a Washington y la UE. Bruselas está preocupada por el daño que pueden causar a la independen­cia energética de algunos estados miembros y en cuanto se aprueben está preparada para tomar represalia­s “en cuestión de días” contra su principal aliado, ha advertido el presidente de la Comisión, JeanClaude Juncker.

Las sanciones estadounid­enses van dirigidas, principalm­ente, contra los sectores energético y financiero rusos, pero también prevén castigar a cualquier empresa extranjera que colabore con Moscú en desarrolla­r, mantener o modernizar sus gasoductos. Incluidas las europeas. Y las alemanas son las que más tienen que perder.

Berlín está impulsando el Nord Stream 2, un gasoducto para transporta­r gas natural desde Rusia hasta Alemania a través del mar Báltico, evitando países como Polonia o Ucrania. Es propiedad de la compañía rusa Gazprom pero está financiada por compañías alemanas. Su trazado es paralelo al del Nord Stream 1, ya terminado.

Esta duplicidad aumenta la dependenci­a energética que Europa tiene de Moscú y por eso los países del Este ven con recelo este nuevo proyecto y acusan a Alemania de velar únicamente por sus intereses. La Comisión Europea, de hecho, quiere terminar el South Stream –desde Turkmenist­án hasta el mar Adriático–, porque permitirá diversific­ar los proveedore­s de gas natural, un objetivo prioritari­o desde que Rusia cortase el suministro en el 2006 y el 2009 y que ha cobrado más importanci­a desde la guerra de Ucrania.

Pero el South Stream también podría verse afectado por las sanciones de EE.UU., ya que está financiado por empresas rusas.

Berlín acusa a Washington de querer perjudicar al mercado energético europeo para poder aumentar sus ventas de gas natural licuado a la UE. Juncker ha criticado que el lema de América primero “no puede suponer que los intereses de Europa queden en segundo lugar”.

Donald Trump anunció el viernes que aprobará las sanciones que le propone el Congreso a pesar de que su intención era justamente la opuesta. Quería levantar las que Obama impuso a Rusia en el 2014 por la anexión de Crimea.

El alto grado de entendimie­nto entre el Partido Demócrata y el Republican­o en este asunto no le ha dejado otra opción, porque lo contrario hubiera aumentado las sospechas de sus contactos con Moscú en el transcurso de la campaña electoral.

Hasta ahora, EE.UU. y la UE se habían coordinado para castigar la actuación de Rusia en la guerra de Ucrania. De hecho, en la pasada cumbre del G-7 en Italia –a la que asistió Trump– se destacó la importanci­a de la unidad de la comunidad internacio­nal en este ámbito como la mejor forma para conseguir que se apliquen los acuerdos de Minsk, que tanto los separatist­as pro rusos de las regiones de Donetsk y Lugansk como Kíev y Moscú están incumplien­do. Pero el paso que va a dar ahora Washington supone un punto de inflexión y tendrá consecuenc­ias para los intereses energético­s europeos.

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