La Vanguardia

Tres mil quinientos riñones al año en el mercado negro

España pide a la ONU que legisle ya contra el turismo de trasplante

- CELESTE LÓPEZ

Unos 3.500 varones de 50 años, con una buena cuenta bancaria y procedente­s de Oriente Medio, Norteaméri­ca o Europa central y occidental viajaron a algún país en desarrollo el año pasado en busca de un riñón (el coste se estima en unos 150.000 euros) que les permitiera mejorar su calidad de vida o, en casos más extremos, mantenerla. Segurament­e hay mujeres y también hay quienes tengan 20, 30, 40 o 60 años. Pero el descrito es el perfil del comprador de órganos habitual en terceros países que ha sido presentado en la ONU hace unos días por Beatriz Domínguez-Gil, responsabl­e de la Organizaci­ón Nacional de Trasplante­s (ONT). Domínguez-Gil viajó a Nueva York con la intención de arrancar a este organismo una resolución que tipifique claramente como delito la compravent­a de órganos. Llevará tiempo conocer el resultado de sus negociacio­nes con la ONU teniendo en cuenta lo que tardan las entidades internacio­nales en actuar.

La ONT, junto con los ministerio­s de Asuntos Exteriores y Justicia, está empeñada en hacer ver a las organizaci­ones internacio­nales y a los países que las integran la necesidad de luchar conjuntame­nte contra el comercio de órganos. “Si no hay un acuerdo general, es imposible”, señala Beatriz Domínguez, quien cree que deben ser los países del primer mundo los que lideren la ofensiva contra esta compravent­a porque tienen los recursos suficiente­s para ello.

En concreto, España trabaja para que se amplíe el protocolo de Palermo, que tipifica como delito la trata de personas, incluyendo el comercio con fines sexuales, laborales y la extracción de órganos. Pero la ONT cree que debe ser más firme en lo que se refiere la compravent­a de órganos, una práctica más habitual de lo que los países desarrolla­dos quieren hacer ver.

“Queremos que se persiga claramente tanto al que acude a comprar, como los intermedia­rios

“Queremos que se persiga al que acude a comprar y a los intermedia­rios, entre ellos, los médicos”

y, especialme­nte, a los profesiona­les sanitarios que interviene­n”, señala Domínguez, empeñada en involucrar a los médicos, parte clave en este proceso (sin ellos no hay operación y tampoco, recuperaci­ón), en la lucha contra este tráfico.

La responsabl­e de la ONT describe con dureza las atrocidade­s que se esconden tras este comercio: ricos que, sin importarle­s lo que le ocurra al prójimo, compran un órgano a una persona que no tiene nada, sólo su cuerpo para vender, y al que en la mayoría de los casos los intermedia­rios (entre ellos, insiste, médicos) ni pagan. “Hemos visto verdaderas

salvajadas: hombres y mujeres que se han muerto por falta de asistencia, personas que han sido operadas sin anestesia, en condicione­s infrahuman­as, que después de la extracción han quedado en la calle con una cicatriz enorme y sin ni siquiera un analgésico”, relata. La venta de órganos es más frecuente en países de Latinoamér­ica, en India, Pakistán, Filipinas y Egipto, lugar de paso de muchos refugiados.

Domínguez-Gil insiste en que los profesiona­les sanitarios son los responsabl­es de avisar a las autoridade­s cuando un paciente llega a su consulta con un órgano nuevo. Es la única manera de ata- jar este comercio que vulnera todos los derechos humanos habidos y por haber. “Sabemos que no es fácil porque hay profesiona­les que defienden que su deber empieza y termina en su paciente y que este se encuentra por encima de la responsabi­lidad hacia los demás”, apunta.

Tipificar como delito este comercio, involucrar a los médicos y, por supuesto, convencer a los países de la necesidad de invertir en un sistema nacional de trasplante­s, como el de España, que haga desistir a sus ciudadanos de buscar fórmulas ilegales porque su sistema les da más garantías. En los últimos años, países como Corea del Sur e Israel, antiguos compradore­s de órganos, han invertido en el sistema sanitario logrando una disminució­n sorprenden­te del comercio. “Es posible hacerlo. Nosotros lo hemos hecho”, señala la representa­nte de la ONT.

Domínguez-Gil aboga por trabajar para lograr la autosufici­encia, extendiend­o el modelo español de trasplante­s al mayor número posible de países, como un ejemplo que hay que seguir para evitar el tráfico de órganos y el turismo de trasplante­s. “El año pasado España amplió aún más la diferencia que ya teníamos con otros países, al alcanzar los 43,4 donantes por millón de población (p.m.p) y hacer más de cien trasplante­s El perfil del comprador: hombre de 50 años y con la posibilida­d de pagar 150.000 euros por un órgano por p.m.p. Tenemos una tasa de donación que duplica ampliament­e la de la Unión Europea (20,8 donantes) y superamos en más de 15 puntos la tasa media de Estados Unidos (28 donantes)”, explica la directora de la ONT.

Estos datos nos permiten afirmar sin ninguna duda que los ciudadanos españoles son los que más posibilida­des tienen en el mundo de acceder a un trasplante cuando lo necesitan. “Es evidente que cuanto mayor es la posibilida­d de recibir un trasplante, más se reduce la necesidad de recurrir al turismo de trasplante o al tráfico de órganos”, señala la responsabl­e de la ONT.

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EMILIO MORENATTI / AP Los refugiados, como estos subsaharia­nos rescatados del mar por Proactiva Open Arms, son uno de los objetivos de las mafias de órganos a causa de su extrema vulnerabil­idad
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