Caeleb Dressel, icono inesperado
Un dato: un día antes de que arranquen las pruebas de natación, la delegación estadounidense acostumbra a ofrecer una rueda de prensa multitudinaria. Convoca a sus nadadores más relevantes y los sitúa en la gran escena internacional. En Budapest aparecieron Katie Ledecky, Chase Kalisz, Lilly King o Matt Grevers. Muy pocos repararon en un detalle: ¿dónde estaba Caeleb Dressel? Error de protocolo: en el Duna Arena, Dressel (20) ha logrado dos proezas únicas, algo que nadie había logrado. Ni siquiera Michael Phelps. El sábado recogía tres oros en apenas hora y media. Y ayer lograba uno más, cerrando una serie de siete títulos. Lo nunca visto en unos Campeonatos del Mundo. Su intervención acaparó buena parte del interés internacional y atemperó los ánimos de la Federación Internacional de Natación, la FINA, que llevaba un año deprimida. El pasado agosto, en Río, se retiraba Phelps. Dressel condensa algunos de los elementos que tanto excitan a los mitómanos. Se postra junto a la plataforma, rezando unos versos antes de lanzarse a la piscina. Luce un águila tatuada en el hombro izquierdo. Recita los versos de Isaías. Superó problemas respiratorios, una disfunción que le había dejado al borde de la retirada. Hace dos años, había abandonado la natación por cinco meses. Ahora es el mejor velocista del mundo, alguien a la altura de leyendas como Popov o Van den Hoogenband: el nuevo icono de la natación estadounidense, bendecida en el ámbito masculino y en el femenino. Entre las mujeres ha brillado Katie Ledecky (20), un portento en el estilo libre que ha recogido cinco oros y una plata, un contratiempo, la plata, que algunos atribuyen a un despiste. Ocurrió en los 200 m, en un final intenso en el que se vio superada por la italiana Federica Pellegrini. “¿Esta derrota le lleva a plantearse algo?”, se le preguntaba en la zona mixta. “Todo sigue igual”, contestó Ledecky, que nunca había perdido una final de un Mundial (y ha ganado catorce) y que domina casi todo el arco del crawl, con la salvedad de las velocidades más intensas: los 50 y los 100 m. Entre bastidores se vivió una intensa serie de duelos en la braza. Lilly King y Yulia Efimova, íntimas enemigas, se repartieron la disciplina: quedaron 2-1 para la estadounidense. King ganó los 50 y los 100 braza, las distancias menores, en ambos casos con récord del mundo. Efimova se quedó los 200.