La Vanguardia

Barcelona 2040

- Josep Maria Ganyet

Los Juegos Olímpicos de Barcelona fueron memorables por muchos motivos, también por ser los últimos antes de la llegada de la web. A la generación de los que Cobi les suena a nombre de app de contactos les parecerá extraño que una tecnología que siempre ha existido no estuviera también entonces. En Barcelona’92 no se pudieron comprar entradas en la web, no se pudieron leer tuits de los deportista­s mientras desfilaban, no se vieron Instagram de los saltos de trampolín con la ciudad de fondo, no se pudieron ver los resúmenes por YouTube , no se vieron Facebook Live de las fiestas en la Vila Olímpica y no vimos memes con la foto de la infanta.

El gran hito digital de Barcelona’92 fue el sistema de comentaris­tas de radio y televisión que desarrolló IBM. Por primera vez en la historia del deporte un sistema informátic­o proporcion­aba los resultados de las diferentes sedes en un tiempo máximo de un segundo, una eternidad para los estándares actuales. Atlanta’96 fueron los primeros juegos de la web, Londres 2012 los primeros juegos de los medios sociales –Tim Berners-Lee, el creador de la web participó en la ceremonia de inauguraci­ón haciendo un tuit en directo–, y Río 2016 los del vídeo en directo de Facebook Live, Snapchat y Periscope, y los de la prohibició­n del COI de hacerlo. Y dentro de 25 años, ¿cómo serán los juegos? ¿Qué etiqueta digital llevarán los del 2040?

Con toda seguridad cuando lleguemos al 2040 la palabra digital habrá dejado de tener el sentido y función actuales de adjetivo calificati­vo –de tecnología, cultura o nativo– y hará la función de adverbio de tiempo; servirá para designar el periodo que nos ha tocado vivir que va más o menos de Barcelona’92 a Tokyo 2020. Aunque la historia no es el mejor método para predecir el futuro, me atrevo a decir que si en 1.200 años las disciplina­s olímpicas no han cambiado en esencia (el juego de la soga fue olímpico de 1900 a 1920) tampoco lo habrán hecho para el 2040. Pero que las disciplina­s no cambien no quiere decir que nosotros –espectador­es y atletas– no lo hagamos. Un escenario donde lo digital sea una dimensión más de lo físico, o al revés, nos llevará a unos juegos donde bits y átomos compitan unos contra otros individual­mente, en equipos, por categorías o mezclados. Suena a ciencia ficción pero esto ya ha pasado: el Deep Blue de IBM derrotó a Kasparov en 1997 y este año los e-sports llenan estadios de espectador­es que ven avatares competir en un negocio global de 1.000 millones de euros. En el 2040 sólo faltarán 10 años para que el equipo de expertos en robótica de RoboCup se enfrente a la selección ganadora del mundial de fútbol; aseguran que en el 2050 los robots ganarán a los campeones del mundo. Citius, altius, fortius, digitalius.

En el 2040, digital habrá dejado de ser un adjetivo y hará la función de adverbio de tiempo

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