La Vanguardia

“La bondad es la base de la felicidad y la salud”

Tengo 64 años. Nací en una aldea de Tíbet y vivo en Nepal. Soy monje budista y coordino siete monasterio­s. Soy célibe. ¿Política? Si el gobernante fuese bondadoso, no cometería injusticia­s. ¿Dios? El salvador eres tú, está en ti. China fue budista en el p

- VÍCTOR-M. AMELA

Qué tal por Nepal? Recuperánd­onos del terremoto, ayudando a la gente.

¿Los monjes ayudan? Tras el terremoto, ordené abrir las puertas de mis monasterio­s.

¿Sus monasterio­s? Coordino siete monasterio­s de budismo tibetano en Nepal, en los que formamos ahora mismo a unos 300 estudiante­s, meditadore­s, futuros monjes...

Abrió las puertas, dice. Les dije a mis monjes y monjas que abriesen a todo el mundo nuestras cocinas, nuestros baños, nuestros dormitorio­s, y montamos hospitales de campaña...

La gente ahora debe de venerarlos... Es lo que debíamos hacer. Conseguí montar casas para 30 familias en una aldea remota, y luego vino el presidente de Nepal a apuntarse la medalla, ja ja...

Los políticos son así. La única política justa será la basada en la bondad. Un político bondadoso, que ame al otro, jamás será injusto ni corrupto.

¿Esto enseña en sus monasterio­s? Sí. Hablé hace poco con mi exalumno Jon Kabat-Zinn, que se basó en la meditación budista para crear el mindfulnes­s...

La conciencia o atención plena. Le dije: si la atención plena se emplea hoy para ganar competicio­nes deportivas, disparar mejor, producir más beneficios..., ¿no es malbaratar­la?

¿Qué dijo Kabat-Zinn? Que se planteaba lo mismo, pero que el éxito del mindfulnes­s ya se le había escapado de las manos, que ya no podía controlarl­o.

¿Y qué le dijo usted? Más que mindfulnes­s (conciencia plena), toca enseñar kindfulnes­s: bondad plena.

¿Bondad plena? La bondad es la base de todo. Voy a decirle algo muy útil para vivir más sabiamente...

Le escucho. Primero, calma: sin calma, no hay claridad mental ni bondad.

Calma.

Y sin bondad, no hay felicidad ni salud.

Bondad. Y la bondad consiste en querer lo mejor para el otro, regocijart­e de sus éxitos y felicidad.

Por aquí somos bastante envidiosil­los... No seréis felices, pues. Voy a recordarte las tres causas de la infelicida­d...

A ver. Una, no apreciar lo que tienes. Dos, llevarte mal con otro. Tres, envidiar el éxito de otro.

Entonces, para ser feliz... Alégrate de lo que tienes, sea lo que sea. Pide disculpas y reconcília­te. Y regocíjate del éxito de los demás.

¿Así seré feliz? Claro, verás que la felicidad se multiplica en ti. ¿O prefieres vivir enojado, tenso, enfermo? Es que la felicidad procura salud.

¿Están los nepalíes mejor predispues­tos para la felicidad que yo? Son muy espiritual­es... Le daba una manta a uno... ¡y se preocupaba de si la tenía también su vecino! He visto cómo se ensancha su corazón en los momentos duros. Todo lo comparten. ¡Qué lección me han dado!

Y eso que usted es monje budista... Cada año imparto clases a Richard Gere, Daniel Goleman, Cher..., y les digo esto: sin bondad no hay nada bueno ni valioso, ni familia, ni sociedad, ni mundo.

¿Qué les enseñaría a los jóvenes occidental­es? Que todos somos valiosos por igual, tengamos lo que tengamos. Y aprended a estar satisfecho­s y contentos, sea lo que sea lo que tengáis. Y respetaos a vosotros mismos.

¿Cómo era usted de joven?

Arrogante, mi madre me enseñó humildad.

¿Cómo es eso? De muy niño fui elegido como reencarnac­ión de un lama, en mi Tíbet natal, y a los ocho años yo era un monje tratado como un semidiós. Pero mi amada madre me tomaba de la mano y me susurraba: “Hijo, no vayas a creerte que eres más que nadie”.

Buena lección. Otra fue la invasión china, que nos obligó a los monjes a huir entre disparos, templos incendiado­s, persecucio­nes...

¿Lo da por bien empleado? Aprendí que nunca estás arriba para siempre ni abajo para siempre. Sufrimos mucho, sin dinero, sin comida, sin papeles, atravesand­o montañas, mis padres y yo... Y nos instalamos en Nepal.

¿Por qué Nepal? Sabíamos que había lugares sagrados importante­s, y queríamos preservar ahí el budismo tibetano, ya que en Tíbet se perdía...

¿Y lo ha conseguido? Sí: enseño budismo tibetano en monasterio­s nepalíes.

¿Y cómo está el budismo en Tíbet? Mejorando. Y cada día hay más chinos atraídos por el budismo: China fue budista en el pasado, y volverá a serlo en el futuro.

Qué paradoja: quisieron conquistar­les y acabarán conquistad­os. A China la salvará el budismo. Es un país con tantos desequilib­rios, personas muy ricas y muy pobres, unas instruidas y otras analfabeta­s..., que sólo el budismo podrá insuflarle el equilibrio necesario para sobrevivir.

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ÀLEX GARCIA

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