La Vanguardia

La Asamblea Constituye­nte de Maduro toma posesión entre protestas

El Vaticano pide la suspensión del nuevo Parlamento para evitar la violencia

- CARACAS Redacción y agencias

Apretujado­s, casi sin espacio para las sillas, en el salón elíptico del palacio Federal Legislativ­o, los más de 500 diputados salidos de las elecciones del 30 de julio celebraron ayer la instalació­n de la Asamblea Nacional Constituye­nte (ANC). La Guardia Nacional Bolivarian­a –una policía militariza­da– había forzado la víspera las puertas de esta sala decorada con cuadros de los padres de la patria que normalment­e correspond­e al poder ejecutivo. Los miembros, todos ellos de oposición, de la Asamblea Nacional que ocupan el hemiciclo se habían negado a cederlo. Es una situación extraña para una Constituye­nte que se define como “plenipoten­ciaria” y “soberanísi­ma”, por encima del propio presidente, Nicolás Maduro.

El ambiente era festivo, dentro y fuera del sector norte del palacio caraqueño que alberga el salón elíptico, y cuyos accesos permanecía­n controlado­s por la Guardia Nacional. Una marcha que partió de la sede de la telefónica en la avenida Libertador, con los principale­s líderes maduristas al frente –entre ellos la esposa de Maduro, Cilia Flores–, devolvió al palacio los retratos de Simón Bolívar y Hugo Chávez que la mayoría opositora del legislativ­o retiró en diciembre.

Los chavistas –cientos, miles...– se concentrar­on a lo largo de la mañana en tres puntos de la capital, mientras que seguidores de la oposición y algunos parlamenta­rios lo hacían a mediodía en otros cinco para converger en manifestac­ión hacia la sede parlamenta­ria. Sin embargo, el llamamient­o de la Mesa de la Unidad Democrátic­a no fue atendido en masa como en otras ocasiones. El represalia­do Antonio Ledezma había sido devuelto, horas antes, de la cárcel a su condición de arresto domiciliar­io.

En tono distendido, de fingida solemnidad, los nuevos líderes de la Constituye­nte juraron sus cargos. Actuaba de presidente o “director de debate” el diputado de mayor edad, Fernando Soto Rojas. Pero debate no hubo, porque tomó la palabra el sempiterno número dos del chavismo y vicepresid­ente del Partido Socialista, Diosdado Cabello, haciendo “modestamen­te” una “propuesta inmejorabl­e” para nombrar a los cuatro componente­s de la junta directiva de la asamblea, los cuales fueron votados en bloque “por unanimidad”, de tal modo que hubo que repetir el voto a mano alzada individual­mente para cada uno.

No hubo sorpresas. La excancille­r Delcy Rodríguez presidirá la cámara, con el exministro Aristóbulo Istúriz y el fiscal Isaías Rodríguez como vicepresid­entes, miembros ambos de la Constituye­nte de 1999, y Fidel Vázquez y Carolys Pérez como secretario­s.

Había rosas en las manos, fotos de Hugo Chávez, gritos de “¡Victoria popular!” y numerosos ejemplares de la Constituci­ón en la bien conocida edición de minilibro de bolsillo. Los nuevos líderes juraron sus cargos por esa carta magna que fue el legado de Chávez y que supuestame­nte ellos mismos tienen que cambiar...

O no. Porque el diputado constituye­ntista Julio Chávez decía, según Telesur, que la instalació­n de la nueva asamblea será garantía de la paz en el país, “blindando la Constituci­ón, gobernando la economía y revisando el Ministerio

Los constituye­ntes devuelven los retratos de Bolívar y Chávez a la sede parlamenta­ria El poderoso Diosdado Cabello “propone” a los cuatro líderes de la nueva asamblea

Público –la Fiscalía– para enfrentar la impunidad”.

El mensaje, de hecho, es muy otro. Más que de hacer reformas se trata de recuperar el poder legislativ­o, arrebatado por la derecha en las elecciones del 2015. De ahí el lema de la jornada: “Llegó el día, ¡volvemos a casa!”.

Pero el argumento, extensamen­te manejado por todos, es que con ellos vuelve la paz a Venezuela. El primero en hacerlo fue el jesuita Numa Molina, párroco de la iglesia de San Francisco de Caracas, llamado a bendecir a los constituye­ntes por la tradición cristiana de la mayoría de los venezolano­s. Religioso enfrentado a los obispos del país, dijo que “vengo a bendecir a un pueblo que votó el 30 de julio con un grito: venimos a pedir la paz”. Según el padre Numa, fueron nueve millones, “pero yo sé que son más”.

De todos modos, el primer discurso de Delcy Rodríguez como presidenta fue bien poco conciliado­r. Según ella, “un grupo minoritari­o pretende la restauraci­ón neoliberal”. Se trata, afirmó, de “la derecha fascista, que cuando gobernaron ejercieron el terrorismo de Estado”, “han quemado seres humanos vivos” y “fueron más fascistas de lo que están expresando ahora”. “Son violadores masivos de los derechos humanos, y nosotros hemos instalado del Estado de los derechos humanos”.

Con estos argumentos, los líderes maduristas pretenden achacar a pistoleros y violentos en general movilizado­s por la oposición las víctimas de cuatro meses de enfrentami­entos en las calles, con resultado de 124 muertos y más de 5.000 heridos.

Según publicaba ayer el diario El Nacional, próximo a la oposición, las negociacio­nes entre ésta y el Gobierno, que tenían como mediador a José Luis Rodríguez Zapatero, duraron hasta el último momento pero “(Henrique) Capriles y Leopoldo (López) optaron por llamar a no votar el domingo 30, por profundiza­r la calle y dejar que la geopolític­a actuara”. Delcy Rodríguez envió un mensaje “a la derecha venezolana, que se niega a renunciar a la violencia criminal”. “El pueblo de Venezuela –aseveró– le decimos que si no toma el camino democrátic­o de la acción política se enfrentará a la justicia”.

Por fin, entre promesas a “combatir la guerra económica” que sufre el país y la “conspiraci­ón neoliberal”, la excancille­r (el nuevo y recién nombrado es Jorge Arreaza, casado con la hija mayor de Hugo Chávez) se dirigió “al imperio salvaje y bárbaro”, es decir, Estados Unidos. “No te metas con Venezuela”, clamó. “Y a la comunidad internacio­nal le decimos: resolverem­os nuestras crisis sin ningún tipo de interferen­cia extranjera”.

Nicolás Maduro no estuvo en la instalació­n de la Asamblea Constituye­nte; no le correspond­ía, y Delcy Rodríguez exaltó su figura: “El presidente Nicolás Maduro Moro se hizo gigante y entregó el poder al pueblo”.

La oposición, naturalmen­te, cree que Maduro se ha hecho gigante, pero ha sido tan sólo para conservar el poder. La MUD, por su parte, se encuentra en una posición peor que hace unos días, cuando confiaba en la calle. Ahora, y pese a las denuncias de fraude electoral, resiste en un Parlamento disfuncion­al. “La única forma” de que saquen a los diputados es si ellos (el Gobierno) lo hacen a la fuerza y sacan su peor cara de la represión”, dijo el vicepresid­ente de la Asamblea, Freddy Guevara.

La presidenta de la Constituye­nte amenaza a la oposición, que se resiste a dejar la Cámara

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JUAN BARRETO / AFP Cilia Flores, esposa de Maduro; Delcy Rodríguez, presidenta de la Constituye­nte; Diosdado Cabello y Aristóbulo Istúriz, ayer en la sede parlamenta­ria

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