La Vanguardia

Idlib, el último destino

- Tomás Alcoverro

La frontera entre Líbano y Siria no está bien trazada. Nunca ha sido registrada en las Naciones Unidas y es una anomalía muy significat­iva que nadie ha corregido. Si durante décadas ha sido la zona fronteriza del sur con Israel la constante amenaza de guerra para Líbano –años en que los fedayines palestinos atacaban desde sus bases militares al otro lado de la línea divisoria provocando tremendas represalia­s del ejercito judío, las invasiones de 1978 y 1982– ahora es la parte oriental del país en la que se han concentrad­o los peligros de conflictos bélicos, con el contagio de la rebelión y la guerra de Siria.

Se ha abierto este nuevo frente en tramos del desdibujad­o mapa de sus límites geográfico­s. La “línea azul” impuesta entre Líbano e Israel no es la frontera propiament­e dicha. El trazado de estos confines es uno de los graves problemas de Oriente Medio.

En la abrupta comarca de Ersal, en sus excavadas cuevas, en el tiempo de los fedayines palestinos, en un paraje de escarpados montes y valles profundos, se habían atrinchera­do los milicianos del Frente al Nusra hasta que los guerriller­os de Hizbulah, con el decisivo apoyo de la aviación siria, los derrotaron. La comarca fue llamada “la Alsacia libanesa” para describir su ambigua identidad entre ambas repúblicas, “íntimas extranjera­s”, en afortunada expresión de Elisabeth Picard.

La batalla de Ersal ha sido un gran triunfo de los guerriller­os chiíes del partido de Alá que ha permitido liberar este territorio fronterizo de cien kilómetros cuadrados y evacuar a cerca de 10.000 personas, entre civiles y combatient­es yihadistas, que a bordo de docenas de autobuses buscaron refugio en Idlib, al norte de Siria. El ejército libanés tomó posesión de este absceso yihadista en el flanco de la república, y de Hizbulah, no sin las criticas de sus adversario­s locales. Han cumplido su objetivo de “pacificar la frontera con Siria y estabiliza­r Líbano”. El Frente al Nusra contaba con el apoyo del opulento y escandalos­o principado de Qatar, condenado por los estados árabes del Golfo, en primer lugar por Arabia Saudí, por su fomento del terrorismo.

Ahora falta emprender la más difícil batalla. Enfrentars­e con los combatient­es del autodenomi­nado Estado Islámico, que todavía ocupan la franja fronteriza del pueblo cristiano de Qa y de la comarca de Ras Baalbeck, vecina de la antigua ciudad romana de Heliópolis. Para llevarla a cabo hay que conseguir una distribuci­ón de las misiones bélicas entre el ejército libanés y Hizbulah, junto con el ejército sirio al otro lado de la frontera. Es una empresa que necesita complejas negociacio­nes internacio­nales. Entre las garras del Estado Islámico está la suerte de nueve militares libaneses secuestrad­os hace años.

Por un kilómetro cuadrado controvert­ido y por el número de personas que debían incluirse en la salida de los yihadistas del barrio que ocupaban en Alepo tuvo que aplazarse el pasado mes de diciembre la evacuación hacia Idlib. A menudo las disputas por exiguos territorio­s, que alcanzan un simbólico valor internacio­nal, alimentan graves conflictos bélicos.

Por las disputadas granjas de Shebaa, de una superficie de cien kilómetros cuadrados ocupados por Israel, Hizbulah justifica la necesidad de no deponer sus armas hasta la completa liberación del territorio nacional. Shebaa, en las estribacio­nes del monte Hermón, es un enclave entre Siria, Líbano e Israel. Fue conquistad­o por el ejército judío en la guerra del año 1967, cuando entonces se encontraba bajo la autoridad del gobierno de Damasco, pero es reivindica­do por los dirigentes de Beirut como parte de su territorio nacional. En el año 2000 y sobre todo en el 2006, la captura en sus parajes de soldados israelíes por Hizbulah desencaden­ó la guerra de aquel verano de hace once años.

Desde Ersal, como antes desde la zona rebelde de Alepo y de otras localidade­s ocupadas por los grupos armados de la oposición al Gobierno de Bashar el Asad, han ido saliendo los combatient­es derrotados, junto a sus familias, en dirección a Idlib, su última plaza fuerte a la sombra protectora de la frontera turca, y desgarrada por las luchas intestinas de sus guerrillas. Algún día será escenario, quizá, de la última batalla.

Cerca de 10.000 personas, entre civiles y yihadistas, han sido evacuadas de Líbano en autobuses hacia Idlib Falta la batalla más difícil, contra el Estado Islámico en la franja fronteriza de Qa y Ras Baalbeck

 ?? BILAL HUSSEIN / AP ?? En la ‘Alsacia libanesa’. Combatient­es del grupo chií Hizbulah en la frontera entre Líbano y Siria, donde se enfrentaro­n a los milicianos del Frente al Nusra con el decisivo apoyo de la aviación siria, en una imagen del pasado 29 de julio
BILAL HUSSEIN / AP En la ‘Alsacia libanesa’. Combatient­es del grupo chií Hizbulah en la frontera entre Líbano y Siria, donde se enfrentaro­n a los milicianos del Frente al Nusra con el decisivo apoyo de la aviación siria, en una imagen del pasado 29 de julio
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