La Vanguardia

Las cervezas de Bridget Jones

El pub The Globe es una visita clásica al Londres cinematogr­áfico, una especie de museo de la cerveza

- JORDI BASTÉ

Londres tiene un pequeño mercado que es todo delicadeza. Maduras en soberanía culinaria desfilando por sus callejuela­s sin sentido. Es el Borough Market, inusualmen­te limpio para ser un mercado, con un gusto por el orden fuera de la lógica y que te tienta de ir al banco a pedir un crédito para empezar a gastar sin mesura.

Me pierdo una hora por el lugar como hace cinco años hacía durante los Juegos Olímpicos del 2012. Venía solo, paseaba solo, observaba solo, compraba solo y me lo cenaba solo. Un ritual olímpico. Sentía predilecci­ón por una parada The French Comté, donde existen una variedad de quesos para echarte a llorar. Compro un pedazo de Morbier y me lo zampo con una tostada en una mesa para coger fuerzas para lo que inesperada­mente me espera. Justo salir del mercado, a escasos cincuenta metros hay un pub, The Globe. Está en el número 8 de Bedale Street. Es el edificio donde vivía una de los personajes más queridos del cine (y más plastas): Bridget Jones. Es la película donde, resumiendo, dos pesados se baten en duelo por la chica en cuestión que es una cuentista de agárrate y no te menees. Hugh Grant (siempre Hugh Grant), Colin Firth (casi siempre Colin Firth) dándose puñetazos por la chica, Renee Zellweger. Aviso, y sin spoiler: gana el menos malo.

El restaurant­e griego donde se pelean los dos hombres no existe como tal. Ahora hay una especie de restaurant­e con cata de vinos llamado Wine Merchant que poco tiene que ver con el de la escena (casi) final de El diario de Bridget Jones. Es ese tipo de restaurant­e con ínfulas que las pierde todas cuando observas que unas mesas están encima de las otras. Un clásico de nuestros tiempos: meterse en la conversaci­ón del otro por imposición geográfica. Justo enfrente, en el pub The Globe, una cantidad indecente de gente está clavada en la calle con sus cervezas talla XXL en la mano y hablando en un tono alto. Decido acceder al interior del bar. Maldito error. Está casi lleno y son las cuatro de la tarde. El nivel de griterío es insoportab­le. Si la española cuando besa es que besa de verdad, el inglés cuando grita, grita de verdad. Me acerco a la barra separando educadamen­te obstáculos móviles con cervezas en permanente lucha con la ley de la gravedad. Una camarera me pide que voy a tomar. “Una Cider”. ¿Qué marca? Yo que sé. Hay seis diferentes. Pues la primera. ¿Qué tamaño? Ya empezamos con las preguntas tipo test que me recuerdan el chiste de Eugenio que concluye: “Mire, señorita, el culo se lo enseñé ayer, el váter es es- te y el papel higiénico que quiero es aquel que está en la estantería”. Al final me tomo una Magners. Sigue el griterío en la sala y me siento incapaz de preguntar a nadie sobre el rodaje hecho de El diario de Bridget Jones en este mismo edificio de Londres. Me sitúo en una esquina de la barra. Una barra no falla nunca. Es un bendito apoyo en momentos complicado­s y jamás te engaña. Se aproxima una chica dispuesta a pedir una cerveza. Pedir una cerveza en un pub de Londres es como escoger un coche en el Salón del Automóvil. Debajo de la barra hay unas cuantas barricas de donde salen una especie de tubos que se desvían hacia un dispensado­r de cinco cervezas diferentes. Cojo la libreta y el bolígrafo y anoto las marcas: Chieftain Beer, Little Creatures, American Amber Red, Juicebox Zero, Alesmith Ipa .... La chica arquea las cejas dando por supuesto que estoy como un cencerro. Es mi momento. Me presento y le pregunto si sabe algo del rodaje de Bridget Jones. Me hace que no con la cabeza, un “sorry” de cortesía y se larga con dos Chieftain de tubo.

Un chico, rojo como un tomate, se acerca y resulta que es uno de los camareros. Ha oído el intento de conversaci­ón cinematogr­áfica con la chica. Me dice que es muy normal porque aquí entra mucha gente preguntand­o por el piso de Bridget. Y resulta que el tío es una mina y podría ser el guía de la película. Me cuenta que, por supuesto el edificio es sólo una imagen exterior. El interior del piso de Bridget Jones es, en realidad, un plató. Helen Fielding, la escritora de la columna en el periódico London Independen­t donde nació el personaje de Bridget, había situado el piso de la chica en Holland Park, al otro lado del río Támesis. “Borough Market se ha revaloriza­do con el rodaje de la película. Hace unos meses una revista publicó un reportaje donde se demostraba que con el sueldo que cobraría ahora Bridget Jones (siguiendo un escalado de sueldos entre el 2001 y el 2017) sería imposible que pudiera vivir aquí arriba. Según el reportaje el piso valdría ahora unas 650.000 libras (unos 735.000 euros)”. Me tomo una segunda cider Magners y me despido dirección el mercado. Me incrusto los auriculare­s y busco en Spotify Killin’ Kind de Shelby Lynne de la banda sonora de la película. Y, con esta canción sonando, el día sólo puede seguir mejor.

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JORDI BASTÉ.
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Directora: Shanon
Maguire
Intérprete­s: Renee Zellweger, Hugh Grant, Colin Firth
País: Reino Unido (2001).
EL DIARIO DE BRIDGET JONES Directora: Shanon Maguire Intérprete­s: Renee Zellweger, Hugh Grant, Colin Firth País: Reino Unido (2001).

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