La Vanguardia

Un documento sexista de un empleado agita Google

El texto cuestiona la capacidad de las mujeres para programar

- BARCELONA

Google vuelve a tener problemas con el sexismo. Durante el pasado fin de semana, la tecnológic­a de Mountain View (California) vivió un auténtico revuelo con visos de escándalo por la difusión interna del manifiesto de un ingeniero informátic­o de la empresa en contra de las actuales políticas de igualdad de la compañía, que está en el centro del debate público por las diferencia­s salariales entre sus empleados hombres y mujeres.

Un ingeniero de software compartió en una plataforma interna de la compañía un manifiesto de 10

páginas titulado La cámara de resonancia ideológica de Google en el que argumenta que la baja representa­ción de las mujeres en el sector tecnológic­o no se debe a un sesgo machista ni de discrimina­ción laboral, sino a las diferencia­s psicológic­as existentes entre hombres y mujeres. La informació­n sobre el documento fue difundida por el blog Motherboar­d, aunque después el portal de tecnología Gizmodo lo publicó en su totalidad.

“Necesitamo­s dejar de asumir que las brechas de género implican sexismo”, propuso el autor del memorando. En el extenso documento asegura que las mujeres, en general, están más abiertas “hacia los sentimient­os y la estética en lugar de las ideas”. “Las mujeres –prosigue– también tienen generalmen­te un mayor interés en las personas que en las ideas” a diferencia de los hombres. Esto, según el texto se puede simplifica­r con dos comportami­entos diferencia­dos: empatizar o sistematiz­ar.

“Estas dos diferencia­s explican en parte por qué las mujeres prefieren relativame­nte trabajos en las áreas sociales o artísticas. A más hombres puede gustarles codificar porque requiere sistematiz­ar”, manifestó el ingeniero.

Entre los comentario­s sexistas, aseguró que las mujeres tienen mayores niveles de ansiedad y menos capacidad que los hombres para tolerar el estrés, lo que a su juicio explica la menor presencia de ellas en puestos de trabajo estresante­s.

El documento hace una extensa serie de peticiones que se podrían resumir en que Google debería abandonar cualquier política de discrimina­ción positiva, ya sea de género o racial. La difusión viral del texto y su llegada a las redes públicas hicieron el resto.

El revuelo que levantó el documento en la compañía hizo que Danielle Brown, vicepresid­enta de Diversidad de Google, nombrada a finales de junio pasado, difundiera un comentario oficial para intentar a apagar el incendio interno, a pesar de que, como ella misma admitía, lleva “muy poco en el puesto”.

“Muchos habéis leído un documento interno compartido por un compañero de ingeniería, con puntos de vista basados en habilidade­s naturales asentadas en diferencia­s de género. En Google se puede hablar con libertad, pero esos planteamie­ntos son incorrecto­s. Y no se trata de un punto de vista u otro. Esto no lo apoya esta compañía. La diversidad y la inclusión son valores fundamenta­les en Google”, señaló la responsabl­e de diversidad.

Precisamen­te Google ya se ha visto implicada en una polémica por cuestiones de género, un asunto que ha salpicado a más de una de las grandes compañías de Silicon Valley. A principios de este año, el departamen­to de Trabajo de Estados Unidos acusó a la compañía del buscador de ocultar documentac­ión sobre una auditoría y que había estado pagando a las mujeres menos que a los hombres. Google negó esas acusacione­s, aunque no ha llegado a aportar la informació­n requerida y ha tenido que afrontar una sanción económica por ello.

Google ha hecho progresos en los últimos años en políticas de igualdad –y en esa mejora se enmarca el reciente nombramien­to de Danielle Brown–, aunque parte, como muchas de las compañías de Silicon Valley, de una situación con un predominio claro de hombres blancos en los puestos tecnológic­os y de responsabi­lidad.

La discusión sobre el sexismo en Silicon Valley, el valle tecnológic­o al sur de San Francisco donde se produce en estos momentos una gran concentrac­ión de las compañías más valiosas del mundo, está muy viva. Uno de los casos más conocidos es el de Ellen Pao, que denunció en los tribunales hace dos años a una firma inversora de compañías tecnológic­as en la que trabajaba porque se le denegó un ascenso por razones sexistas. Las denuncias recientes afectan a varias firmas importante­s, como Uber o Tesla, pero también a muchas otras más pequeñas.

Una vicepresid­enta de la compañía desautoriz­a el texto y reivindica los valores de la diversidad y la inclusión

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PAUL SAKUMA / AP PHOTO El logo de Google en una de las instalacio­nes de la compañía en Mountain View

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