La Vanguardia

Los museos en la era de las ‘selfies’

Los museos toman medidas para evitar que la fiebre por las ‘selfies’ entorpezca las visitas

- SARA SANS

Móvil en alto. Sonrisa. Un click. Quizás dos, para asegurar el tiro. La comprobaci­ón. Unas risas. Repetimos. En primer plano, el propietari­o del móvil y detrás, La Gioconda, la piedra Rosetta, el busto del Minotauro o El beso de Gustav Klimt. Las selfies ya reinan en los museos. Un alud de visitantes recorre las exposicion­es más dispuesto a dar la espalda a la obra de arte y fotografia­rse con ella que a contemplar­la. Y ante nuevas situacione­s, nuevas normas: medio centenar de museos de todo el mundo ya impide el uso de los palos para hacer selfies. En otros, como el Arqueológi­co de Atenas, se prohíben las autofotos con piezas para evitar banalizarl­as y en el palacio Belvedere de Viena han ideado un espacio a medida del visitante selfish: un atajo para guiris.

Junto a las salas donde se expone la mayor colección de pinturas de Gustav Klimt se ha abierto un nuevo espacio –señalizado como el Kiss Selfie Point– en el que se expone una fiel reproducci­ón del cuadro. Allí los visitantes pueden fotografia­rse y recrearse con el móvil sin provocar aglomeraci­ones ante la obra original y se minimizan las molestias a quienes se han desplazado hasta el museo

sólo para contemplar la obra, sin pantalla mediante.

“Antes comprábamo­s una postal, luego hacíamos una foto y ahora se vive esta necesidad compulsiva de certificar que se ha estado en un sitio; es un placer efímero, instantáne­o... casi una ceremonia social para colgar la selfie en las redes porque también somos los sitios a los que vamos... El riesgo de todo esto es la banalizaci­ón de las obras, de los sitios...”, mantiene Rafael López-Monné, geógrafo, consultor turístico y fotógrafo.

También en Viena, el Museo de Historia del Arte ha instalado en su fachada algunas reproducci­ones de cuadros, como La torre de

Babel de Brueghel para satisfacer las exigencias de las selfies sin interferir la dinámica tradiciona­l en el interior del edificio. “La selfie no es nueva, antes los pintores se hacían autorretra­tos pero sólo podían hacerlo ellos; ahora hacemos como Velázquez con el móvil, de forma instantáne­a y tantas veces como queramos; y luego utilizamos el Instagram o cualquier otra red social y construimo­s una mejor imagen de nosotros mismos, todo esto nos satisface, nos proporcion­a placer”, razona la antropólog­a Trina Milán, asesora en nuevas tecnología­s y su aplicación. “Hace treinta años fui al Louvre y la sala de la Gioconda estaba vacía, ahora esa imagen es imposible, las cosas son accesibles a más gente y añadimos capas de disfrute; la selfie es un añadido que te ayuda a compartir la experienci­a”, añade Trina Milán. Una nueva capa que en ocasiones también modifica la visita. Por ejemplo, el 80% de los turistas que se acercan a la Sagrada Família, bajan del autocar, sacan sus fotos y no llegan a entrar al templo.

Para Milán, el reto que se plantea es el de aprender a utilizar correctame­nte estas nuevas tecnología­s: “Estamos en una fase infantil en cuanto al uso del móvil, el sistema educativo no considera la educación audiovisua­l ni digital para utilizarlo de forma respetuosa y proporcion­ada”. Con lo que la –en muchas ocasiones– desmesurad­a afluencia de turistas obliga a los gestores de museos y otros emplazamie­ntos a cambiar o adaptar la gestión para que la experienci­a del visitante siga siendo gratifican­te.

Entrar con un paloselfi está prohibido, para proteger las coleccione­s y también a los propios visitantes, en más de medio centenar de museos, entre ellos todos los de Washington, el MoMA de Nueva York o la National Gallery de Londres. Otros, como el Rijksmuseu­m de Amsterdam, han impulsado una original iniciativa: prohibir las fotos un día a la semana y sustituir el móvil por un papel y un lápiz.

La masificaci­ón, unida a la necesidad de los visitantes a pararse a hacer las fotos, ha obligado –tras la recién restauraci­ón– a establecer un solo recorrido para visitar la Fontana di Trevi de Roma, con una entrada y una salida y un solo sentido para todo el mundo para evitar el caos. “No tiene que ser

Más de medio centenar de museos de todo el mundo ha prohibido el uso del móvil con palo “Se vive una necesidad compulsiva de certificar que se ha estado en un sitio”

fácil gestionar un emplazamie­nto tan masificado... Para muchos, cuando un lugar llega a este punto, pierde todo el interés... Los gestores turísticos deberían ser capaces de crear discursos alternativ­os sobre otros sitios, discursos que generen experienci­as y que tengan contenido...”, mantiene López-Monné, quien añade que con los años se acabarán restringie­ndo las visitas abiertas, el actual “pasen y vean” de los museos, “para ofrecer otro tipo de visita más especializ­ada, lo que también supondría poner en marcha toda una industria cultural de guionistas, narradores y gestores”.

“Para mucha gente, el turismo o viajar forma parte de su propia personalid­ad, de su tiempo, de la cultura del entretenim­iento... Y la necesidad de satisfacer la experienci­a del visitante forma parte del juego; hay que aprender a gestionar las nuevas realidades”, mantiene Salvador Anton, Direc- tor de Investigac­ión del Parque Científico y Tecnológic­o de Turismo y Ocio de Catalunya. Según Anton, “para mucha gente lo importante es que ‘ha estado ahí’ y, por ejemplo, en los estudios de Universal en Hollywood centenares de personas hacen cola para hacerse la foto con las letras de Hollywood que no son las auténticas pero se ven mucho mejor... Hacerse fotos no implica necesariam­ente la banalizaci­ón de una obra de arte o un destino, es un atractivo más”.

Mientras tanto, en algunos emplazamie­ntos, las selfies han causado ya algunos estragos: hace algo más de un año en la ciudad italiana de Cremona, un par de turistas rompieron la corona de mármol de la estatua de Hércules, todo un símbolo en la ciudad, mientras intentaban inmortaliz­arse. Por otra parte, en Lisboa, otro joven hizo caer la estatua del rey Sebastián I. O en Camboya la policía arrestó a dos turistas que se hacían una selfie sin ropa en el templo de Ankgor.

 ??  ??
 ?? MANÉ ESPINOSA ?? En orden. La Fontana di Trevi de Roma, uno de los iconos de la ciudad, registra un alud de visitantes durante prácticame­nte todas las horas del día, cada día de la semana. Para gestionar la situación, se ha establecid­o un recorrido en un solo sentido...
MANÉ ESPINOSA En orden. La Fontana di Trevi de Roma, uno de los iconos de la ciudad, registra un alud de visitantes durante prácticame­nte todas las horas del día, cada día de la semana. Para gestionar la situación, se ha establecid­o un recorrido en un solo sentido...
 ?? FRANCESC BRACERO ?? Sin entrar. El Museo de Historia del Arte de Viena coloca reproducci­ones de sus cuadros y alguna escultura en la calle para que los amantes de las
selfies no necesiten llegar hasta las obras originales. Al fondo, entre otras, una de sus joyas,...
FRANCESC BRACERO Sin entrar. El Museo de Historia del Arte de Viena coloca reproducci­ones de sus cuadros y alguna escultura en la calle para que los amantes de las selfies no necesiten llegar hasta las obras originales. Al fondo, entre otras, una de sus joyas,...
 ?? FRANCESC BRACERO ?? Dos salas. En el palacio Belvedere de Viena, en la fotografía de la izquierda, El beso de Klimt original. La imagen de la derecha señala al público que hay un punto selfie ,enel que una reproducci­ón de la famosa pintura permite hacerse fotos sin...
FRANCESC BRACERO Dos salas. En el palacio Belvedere de Viena, en la fotografía de la izquierda, El beso de Klimt original. La imagen de la derecha señala al público que hay un punto selfie ,enel que una reproducci­ón de la famosa pintura permite hacerse fotos sin...
 ?? FRANCESC BRACERO ??
FRANCESC BRACERO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain