La Vanguardia

Añoranzas de verano

- OPINIÓN

Las tranquilas noches del verano barcelonés, cuando muchas calles se vacían de coches y personas, despiertan en Remei Margarit viejos recuerdos: “El tiempo y la añoranza siempre viajan juntos, añoramos a los que hemos amado y ya no están, y también quizás a los que estaban en nuestro entorno aunque no los amáramos especialme­nte, quizás añoramos también el entorno y lo que la memoria quiere recordar, que no siempre coincide precisamen­te con lo que pasó”.

Han salido más de medio millón de coches de la ciudad. Empiezan las vacaciones de verano. Y ello se nota en los que nos quedamos. Por la noche, la plaza que hay bajo mi balcón cierra sus puertas y tan sólo quedan en ella los pájaros que anidan en los árboles. Muchas ventanas y balcones están cerrados y el silencio se apodera del entorno. Y es este silencio el que evoca otras noches de verano de mi infancia, en la masía de mis antepasado­s cuando, después de cenar, salíamos a la terraza donde había un banco de listones de madera apoyado en la pared bajo una luz rústica y unos silloncito­s de mimbre. Y allí, bajo las ramas de los enormes plátanos del patio, estábamos en silencio, escuchando los sonidos de la noche, algún vuelo huidizo de un búho y el canto de los grillos juntamente con algún “uh” de un pequeño sapo inencontra­ble.

Han pasado muchos años con sus cambios, pero parece que las noches de verano tienen el mismo aroma y el silencio es el mismo. Y tal vez porque una envejece, se da cuenta de que muchos de los que la acompañaba­n en aquellas noches de infancia ya no están, no obstante el silencio propicia su recuerdo. Una cita de Los muertos, de James Joyce, me ayuda a entenderlo, dice: “Pero así mismo –continuó Gabriel, adoptando con la voz una inflexión más suave–, en reuniones como esta siempre nos vienen a la cabeza pensamient­os más tristes: pensamient­os del pasado, de la juventud, de los cambios, de las caras ausentes que aquí añoramos esta noche”.

El tiempo y la añoranza siempre viajan juntos, añoramos a los que hemos amado y ya no están, y también quizás a los que estaban en nuestro entorno aunque no los amáramos especialme­nte, quizás añoramos también el entorno y lo que la memoria quiere recordar, que no siempre coincide precisamen­te con lo que pasó. Añoramos las sensacione­s vividas y aquellos momentos de serenidad y calma que alguna noche de verano nos contagió para siempre. Tal vez fueron momentos de auténtica paz, de cada cual con sí mismo y también con los demás.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain