La Vanguardia

La absurda culpabiliz­ación del turismo

- Francesc Granell

De la misma manera que el dictador Francisco Franco culpabiliz­aba a la pertinaz sequía de todos los males de la posguerra para tapar la falta de capacidad de sus gobiernos para resolver los problemas que existían, lo que estamos viendo hoy respecto al turismo se asemeja mucho a aquello.

En más de una ocasión he puesto de manifiesto que Barcelona, Catalunya y España le deben mucho al turismo, como ponen de relieve prestigios­os organismos internacio­nales que atribuyen una parte de la recuperaci­ón de nuestra economía al boom turístico que vivimos y que, aunque no alcanza a todos, es globalment­e positivo.

Tengamos, además, en cuenta que muchos de nosotros somos gente dada a hacer turismo, por lo que resulta una auténtica aberración que algunos de nuestros conciudada­nos se quejen de que vengan turistas aquí si nosotros mismos ayudamos a la supuesta sobresatur­ación turística de ciudades como Venecia, París o Londres.

Es cierto que el turismo de masas nos causa ciertos problemas, como nos generan problemas muchos de los errores de gobernanza que padecemos al nivel local, autonómico o estatal y que no queremos reconocer, pensando que focalizánd­onos en culpabiliz­ar al turismo vamos a hacer olvidar otros errores de gestión pública.

Es así como vemos que se culpabiliz­a al turismo de que suban los alquileres, que se culpabiliz­a al turismo de los problemas que está padeciendo el aeropuerto de Barcelona por un problema laboral, de la suciedad por los excremento­s de los perros o de la conflictiv­idad en ciertas paradas de metro cercanas a lugares turísticos en momentos de huelga de metro.

Las grandes ciudades tienen muchos problemas y los problemas deben encontrar soluciones, pero no nos equivoquem­os dando la razón a quienes pintarraje­an paredes con mensajes antituríst­icos o asaltan los autobuses turísticos ejerciendo una violencia absurda que para nosotros no querríamos cuando visitamos París o Londres.

El turismo crea ventajas y oportunida­des a los operadores del sector, a los comercios y hasta a políticos que se aprovechan de problemas influidos por el turismo masivo para dar a conocer sus posicionam­ientos justificad­os o injustific­ados.

Estos días estamos viendo esto con varios ejemplos. La ANC está aprovechan­do el caos del aeropuerto para explicar a los pasajeros retenidos que con una Catalunya independie­nte ninguna de estas incomodida­des se produciría. Los partidos contrarios a la centraliza­ción de la gestión aeroportua­ria de la exitosa multinacio­nal Aena aprovechan para reivindica­r ejemplos de descentral­ización de otros países. Algunos aprovechan para cargar contra el PP por haber tenido un trato preferente para Barajas con respecto a El Prat, etcétera.

España, Catalunya y Barcelona van, creo, lo suficiente­mente bien como para que no nos creamos a quienes pretenden hacernos creer que el turismo –como he leído en una pared– nos mata.

Hay problemas atribuidos al turismo que son errores de gobernanza que no queremos reconocer

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