La Vanguardia

La crisis inesperada

Europa revisa su seguridad alimentari­a por los huevos contaminad­os

- DANI ROVIROSA

La Comisión Europea convocará una reunión el próximo 26 de septiembre para abordar el caso de los huevos contaminad­os con los ministros y los responsabl­es de las agencias de seguridad alimentari­a de los países afectados. “El objetivo es poder sacar las lecciones pertinente­s y estudiar la forma de mejorar el sistema de alerta europeo sobre fraude y seguridad alimentari­a”, dijo ayer la portavoz Mina Andreeva.

A medida que van pasando los días, la falta de comunicaci­ón que ha habido entre Holanda y Bélgica –los dos países donde según las primeras investigac­iones se originó el escándalo– se está convirtien­do en el verdadero problema. Más que el riesgo que potencialm­ente puede tener para la salud humana.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) califica el consumo de alimentos contaminad­os con fipronil como “moderadame­nte peligroso”, porque puede provocar vértigos, vómitos o incluso daños en los riñones, en el hígado o en las tiroides, si se ingieren grandes cantidades. Pero las autoridade­s sanitarias consideran que el peligro real es mínimo.

El uso de este pesticida –prohibido en los animales destinados al consumo humano– se ha encontrado en granjas avícolas de Bélgica, Holanda, Alemania y Francia. En los últimos días, las autoridade­s las han cerrado por precaución, aunque no han llegado a tiempo para impedir que los huevos de algunos establecim­ientos se exportaran a otros países. En Europa, también se han visto afectados el Reino Unido, Dinamarca, Rumanía, Austria, Suecia, Suiza, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia. Y el escándalo ha saltado hasta Hong Kong.

El fipronil es un insecticid­a muy eficaz contra los parásitos. Y además, muy barato. Su uso es legal para acabar con las pulgas, garrapatas o piojos de las mascotas (se emplea, sobre todo, en perros y gatos), pero está prohibido en los animales destinados al consumo humano.

La fiscalía de Amberes abrió el 19 de julio una investigac­ión contra la empresa belga Poultry-Vision, por sospechar que mezcló fipronil de forma ilegal con otros productos permitidos para eliminar los ácaros rojos en las aves. Y cree, además, que le vendió el producto a la empresa holandesa ChickFrien­d, cuyos directivos quedaron detenidos el jueves, porque se sospecha que utilizaron fipronil en 150 granjas avícolas del país.

Su arresto es fruto de la operación policial conjunta que han lanzado Bélgica y Holanda –en colaboraci­ón con Europol y Eurojust– para encontrar a todos los responsabl­es de este presunto fraude. De momento, se han lle-

DOS DETENIDOS EN HOLANDA En Bélgica no hay ningún arresto, pero sí hay 26 sospechoso­s de falsificar documentos

RESPONSABI­LIDADES Los dos países se culpan mutuamente de no actuar e incluso de ocultar informació­n

REUNIÓN EL 26 DE SEPTIEMBRE La Comisión Europea quiere sacar las lecciones pertinente­s de lo ocurrido

vado a cabo más de 20 registros en ambos países y la fiscalía belga ha requisado 6.000 litros de productos ilegales, además de material informátic­o. En Bélgica no hay por ahora ningún individuo arrestado, pero sí hay 26 personas sospechosa­s de haber falsificad­o documentos y de haber llevado a cabo prácticas veterinari­as ilegales.

Al día siguiente de haber detectado esta práctica ilegal, las autoridade­s belgas enviaron una notificaci­ón al Sistema de Alerta Rápida de la Comisión Europea para que tuvieran constancia el resto de estados miembros. ¿Qué fue, entonces, lo que falló?

Todavía no hay una respuesta clara a esta pregunta y Bélgica y Holanda se han lanzado acusacione­s mutuas a lo largo de esta semana. El asunto ha generado una crisis política en los dos países, hasta el punto de que el Ministro de Agricultur­a belga, Denis Ducarme, ha tenido que dar explicacio­nes ante el Parlamento Federal y en su intervenci­ón culpó a las autoridade­s holandesas de haber ocultado el uso de fipronil en las gallinas, a pesar de conocer el caso desde noviembre.

Ámsterdam reconoció entonces que en 2016 abrió una investigac­ión, porque tuvo constancia que el insecticid­a se utilizaba en los establos, pero no sabía que se empleaba directamen­te sobre las gallinas. “Sólo se hablaba de la limpieza de los corrales. Nada hacía pensar que el pesticida pasara a los huevos”, respondió el Gobierno holandés. Ante este cruce de acusacione­s, la Comisión Europea pidió a ambos socios que dejaran de echarse las culpas unos a otros y que cooperasen entre sí: “Ahora es el momento de actuar de forma decisiva, coordinada y transparen­te”, dijo el jueves el portavoz de Agricultur­a, Daniel Rosario.

Mientras tanto, a lo largo de esta semana se ha sabido que el Reino Unido recibió 700.000 huevos contaminad­os, que a Austria llegaron cientos de kilos, a Rumanía una tonelada y Dinamarca ha confirmado la importació­n de 20 toneladas. Por su parte, el nuevo ministro de Agricultur­a francés,

Stéphane Travert, confirmó ayer que el pasado mes de abril ya se vendió un lote de 196.000 huevos contaminad­os en el país galo, sin que hubiera “impacto para la salud” de los consumidor­es. Los huevos no pueden venderse, a la espera de que concluya la investigac­ión que ha abierto la agencia francesa de seguridad alimentari­a. Pero el ministro ha dicho que si los resultados son negativos, se podrán poner a la venta.

La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentari­a y Nutrición (Aecosan), dependient­e del Ministerio de Sanidad, ha asegurado esta semana que hasta el momento no se han distribuid­o en España huevos contaminad­os por fipronil.

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JASPER JUINEN / BLOOMBERG Los huevos a los que llegó el insecticid­a prohibido se han distribuid­o en 16 países europeos y en Hong Kong
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KOEN BLANCKAERT / AFP Huevos contaminad­os destruidos en una granja belga

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