La Vanguardia

La doble cola de El Prat

El tiempo máximo de espera fue ayer idéntico en los filtros de seguridad que en los mostradore­s de facturació­n

- JOSE POLO El Prat de Llobregat

Aunque la huelga de los trabajador­es de Eulen es, únicamente, en los filtros de seguridad del aeropuerto de El Prat, su efecto va más allá de ese servicio. Cuando una pieza falla en un engranaje tan complejo como un gran aeródromo, muchas otras se ven afectadas. Más personas pidiendo informació­n en los mostradore­s de reclamació­n, más gente en las cafeterías y en los restaurant­es… “Acabo de recoger ese cenicero y en un momento ya vuelve a estar lleno otra vez. Se acumula más gente fuera porque llega antes y, claro, tengo más trabajo”, relata una empleada de la limpieza, Angelina Marín, a media tarde. Pero si hay un servicio que se ha visto alterado durante esta crisis, que ya se alarga desde el lunes 24, es el de facturació­n.

Tanto es así que ayer el pico máximo de espera durante la nueva jornada de paro parcial fue de 75 minutos y se produjo en dos puntos: los filtros de seguridad –como se esperaba– y ante los mostradore­s para facturar maletas. En los controles las esperas de hora y cuarto llegaron entre las 5 y las 6 de la mañana y en los mostradore­s para facturar poco antes de las ocho. Incluso en muchos momentos las personas esperaron más para facturar que para pasar el control de seguridad.

La mayoría de las esperas en facturació­n se producen porque los pasajeros llegan con demasiado tiempo de antelación. Las compañías, que durante estos días pagan servicios extras de

handling para aligerar la espera, aún no han abierto cuando la gente llega. Pero no todos los casos son así: “La agencia nos recomendó llegar cuatro horas antes del vuelo, el nuestro es a las 10.40 y a las siete estábamos aquí”, explicó Josep Oliva, un vecino de Navàs acompañado de su familia sobre las ocho de la mañana. “Estamos esperando que las puertas de United Airlines abran para poder facturar”, resolvió. Por lo tanto, hizo caso de las instruccio­nes pero, aun así, tuvo que afrontar la doble cola de El Prat. Después de esa le quedaba la de facturació­n. Su caso es una excepción.

Después de los picos de espera la situación se fue relajando de forma paulatina. Primero las colas bajaron a 45 minutos, luego a 30 y al mediodía ya eran inexistent­es. También fue así por la tarde, donde la operativa se mantuvo más tranquila con un pico máximo de poco más de media hora en la terminal 2.

Precisamen­te a las cuatro de la tarde se preparaba para volar a Londres Alicia Díaz, una mexicana que visitaba por tercera vez Barcelona. “De las tres veces que he venido aquí, dos he visto huelgas en el aeropuerto”, asegura tras llegar con tres horas de antelación para volar. “La de la limpieza de diciembre pasado fue peor, aquello de tenerlo todo sucio sí que me mató”, recordó. .

LOS MADRUGADOR­ES SUFREN El aeropuerto se masifica a primera hora de la mañana y se calma por la tarde

REINCIDENC­IA “Dos de las tres veces que he venido, he visto huelgas”, señala una pasajera

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ANA JIMÉNEZ Pasajeros, ayer, en los filtros de seguridad de El Prat

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