Un pedazo de paraíso
El Chiringuito de Garraf está a dos pasos de Barcelona
Frente a la costa de la Liguria Oriental, en la pequeña isla Palmaria, se halla ubicado un pequeño y encantador restaurante. En el atardecer, desde su terraza, se contempla la caída del crepúsculo envolviendo los pintorescos pueblecitos de Cinque Terre, mientras se disfruta de una tempranera cena llena de aromas de mar.
Pequeñas lucecitas, como en un pesebre, se van encendiendo en la costa cuando la penumbra la envuelve mientras se goza, en la mesa, de un plato de excelente pescado frito, del vecino golfo de La Spezia, o de una pasta fresca con el sabor de todo el Mediterráneo.
Una sensación parecida se tiene desde la terraza del chiringuito que hoy comentamos. Sentado a las mesas, instaladas sobre las rocas del macizo, se contemplan, en la lejanía, las playas de Castelldefels y, justo al lado, la recóndita playa del Garraf.
Sus singulares casetas vintage, reproducidas en numerosas publicaciones y anuncios televisivos, son toda una insignia del paraje.
En este idílico entorno, hace ya cuarenta años, Isidre Fausté, enamorado del paisaje, empezó a explotar este chiringuito.
Y hace casi diez años, Isidre encargó la dirección del establecimiento a Diego Ardite, quien, hoy, es la auténtica alma mater del lugar, junto a Marc, hijo de Isidre.
Diego rebosa simpatía, cariño y servicio ofreciendo y sirviendo, si es preciso, los platos que, con notable acierto, se elaboran en la cocina.
Comida sencilla, propia de un chiringuito de nivel, apetitosa y adecuada para comer bien en un día de playa o cenar estupendamente con un ambiente y clima excepcional.
La bodega es particularmente amplia considerando las condiciones del restaurante; el servicio eficiente y solícito.
Un cocina marinera, unos vinos adecuados, que se pueden disfrutar a dos pasos de Barcelona, gozando de este pequeño pedazo de paraíso.