“Aprender música debe ser un derecho humano”
La música y en concreto Bach ayudaron al pianista James Rhodes a superar el dolor y a salir del profundo pozo en el que cayó cuando con solo cinco años fue violado por su profesor de gimnasia. Unos abusos que duraron varios años y que marcaron profundamente su vida: drogas, alcohol, intentos de suicidio... No es extraño que cuando se le pregunta por la importancia de recibir una buena formación musical en la escuela sea así de categórico. “Aprender música debería ser un derecho humano, no un lujo”, afirmó ayer en una charla informal en la singular biblioteca del Castell de Peralada donde conversó durante una hora con el público que le acompañaba.
Asegura que la formación musical es en general mala en todos los países (“y eso es una tragedia ya que impide a los alumnos aprender”, afirma) y agrega que “la finalidad última de la educación musical debe ser mejorar a la humanidad”. Se remite a estudios científicos que corroboran ayuda a mejorar la concentración, la lectura, las matemáticas o las relaciones sociales.
Para este virtuoso del piano, la música “es el arte más profundo porque contacta con las emociones”. Emociones que aparecen también en su autobiografía Instrumental. Memorias de música, medicina y locura, convertido en éxito de ventas. “Me prometí a mi mismo que si un día tenía la plataforma para hablar de todo lo malo que me ha pasado, lo haría”, expuso este londinense que llena salas de concierto y también vacía estanterías.
Recientemente también ha publicado el libro Toca el
piano, que ayuda al lector a tocar el Preludio nº1 en Do
Mayor de Bach en seis semanas estudiando una media de 45 minutos por día. Se queda con el mensaje que recibió de un piloto mejicano jubilado. “Tras leer el libro, se compró un piano, contactó con una profesora que le diera clases y sintió que vivía sus mejores días”, dijo ayer con orgullo. Su próximo libro, que saldrá a la venta en noviembre, es una especie de diario de los viajes que ha realizado durante sus giras en España y Alemania.