La Vanguardia

“Le dije a mi padre que lo intentaría”

Ramil Guliyev, inesperado campeón del mundo del 200, revisa su victoria sobre Van Niekerk y Makwala

- SERGIO HEREDIA

En la noche del jueves, tres atletas comparecía­n ante un centenar de periodista­s. Ocurría en las tripas del Estadio Olímpico de Londres.

Los tres hombres, tres velocistas –Ramil Guliyev, Wayde van Niekerk y Jareem Richards–, venían de disputar la final de los 200 m, un laberinto de sensacione­s desembocan­do en un final desconcert­ante. Qué decepciona­nte epílogo: ningún atleta por debajo de 20 segundos.

¿Qué acababa de pasar?, se preguntaba­n 70.000 gargantas en el estadio. Las mismas que, dos horas antes, creían que iban a vivir un episodio para la memoria.

Si acaso, el doblete de Van Niekerk, que así hubiera emulado a Michael Johnson, al encadenar el título del 200 con el del 400.

Si acaso, la victoria de Isaac Makwala, un hombre contra el sistema, declarándo­se sano y no enfermo –ni necesariam­ente en cuarentena–. El ganador moral de estos Mundiales.

–Todos somos Makwala –podría haber dicho el hashtag.

Tan desconcert­ante había sido todo, tanto, que ni el ganador, el turco Guliyev (27), se lo creía:

–Yo miraba a la pantalla sin saber bien qué había pasado. Estaba convencido de que había llegado entre los tres primeros. Pero la victoria... No estoy en estado de shock. Pero aún lo confundo con la realidad.

Lo decía en ruso, que es como él habla, porque el inglés lo maneja a duras penas.

–Yo hablo y tú traduces, ¿vale? –le decía Guliyev a su traductor.

¿No debía haber sido este el gran momento de Van Niekerk...?

Tímido, con tics en la expresión y superado por las circunstan­cias, Guliyev parecía perdido. ¿Dónde estaba ahora aquel coloso de cuerpo tatuado, agresivo en la pista, ese blanco que se había colado en la fiesta del 200, territorio negro...?

–Usted, que había nacido en Bakú (Azerbaiyán), dijo que había pasado a Turquía hace cuatro años porque en su país no hay tradición atlética ni buenas instalacio­nes. ¿Cómo empezó a correr, entonces? –le preguntaba La Vanguardia.

–Yo hablo, tú traduce –le decía al traductor.

Esta es la transcripc­ión: “Mis padres eran atletas. Un día me llevaron a la pista. Antes había probado otros deportes. Pero ellos me dijeron: ‘atletismo’. Lo siguiente que hice fue competir. Mi padre me dijo: ‘¿Lo intentarás?’. Y yo le dije: ‘Lo intentaré’. En mi primera carrera gané. Luego fui repitiendo y así acabé siendo un atleta”. (sic).

Y así, cerrado en banda, se presentaba al mundo el nuevo campeón de los 200 m.

Un apunte. Sólo cinco blancos han bajado de los 20 segundos. Cinco entre 65 atletas: Mennea, Lemaitre, Kenteris, Urbas y Guliyev. El año pasado, Bruno Hortelano lo rondaba. Se quedó en 20s12. Luego tuvo el accidente de coche. Lleva un año sin competir.

–Volverá, Bruno volverá –insiste Alberto Armas, su representa­nte. Pero hablábamos de Guliyev. Un blanco entre negros. Y esa es una rareza. Hay que retroceder hasta los Mundiales del 2001, los de Edmonton, para presenciar una escena similar. Entonces había ganado el griego Kenteris, el mismo que tres años más tarde, en sus Juegos, en Atenas, hacía mutis por el foro: eludía un control antidopaje simulando un accidente de moto, y así le perdíamos la pista. Desde entonces,

BLANCO ENTRE NEGROS Guliyev es uno de los cinco blancos que han bajado de 20 segundos en el 200; cinco entre 60 negros SIN COMENTARIO­S “No puedo contestar”, dijo, al recordarle que cuatro de cinco grandes podios turcos habían dado positivo

Kenteris es como un fantasma.

A Guliyev le cuentan esas historias y tuerce el morro. Le comentaba un periodista: –Hasta ahora, cuatro de las seis medallas turcas en un gran campeonato han dado positivo. ¿Qué tiene que decir a eso? Mirando al traductor, decía: –¿Traduces...? Bien: nadie empuja a nadie a hacer algo que evidenteme­nte está mal. Todos son responsabl­es de lo que hacen.

Y abajo, entre los cronistas, un miembro de la Federación Turca voceaba algo en su idioma. Y luego, Guliyev decía: –No puedo contestar nada más. –¿Y se ve batiendo el récord de Europa de Pietro Mennea (19s72)? –le preguntó alguien.

¡Busquemos algo que trascienda, por Dios!, se decían los periodista­s.

Y ahí, Guliyev, que luce una mejor marca de 19s88, se dio lustre:

–Creo que ese récord está a mi alcance. Pero no puedes batirlo en unos Mundiales. Aquí hay tres carreras. Y para ir pasando rondas, debes equilibrar el esfuerzo. No puedes ir al límite, pero tampoco relajarte. Lo batiré. Eso estaría bien. El récord de Mennea es de 1979.

 ?? FRANCK ROBICHON / EFE ?? Ramil Guliyev cubriéndos­e la espalda con la bandera turca y el cuello con la de Azerbaiyán, el jueves
FRANCK ROBICHON / EFE Ramil Guliyev cubriéndos­e la espalda con la bandera turca y el cuello con la de Azerbaiyán, el jueves
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