Extrañas parejas en la corte de Marbella
La última vez que Ainhoa Arteta y Dwayne Croft coincidieron en un escenario ella huyó, presa del desamor, dejándolo solo en medio de un ensayo. El pasado martes, en vez de dejarlo plantado en escena, de nuevo, al verlo aparecer con una americana beis y zapatos blancos, la soprano guipuzcoana miró arrobada al barítono neoyorquino y siguió cantando. La primera escena, muy teatral, tuvo lugar el 23 de octubre de 2003 en el Palau de la Música de Barcelona y la segunda, en la cantera de Marbella en el marco del festival Starlite, donde se ha producido el reencuentro de la pareja que estuvo casada entre 1998 y el 2003. El matrimonio acabó como el rosario de la aurora y, además, provocó el alejamiento de los escenarios de
Ainhoa Arteta durante más de tres años. Pasado el tiempo, cerradas las heridas y con Arteta divorciada de nuevo de su siguiente marido, el jinete Jesús Garmendía, la soprano y el barítono vuelven a entonar canciones de amor. La razón de su reconciliación, artística de momento, ha sido el empeño de Sarah, la hija de 17 años que tienen en común, y el objetivo: buscar un nuevo camino para sus carreras
Marbella tuvo que ser con sus fiestas excesivas y sus veraneantes ilustres dispuestos a salir de casa todas las noches. Gracias a una gala benéfica convocada por la Asociación Española Contra el Cáncer, sucursal Marbella, se supo que José María Aznar sigue practicando los abdominales (él mismo explicó que hasta sus nietos le imitan) y que
Ana Botella se parece cada día más a Ana Belén. El ex presidente del Gobierno y su mujer coincidieron en la fiesta con Manolo Santana, la única leyenda viva del grupo formado por Pedro Carrasco, Paquito Fernández Ochoa, Severiano Ballesteros ,y Ángel Nieto, los héroes del deporte en tiempos del
“Contamos contigo”. Santana sigue casado con Claudia Rodríguez, su cuarta esposa, retratada
por Mila Ximénez, que fue la segunda, como una bruja depredadora, pero ahí está el tenista colgado de su escote.
Santana es también uno de los últimos supervivientes de la época dorada de Marbella, donde ahora se ha elegido nueva reina a la venezolana Raquel Bernal, millonaria desconocida hasta que protagonizó un matrimonio relámpago con el jinete Álvaro Muñoz Escassi, más conocido como el terror de las nenas. Bernal es la salsa de todas las fiestas que se convocan en Marbella y hace pandilla con otro venezolano ilustre, el gran Boris Izaguirre, mientras espera que mañana se celebre la cena benéfica que convoca Antonio Banderas, en la que año tras año logra, tras una intensa puja, quedarse el premio más codiciado: pasar una noche (casta, se supone) con el actor malagueño.
No hay verano que valga sin las habituales fiestas sociales de Marbella, donde pasan los años, pero siguen las ganas de lucir los brillos