Gabriel de Prado
MUSEU D’ARQUEOLOGIA ULLASTRET
El director del Museu d’Arqueologia de Catalunya Ullastret estima que con las nuevas excavaciones previstas para septiembre se obtendrán más datos para explicar mejor el importante yacimiento de la cultura ibérica.
Cuatro años después del excepcional hallazgo del foso defensivo alrededor de la ciudad ibérica del Puig de Sant Andreu en Ullastret y tras varios sondeos y prospecciones, un grupo de arqueólogos iniciará a finales de septiembre la excavación de un tramo ubicado en el suroeste de la fortificación. Este equipo de profesionales confía encontrar en esta zona delimitada, de 130 metros, un puente o una estructura construida que antiguamente podía dar entrada al yacimiento.
Así lo apuntan las investigaciones previas y, en caso de que finalmente se confirme, los objetivos a medio y largo plazo son ambiciosos. Una vez adecuada esta parte del foso para que sea visitable, se replantearán los accesos actuales al yacimiento a fin de recuperar esa antigua entrada con la idea de volver al itinerario original y se terminarán de excavar los cerca de 700 metros lineales restantes del foso. Todo ello permitirá redescubrir y dar una nueva imagen al conocido Ullastret, uno de los núcleos de población más relevantes de la edad de hierro en el Mediterráneo, y sin duda, el más importante de la cultura ibérica.
“Cambiará la visión del yacimiento porque no sólo había la muralla. El foso es tan o más importante que la muralla. Obtendremos más datos para explicar mejor el yacimiento”, subraya el director del Museu d’Arqueologia de Catalunya Ullastret, Gabriel de Prado. La excavación de dicho tramo, que según la Generalitat cuenta con un presupuesto de 106.000 euros, está previsto que termine a finales de año. Los trabajos se podrán ver de cerca. “Será un ‘abierto por obras’, que funciona muy bien. Los sondeos que hicimos también eran visitables y tuvieron mucho interés”, recalca el director. Está previsto que se alternen medios mecánicos y manuales. “Los sondeos previos han confirmado el material que hallaremos. Sabemos que no hay ánforas ni esqueletos y por lo tanto podemos excavar una parte con maquinaria, cosa que agilizará la faena”, agrega De Prado.
El actual foso, de 5 metros de profundidad y 10 metros (y en algunos hasta 15) de anchura, está excavado directamente en la roca, lo que habría permitido el posterior aprovechamiento de material de construcción en la muralla (que se construyó de forma simultánea) y otras edificaciones de la ciudad. “Esto significa que se llegó a extraer un volumen de piedra entorno a los 20.000 o 25.000 metros cúbicos”, detalla el director.
El descubrimiento del foso, que tiene un perfil en U, con una escarpa y contraescarpa muy pronunciados, y transcurre paralelo a la muralla occidental a una distancia de cerca de 10 metros, fue excepcional porque no era habitual que las fortificaciones de esta época, el siglo VI antes de Cristo, tuviesen este tipo de construcciones y, menos que fueran tan profundas o que estuvieran excavados íntegramente en la roca.
Los expertos ya sospechaban que ante la muralla había un foso pero las prospecciones de 2011 no dieron resultados concluyentes. En 2012 se continuó la búsqueda con la técnica de tomografía eléctrica 3D. En octubre de 2013 se hizo un gran sondeo longitudinal de la línea de muralla, con una superficie de 75 metros cuadrados que permitieron tener una visión completa de la estructura del foso. Este tramo, que todavía sigue al descubierto, se cubrirá con la tierra que se extraiga de la excavación. Actualmente, en las visitas y en las audioguías ya se aprovecha para poner en valor su relevancia. Además de la función defensiva y disuasoria de este monumental aparato defensivo, que lo convertía en una fortificación inexpugnable, es también una demostración del poder y prestigio de la sociedad donde fue erigido.
“Obtendremos más datos para explicar mejor el yacimiento”, subraya Gabriel de Prado