Pitufos camino del exilio
Los herederos del dibujante belga Peyo despojan al pueblo malagueño de Júzcar del título de “primer pueblo pitufo del mundo”
Los pitufos de la localidad malagueña de Júzcar tienen de plazo hasta el día 15 para abandonar su hogar y partir en busca de una nueva vida. Si no se llega a un acuerdo de última hora entre el Ayuntamiento, dirigido por el PP, y los herederos del dibujante belga Pierre Culliford, Peyo, esta localidad del valle del Genal perderá su condición de “primer pueblo pitufo del mundo”.
Puede parecer una broma, pero no lo es para las 240 personas que viven en Júzcar y, en general, para toda la población de la zona, una de las más deprimidas de Málaga. Desde el 16 de junio del 2011, cuando la localidad recibió el reconocimiento como pueblo pitufo, recibe una media de 50.000 visitantes anuales, que han relanzado su economía y sacado de la pobreza a los habitantes de este pueblo, totalmente pintado de azul pitufo, excepto una casa que se negó a ello y que el imaginario popular atribuye a Gargamel.
Tras ser elegido en un casting de pueblos, organizado por Sony, Júzcar ha acogido tres estrenos mundiales de películas relacionadas con los pitufos, cambió sus típicas fachadas blancas por el azul e inundó el pueblo con las figuras más populares de los pitufines. Todo iba sobre ruedas hasta que los herederos de Peyo, agrupados en la empresa International Merchandising Promotion & Services (IMPS), cayeron en la cuenta de que no habían recibido desde el 2011 ni un euro por royalties y derechos de imagen. También, que se estaban utilizando productos no oficiales, ya que al parecer sólo Papá Pitufo, Pitufina y el Pitufo Estudiante tenían los papeles en regla para vivir y trabajar en Júzcar.
Las conversaciones entre el alcalde y la empresa IMPS parecían ir por buen camino hasta que el pasado 2 de agosto la web del Consistorio publicaba una “nota importante a los turistas” en la que anunciaba que Júzcar era despojado de su título de primer pueblo pitufo del mundo. Los pitufos sin papeles (Gafotas, Goloso, Gruñón, el malvado Gargamel, etcétera) deben abandonar el pueblo mañana, 15 de agosto. Y los legales, también.
Al parecer, los herederos de Peyo están muy enfadados con el alcalde de la localidad, Francisco Lozano, que ha presentado el problema como una cuestión de avaricia, cuando el pago del 12% de los beneficios sobre ventas y actividades es algo estipulado por ley y hasta ahora Júzcar no había abonado nada. Ha sido el olvido de esta obligación por parte de los regidores municipales, y el intento de hacerles pasar por unos depredadores económicos a los herederos del dibujante, lo que ha terminado por romper las relaciones.
Ahora, las autoridades provinciales intentan que la situación se pueda reconducir antes de que se consume la expulsión de los pitufos de Júzcar. En parte, porque es su obligación, y en parte, porque se acaban de conceder 300.000 euros a la localidad para una serie de mejoras que faciliten la llegada y estancia de turistas. Entre estas mejoras, un aparcamiento a la entrada de la población, mejora de la señalización, creación de una tirolina y un parque en diferentes alturas y el pintado de dibujos oficiales en las fachadas.
ADOLFO S. RUIZ El pueblo no ha pagado desde el 2011 el 12% sobre los beneficios y ventas que establece la ley El Júzcar azul está en las guías y recibe unos 50.000 visitantes al año que han relanzado su economía
Pero si no hay pueblo pitufo, no hay turistas.
Pase lo que pase, las casas del pueblo seguirán manteniendo el color azul que ahora las distingue. Al menos, de momento. En la última consulta realizada a sus habitantes, el 87% de ellos aprobó seguir como hasta ahora. Pero eso fue antes de conocer el mazazo de que serán despojados del título de pueblo pitufo.
El único habitante de Júzcar que parece estar satisfecho con el rumbo que han tomado los acontecimientos es el propietario de la casa que aún mantiene el blanco inmaculado en su fachada. La casa del Gargamel local.