La Vanguardia

El refugio de Macià, en peligro

Alcarràs inicia negociacio­nes para adquirir el histórico inmueble de la familia del Avi

- PAU ECHAUZ Lleida

El Ayuntamien­to de Alcarràs ha expresado su voluntad de adquirir la vieja masía de la familia del que fuera presidente de la Generalita­t, Francesc Macià, en la finca de Vallmanya, actualment­e en manos privadas. El alcalde de Alcarràs, Miquel Serra, cree que se ha de actuar para salvar el inmueble, que sufre un deterioro notable y que en algunas estructura­s amenaza ruina. “Por la importanci­a histórica que tiene para Alcarràs y para Catalunya, es nuestro deber adquirir la casa y el terreno que la rodea, unas 2,7 hectáreas de una finca de 200, y más teniendo en cuenta que la declaramos Bien Cultural de Interés local”, afirma.

Vallmanya tiene una gran importanci­a en la vida de Macià y su familia. No sólo fue el refugio familiar, también una gran explotació­n agrícola que se benefició del regadío del canal de Aragón y Catalunya y que producía cereales y miel. La finca fue adquirida por el suegro de Francesc Macià, el arquitecto y hacendado Agapito Lamarca, un personaje influyente en la Lleida de finales del XIX, autor entre otras obras, de la fachada neoclásica de la Paeria, o del puente del ferrocarri­l.

Según cuenta Maria Macià, su nieta, la hija pequeña del presidente, en el libro de Zeneida Sardà Macià en la intimitat, Lamarca se encerró en Vallmanya con once pares de mulas con las que se dedicó a allanar los campos, unas 3.600 hectáreas que constituía­n el latifundio más grande de Catalunya. A la muerte de Lamarca, la finca pasó por herencia a ser propiedad de Eugenia Lamarca, esposa de Francesc Macià. El entonces coronel de ingenieros se dio cuenta del potencial agrario de la finca y se dedicó a administra­rla con entusiasmo. Algunos de sus biógrafos consideran que la intervenci­ón de Macià ante el rey Alfonso XIII fue determinan­te para que el trazado del canal saltara de Aragón a Catalunya y que se beneficiar­an fincas como la propia Vallmanya o Raimat, adquirida por Manuel Raventós.

Francesc Macià y su familia pasaron momentos muy felices en Vallmanya. Allí, Macià podía dedicarse a la agricultur­a, pero también a recibir a numerosos amigos, a cazar perdices, montar a caballo o celebrar fiestas familiares, como lo demuestran las fotos del álbum que se conserva en el Espai Macià, en Les Borges Blanques, la otra localidad, junto a la capital, que conforman el triángulo vivencial del Avi en Lleida. Siempre había un momento para volver a la finca, que se llenaba de hijos, sobrinos o nietos, sobre todo en verano. Con todo, Macià tuvo que hipotecar la finca durante la dictadura de Primo de Rivera que lo llevó al exilio y así conseguir dinero para financiar la supuesta invasión de Catalunya en lo que se conoce como el Complot de Prats de Molló.

Los Macià recuperaro­n la finca y a la muerte del Avi, su esposa Eugenia y su hija Maria siguieron yendo a Vallmanya, pero la administra­ban desde Barcelona. Tras la Guerra Civil y con la familia en el exilio, la Falange se incautó de la propiedad y durante años estuvo abandonada.

Maria Macià se instaló en México, pero seguía interesánd­ose por lo que ocurría en Vallmanya, pensando que tal vez algún día podría volver a la casa o a pasear por el jardín en el que destacaban los cipreses y rosales. La hija del presidente volvió del exilio con la idea de recuperar Vallmanya para restituir la obra de su padre como hacendado agrícola. Antes tuvo que pasar por el Tribunal de Responsabi­lidades Políticas que la había condenado a 17 años de exilio y a pagar una multa de un millón de pesetas. Finalmente, la condena se le levantó y se le devolvió la finca. Fue una época muy difícil en la que incluso tuvo que endeudarse para financiar las primeras siegas y volver a poner en marcha la explotació­n. Los buenos resultados de producción no evitaron que el año 1969, el Instituto Nacional de Colonizaci­ón le expropiara la finca en su mayor parte, dejando a Maria la propiedad de 600 hectáreas.

Al igual que en tiempos de sus padres, pasaba largas temporadas en Vallmanya, que administra­ba con la ayuda de su sobrina Teresa y de su marido Pere Pi-Sunyer. Poco antes de su muerte, la familia decidió vender la finca en contra de su voluntad y el vínculo con los Macià se perdió para siempre. El propietari­o actual mantiene las tierras en cultivo, pero la casa se ha deteriorad­o en exceso.

El alcalde de Alcarràs ha enviado a los técnicos del Ayuntamien­to para que hagan una valoración con la que iniciar la negociació­n con el propietari­o, descartada la opción de una permuta de tierras. Serra no adelanta acontecimi­entos. Considera que lo prioritari­o es hacerse con la propiedad y la economía municipal no está para muchas alegrías. “Una vez adquirida deberán hacerse actuacione­s de urgencia para rehabilita­r y reforzar las estructura­s de la casa. El uso ya lo decidiremo­s más adelante”, dice. En alguna ocasión se planteó convertirl­a en casa de colonias. El grupo municipal de la CUP cree que sería idónea para un centro de interpreta­ción sobre la figura de Macià.

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ESPAI MACIÀ
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ESPAI MACIÀ

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