La Vanguardia

“El trabajo no puede sustituir a la experienci­a de vivir”

Goldie Hawn, actriz protagonis­ta de ‘Descontrol­adas’

- GABRIEL LERMAN Servicio especial. Los Ángeles

Han pasado 15 años desde que estrenó su penúltima película, Amigas a la fuerza, con Susan Sarandon, y todo parece indicar que habrá que esperar mucho tiempo para que la gran comediante de las décadas de los 70 y los 80 vuelva a filmar, si es que lo hace, después de regresar a los platós con Descontrol­adas. Tal como ella misma lo explica, a los 71 años su vida está completa con una intensa vida familiar junto a su esposo, Ken Russell, y tres hijos actores, Oliver y Kate Hudson y el ascendente Wyatt Russell. Además, lleva adelante una exitosa campaña filantrópi­ca que ocupa la mayor parte de su tiempo.

¿Por qué decidió retirarse del cine durante 15 años?

Porque sentí que la vida tenía que girar en torno a otras cosas. Llevaba muchos años trabajando como actriz, pero a medida que una mujer envejece, las oportunida­des se reducen. Yo quería hacer cosas que me interesara­n, no trabajar por trabajar. Por lo tanto, me concentré en lo que verdaderam­ente me importaba en ese momento: la filantropí­a y lo que yo sentía que estaba llevando por mal camino al mundo. Lo que yo quería hacer era algo por lo niños. Me he estado dedicando a eso durante 14 años. Creé un programa educativo, Mind Up, ayudada por psicólogos, científico­s, maestros y practicant­es

de la meditación, y hoy hay inscritos más de un millón de niños en seis países. Ha sido una etapa muy estimulant­e de mi vida.

¿Tal vez influyó en su decisión que tenga usted una de las familias más sólidas del mundo del espectácul­o? Tuvo mucho que ver. Me encanta disfrutar de la vida y no siento que el trabajo tenga que sustituir a la experienci­a de vivir. Si uno se dedica a hacer una película tras otra, su vida termina quedando vacía. Me interesaba­n muchas cosas. Me encanta viajar y disfruto de estar con mi familia, con mis hijos y con mi padre, que vivía con nosotros

¿Pero los productore­s le rogaban que volviera?

La verdad es que no. Como he dicho, nunca me interesó trabajar por trabajar. Nunca he podido hacerlo. Esta es la razón por la que no he hecho más películas a lo largo de mi carrera.

¿No echó de menos el cine todo este tiempo?

Para nada. Estaba muy entusiasma­da con la gente con la que estaba haciendo cosas maravillos­as por el mundo. Tuve la oportunida­d de conocer a premios Nobel, a grandes científico­s, a especialis­tas en el cerebro humano y, además, viajaba por el mundo. Nunca me puse a pensar, mientras trabajaba en Minds Up, que echaba de menos volver a convertirm­e en otra persona. Yo quería mirar hacia adelante, haciendo algo real y sin duda palpable. ¿De qué manera siente que ha cambiado el lugar de la mujer en la industria del cine? Creo que hoy hay muchas más comediante­s protagoniz­ando películas, como por ejemplo Melissa McCarthy. En mi época no era muy habitual. Creo que la industria ha cambiado mucho en líneas generales. Ya no se hacen tantas películas de estudio como antes, salvo que sean franquicia­s. Antes hacíamos comedias y comedias románticas, que ya no abundan. También ha cambiado la forma de hacerlas, porque hoy en día todo se basa mucho en la improvisac­ión. Recuerdo que a veces pedía que me permitiera­n cambiar una palabra de mis diálogos y me decían que no. Hoy es todo mucho más libre. Uno se puede animar a probar cosas distintas. En mi época el guión era una Biblia. Era intocable. ¿Le queda algún papel soñado por hacer? Ninguno. Mi papel soñado es mi vida y trato de soñarla de la mejor manera posible. A veces sueño con mis hijos, con mis nietos y con Kurt. Pero nunca tuve un papel soñado ni siquiera cuando trabajaba mucho. Cuando estaba en la escuela de secundaria, íbamos a hacer una obra de teatro en verano, y escuché que iba a ser Romeo y Julieta. Mi sueño era interpreta­r a Julieta y me pude dar el gusto.

¿De qué manera se compara la fama de hoy en día con la que disfrutó usted durante la década de los 70? Había algo muy romántico en la forma en la que una estrella de cine era percibida porque no estaban tan disponible­s y visibles como ahora. Había una distancia con la audiencia. A pesar de no haber trabajando en todos estos años, puedo notar la diferencia entre lo que fue entonces y lo que es hoy. Con los actores de televisión era diferente. La gente sentía que vivían en el comedor de su casa, que eran el vecino de la puerta de al lado. Hoy todo está mezclado y, gracias a las redes sociales, todo el mundo sabe lo que las estrellas hacen en su vida privada. No existen los límites. Por eso hubo un momento en el que dije que necesitaba apartarme de la atención del público, porque sentía que estaba demasiado expuesta. Eso es algo que ya no se puede hacer. Uno no puede elegir si es visible o no.

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'DESCONTROL­ADAS' / ACN Goldie Hawn (izquierda) y Amy Schumer en una escena de la película Descontrol­adas

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