Estilo y patrimonio
El Femap es como el antiguo “teatro de la Barraca” que recorre Pirineus, y en lugar de copias de cuadros expone músicas, a veces muy originales, en buen acuerdo con sus alcaldes. Tiene su origen en la Seu d’Urgell, y allí se inauguró este año con una singular propuesta músicodanzaria sobre el Llibre Vermell . Lo lleva un equipo de entusiastas.
Estuvimos el día 7 en Ripoll con el reconocido Choeur de Chambre de Namur y un atractivo programa de obras de Heinrich Isaac (1470-1517) y Josquin Desprez (1440-1521). Un lujo, y tan diferentes como un ángel y un arcángel. El concierto abría el 38.º festival de Música de Ripoll. Y es que hay muchos pequeños festivales que aportan con entusiasmo.
Esta vez, en Sant Joan de les Abadesses –que tiene también su propio Festival del Comte Arnau–, el Femap propuso un concierto singular que se hizo también en Bossòst y Puigcerdà (cada programa recorre tres escenarios). Fue sobre El Grial,
lament de Perceval, programa elaborado con criterio a cargo de la formidable Capella de Ministres que dirige Carles Magraner. Este año el Femap tuvo apoyo de la Generalitat Valenciana, y la Capella es uno de sus distintivos. Su trabajo es reconocido en concierto y producciones discográficas, siempre monográficas, que como en el caso de El Grial aportan otra visión de la historia medieval y renacentista. Y qué mejor que escucharlas en el Monestir de Sant Joan de les Abadesses, coincidente en formas y significados. No faltó la maravillosa Hildegarde von Bingen, y las escenas trovadorescas en torno al Grial con Rigaud de Berbezilh que pasó sus últimos tiempos en España, alternando estas canciones con piezas instrumentales como el Lamento de Tristano; Cantigas de Alfonso el Sabio, canciones de Chrétien de Troyes, o el alegato de actualidad del comprometido y sensible Walther von der Vogelweide, referencias a Tanhäuser, y otras pequeñas joyas medievales que cantó con estupendo carácter y dicción María Jonas.
El grupo instrumental polivalente (cornamusas, arpa, laúdes, chirimías, y violas de arco) sobresalió en glosas y melodía en manos de Carles Magraner, Eduard Navarro y Robert Cases. Momentos muy bellos liderados por la cantante que supo aprovechar espacios y matices. Quizá deberían haber traducido los textos y hacer comentarios.
Es muy importante hacer músicas en coincidencia con los lugares, y no piano en Sant Pere de Roda, por ejemplo. Tener una política de programación conocedora de la historia y el valor del patrimonio. Sin ir más lejos, el trasiego monástico y trovadoresco en el Ripollès es significativo, y hay grandes especialistas en la materia. Y excelente disposición –diría– por parte del alcalde de Sant Joan. Quizá habría que hacer algo con el bar que contamina.