La Vanguardia

Salir mejorados

- J. DE PERSIA

Festival Albéniz Intérprete­s: Óscar Martín, piano Lugar y fecha: Monestir Sant Pere de Camprodon (15/VIII/2017)

Escuchaba hoy en la radio unas versiones de Fauré del gran pianista de Badajoz Esteban Sánchez (1934-1997), y pensaba en qué poco conocemos a nuestros grandes artistas. En vida pocos le hicieron caso; felizmente dejó varias grabacione­s hoy magistrale­s.

En otro sentido, pensé hace un par de días en Camprodon, lo importante que es el contacto en directo con nuestros jóvenes que –dada la escasa difusión de su trabajo fuera de su comunidad– corren el riesgo de transforma­r su música en silencio. En Camprodon, cuna de Albéniz, cada año –de manera ritual y, oh milagro, a pesar de los cambios políticos– se le rinde homenaje, y no sólo con unas flores, sino con una interpreta­ción de la suite Iberia, una de las obras más difíciles e importante­s del piano del siglo XX. Comenzó hace años Jordi Berdala esta tradición de que cada año se interpreta­se aquí –el único lugar de España y más allá–, renovando al intérprete. Una idea no fácil, dado que es cometido para muy buenos pianistas y no todos están en disposició­n de hacerlo. Muy distinguid­os acudieron a este escenario, que atesora nombres que exceden este espacio. Y más aún porque no lo hacen por suculento pago, sino a cambio de la medalla Albéniz que, en esta ocasión, como patrocinio privado, cedió la empresa Clinicum. Eso y un par de días de estancia en el entorno natal del gran compositor y pianista.

En esta ocasión el festival localizó a un joven pianista andaluz en su ciudad de Sevilla, que hace unos pocos años había grabado la suite. Se trata de Óscar Martín, no casualment­e discípulo de Ana Guijarro entre otros. Destacado en su tierra, es poco conocido más allá. Y que Iberia es un monumento a la modernidad lo dejó claro Martin, con una versión intensa –quizá demasiado elocuente en algunos pasajes con poco matiz, aunque en general de gran técnica. Trabajó con entereza y muy buenos logros. Sensibilid­ad y expresión en la Evocación, claridad en la articulaci­ón, concisión en la polifonía tan compleja, discurso sin amaneramie­nto y con una tensión interna muy difícil de sostener en tanta complejida­d. Hizo sonar las guitarras dentro del piano en Málaga (no hagamos mucho caso de los títulos), y dio vida a un fraseo muy personal y atractivo. El público recibió con entusiasmo esta Iberia y algunos salimos algo mejor de lo que éramos.

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