La Vanguardia

Icono temático de la música sin importar origen, clase ni estilo

- ESTEBAN LINÉS

La última vez que el tópico enervó a los medios pero que encantó al incondicio­nal del pop fue cuando Ed Sheeran publicó su exitoso Barcelona, repleto de lugares comunes. Y lo cantó en un Palau Sant Jordi que lo coreó entusiasma­do: “Las Ramblas, I’ll meet you, (...) Drinking sangría, mi niña, te amo, mi cariño”.

Y es que para bien o para mal la realidad es tozuda y la Rambla es bastante más que una atracción turística (que el grupo de heavy pop Las Ruinas describe con chanza en Cerveza beer: “Por Sant Pau llego a la Rambla / los guiris cantan: ‘para bailar la Bamba’”) o una vía que sintetiza una parte significat­iva de la historia de Barcelona. La música popular la ha convertido en tema recurrente sin distinción de clases sociales, procedenci­as geográfica­s o capillas estilístic­as. Porque es igual de sincera y sentida la afectuosid­ad a su modo que encierra la canción de Ed Sheeran que la entregada proclama ramblista de aroma provocador pero de perfil eterno que enhebró Jaume Sisa en forma de Han tancat la Rambla: “Han fet fora a tothom / Han buidat els arbres / Dels ocells i les flors / Quina nit més trista”. La compuso en 1979, cuando se hacía acompañar del grupo Melodrama. Una devoción, por cierto, que alcanzaría su máxima entrega tres años más tarde con su álbum más insólito, el monotemáti­co y plurilingü­e Barcelona postal.

A menudo esta atracción ramblista sintetiza la seducción que despierta en general la Ciudad Condal como urbe estética, tolerante y de acogida: una de las loas más memorables fue la que cantó a principios de los cincuenta el maestro de pasodobles y boleros Jorge Sepúlveda, Qué bonita es Barcelona: “Qué bonita es Barcelona, / la ciudad de mis amores. / Qué delicia es contemplar / las mujeres pasear / por la Rambla de las Flores”. Y en otra galaxia conceptual, la icónica Negra flor de Radio Futura, o la indispensa­ble La Rambla de Quimi Portet, cosecha de 1997.

Las fidelidade­s, amores y devociones que ha despertado y despierta esta arteria barcelones­a no ha entendido de apriorismo­s, y sí de útil referencia biográfica, vital y sentimenta­l. Han sido los músicos alejados del mainstream los que han ensalzado su poder de atracción en tiempos más contemporá­neos, como Manu Chao, que alumbró su célebre Rumba de Barcelona en 2002 (con su estribillo “Rambla pa’quí Rambla pa’llá”), Gerard Quintana y su desnudo Barcelona en colors o las Noches en BCN, rapeada por el barcelonés ZPU donde recita “(...) nigerianas lanzan besos rotos en las Ramblas”.

Los rumberos han sido más que notables valedores del embrujo del enclave. Comenzando por Peret con el olímpico

Gitana hechichera (“Pa’ subir al cielo: vente al Paralelo. / Para ahogar las penas: fuente Canaletas”) o acabando en Las

Ramblas de Barcelona, del inefable Sebastián Pirris en 1973, o la enrollada y mestiza Porteño de Barcelona, de La Familia Rústika.

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ÀLEX GARCIA / ARCHIVO Jaume Sisa y Quimi Portet, en el Palau Sant Jordi en el año 2001

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