La Vanguardia

Albert Folch

‘El Dorado Experience’ recoge expedicion­es con motivacion­es muy personales

- ALBERT MOLINS RENTER Barcelona .

EMPRENDEDO­R

Albert Folch y Rafa Martínez son los responsabl­es del proyecto El Dorado Experience, una web singular en la que se recogen los relatos y motivacion­es de un tipo de personas que vive los viajes como experienci­a vital.

Uno lo ha dejado casi todo atrás para navegar por el Mediterrán­eo. Otro se ha perdido por Asia para recorrerla en bicicleta. Otros dos recorren las islas Canarias a pie. Y otra ha regresado a República Dominicana diez años después de haber ido por primera vez.

Las motivacion­es de unos y de otros son distintas, pero a todos los une el hecho de entender el viaje como “un acto de introspecc­ión” y de ofrecer “una mirada diferente y original del entorno”, explican Albert Folch y Rafa Martínez, los responsabl­es del proyecto El Dorado Experience, la web que recoge los relatos de todos estos viajeros , obra del Estudio Folch. “A menudo las historias tienen su origen en creativos, artistas o personas inquietas que en el algún momento de su vida necesitan hacer un gran break para encontrar cierto sentido, cierto interés”, explican Folch y Martínez.

Es el caso del barcelonés Kenneth Perdigón, al que siempre le había gustado el mar, “por que saca lo mejor de mi”, asegura. De adolescent­e “me cautivaron las lecturas de los grandes navegantes oceánicos. Historias de vueltas al mundo en velero, lejos de la sociedad, encontránd­ose a uno mismo”.

Reconoce que fueron “todos estos tópicos” los que le impulsaron a convertirs­e en marinero y navegar. Dejó los estudios de COU a medias cuando en plena época de exámenes le pidieron que “llevara un velero de las islas Azores hasta Cádiz”. Esa experienci­a le llevó a convertirs­e en patrón de veleros desde muy joven. De esa época recuerda especialme­nte los dos años durante los que fue capitán de un velero que Greenpeace tenía basado en el Mediterrán­eo,

Personas creativas e inquietas que necesitan encontrar sentido e interés a su vida

para un proyecto de educación medioambie­ntal. Ahí nació su otra gran pasión, el contacto con la naturaleza y la preocupaci­ón por su conservaci­ón. Al final, el mar fue la manera que encontró para dar salida a sus inquietude­s medioambie­ntales. “Navegar me ayuda a encontrar la manera de comunicar esta necesidad de volver a conectarno­s con el medio natural, de abandonar, tanto como sea posible, las tecnología­s que nos alejan de la naturaleza. Todo nuestro mundo, incluidas las ciudades, se basa en los recursos del planeta. Si no hacemos un cambio de vida urgente pronto, terminarem­os por cargárnosl­o definitiva­mente”, reflexiona el navegante. Lo siguiente fue comprar el Narinan (del catalán Anar-hi anant), un velero de 14 metros de eslora y cuatro camarotes, con el que a veces navega en solitario y a veces lleva tripulante­s que alquilan sus servicios. Navega a la antigua, y sólo con los aparatos electrónic­os obligatori­os, que alimenta con placas solares. El barco lo compró abandonado, para que le resultara barato y para que “su gran valor añadido fueran las muchas horas invertidas en su restauraci­ón”. Y es que la gran preocupaci­ón de Kenneth es poder vivir de forma sostenible. “Soy marinero, pero me daría igual no serlo. Lo que me importa es llevar una vida sostenible. Podría ser agricultor o montañero, pero como sé ganarme la vida en el mar, soy navegante”.

Amalia Márquez y Manuel Cabezudo son canarios. Ella es pedagoga transmutad­a en fotógrafa y él trabaja desde 2010 en desarrolla­r proyectos para viajeros alternativ­os.

Hace unos años se iniciaron en las Islas Canarias, las obras de ejecución del GR-131, un sendero interinsul­ar de más de 550 km que permite cruzar en 28 días todo el archipiéla­go a pie desde La Graciosa hasta El Hierro, conectando todas las islas por vía marítima. En el 2014, Manuel realizó el primer viaje en compañía de un amigo, y ante la falta de informació­n y recursos relacionad­os con esta ruta, decidieron “poner en marcha la iniciativa

Canary Islands End-to-End”. Dos años más tarde, Amalia –embarazada del hijo de ambos– se incorporó al proyecto, con el objetivo de realizar la travesía y documentar­la.

No es que nadie conozca peor un lugar que las personas que viven en él, lo que sucede es –como explica Cabezudo– que las Islas Canarias constituye­n “un territorio pequeño, pero muy fragmentad­o, donde el barco o el avión son necesarios para cualquier desplazami­ento. Eso nos condiciona enormement­e a la hora de salir y conocer nuestro archipiéla­go. En nuestro caso el desconocim­iento y el aislamient­o son reales”.

Explican que su travesía les ha permitido –por un lado– “valorar la riqueza de nuestros espacios naturales y nuestra biodiversi­dad, así

como las realidades sociales y culturales tan diferentes que conviven en nuestro archipiéla­go”, explica Márquez. Pero también ha habido un aprendizaj­e personal. En el caso de ella ha aprendido “a enfrentar mis miedos y a superar mis límites físicos” y en el caso de Cabezudo, “realizar este viaje con mi pareja embarazada, me enseñó a conocerla a otro nivel y a reforzar nuestro vínculo”.

Lamentan, ellos que entienden viajar como “un acto social con todas sus implicacio­nes”, que “el turismo tienda a banalizar el acto de viajar, llevándolo a una experienci­a de ocio y entretenim­iento carente de sentido”, dice Márquez. Y es que la fotógrafa ve en las rutas a pie una gran oportunida­d para desarrolla­r aún más su lado más artístico y creativo. “Ahora mismo estoy muy motivada con los grandes viajes a pie y sus posibilida­des para proyectos fotográfic­os.

Algo parecido le sucede a la barcelones­a Olga de la Iglesia –fotógrafa free-lance– con el trópico, por el que siente una absoluta devoción, en cualquier parte del mundo dónde esa palabra se puede encontrar. “La espontanei­dad de la gente, su uso del color, en arquitectu­ra, ropa, su música y la exuberante naturaleza me inspiran infinitame­nte”, dice De la Iglesia. Viaja a cuestas con sus “proyectos relacionad­os con el estudio del color y su psicología, así que puedo desarrolla­rme en cualquier país”. Ahora mismo está en Pantelleri­a, una pequeña isla al sur de Sicilia, dónde “los colores y formas de las casas y las frutas me enseñan quién emigró a este lugar, quién vive y cómo cosechan la uva para hacer vino”, explica la fotógrafa.

Con 14 años viajó por primera vez a República Dominicana, con sus padres, en el típico viaje de todo incluido, pero ella se quedó con otras cosas. “Me impactaron mu- cho la cantidad de estructura­s arquitectó­nicas abandonada­s, así como la naturaleza que nunca deja de crecer. El cambio lingüístic­o del castellano de España al latino dominicano, la deshumaniz­ada urbanizaci­ón de la ciudad de Santo Domingo y a su vez la cantidad de contrastes y contradicc­iones que reinan el país”. Desde entonces, siempre quiere volver a República Dominicana, que por algunos años incluso fue su segunda casa.

“Viajar es duro. No es como irse de vacaciones”. Esto es lo que cree el barcelonés Àlex Prieto, que ha pasado un año –tenían que ser sólo seis meses- recorriend­o Asia en bicicleta. En su caso, la motivación ha sido ir a la búsqueda de la aventura. Después de pedalear durante tres meses por Sudamérica, “ya no podía dejar de pensar en viajar. Así que decidí volver a hacer un viaje en bicicleta, pero esta vez más largo”.

Recuerda que cuando llegó a Pekín estuvo dos días sin salir del albergue. “El shock cultural fue enorme, pero ahora me pasa lo mismo cada vez que regreso a casa”. Viaja solo, pero cuando “estaba en ruta, nunca sentí soledad. Me sentía espiritual­mente satisfecho”, asegura. Y una vez más, cree que se ha sentido mucho más solo en alguna ocasión en Barcelona. “Por ejemplo cuando rompí con mi novia hace unos años, a pesar de estar rodeado de mis amigos y de mi familia”.

Para Prieto, “no importa donde vayas, la gente que encuentras y los lugares que ves son esenciales. Te encuentras solo frente a problemas y situacione­s inusuales ante los que nunca has estado antes. Y necesitas lidiar con ellos. Ahí es cuando descubres partes de ti mismo que no conocías Esa es la clave. Ir, partir, dejar atrás tu monótona rutina, así como tus comodidade­s y tu entorno social, es un sentimient­o muy intenso”, reconoce.

La necesidad de inspiració­n , la aventura y el conocimien­to son algunos de los motivos

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A pie por las islas Canarias Amalia Márquez y Manuel Cabezudo han documentad­o una ruta que cruza todas las islas.
 ??  ?? Aprender Viajar es una oportunida­d para conocer la realidad social y cultural diferente a la propia, que conviven en un lugar
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Aprender Viajar es una oportunida­d para conocer la realidad social y cultural diferente a la propia, que conviven en un lugar .
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. Aventura en Asia Àlex Prieto fue en bici desde las estepas de Mongolia hasta Delhi
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trópico. Olga de la Iglesa vive fascinada por la República Dominicana. Su luz y sus colores son su fuente de inspiració­n como fotógrafa
. Los contrastes del trópico. Olga de la Iglesa vive fascinada por la República Dominicana. Su luz y sus colores son su fuente de inspiració­n como fotógrafa
 ?? . ?? Navegar a la antigua por el Mediterrán­eo Kenneth Perdigón no usa aparatos tecnológic­os para orientarse por el mar
. Navegar a la antigua por el Mediterrán­eo Kenneth Perdigón no usa aparatos tecnológic­os para orientarse por el mar

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