El peso del yihadismo marroquí
Los datos que se van conociendo sobre los presuntos autores de los atentados de Barcelona y Cambrils apuntan a una trama yihadista formada fundamentalmente por ciudadanos marroquíes. No puede sorprender esa composición porque los ciudadanos del país magrebí constituyen el grueso del radicalismo islamista violento que opera en España y, de forma particular, en Barcelona y el resto de Catalunya.
El yihadismo de origen marroquí constituye una amenaza para España, Francia o Bélgica por el peso de los nacionales del país vecino en la emigración residente en estas tres naciones, pero representa una amenaza de primer orden para el propio Marruecos, cuyas autoridades están reclamando un mayor intercambio de información y más colaboración con los países de esta orilla del Mediterráneo.
Estimaciones no oficiales, calculan que entre 1.600 y 1.700 ciudadanos de Marruecos se han desplazado en los últimos tres años a Siria o Irak para combatir en las filas de los grupos extremistas. Muchos de ellos están regresando a Europa o a su país a la vista de que el proclamado Estado Islámico se está desmoronando como consecuencia de las derrotas que sufre a manos de las diferentes coaliciones que le combaten.
La vuelta de estos retornados con experiencia terrorista inquieta a Rabat, máxime teniendo en cuenta la inestabilidad de la región: Libia se ha convertido en un no Estado en el que campan toda clase de extremismos, en la zona sahariana operan diferentes siglas yihadistas, algunas adscritas a Al Qaeda o el Estado Islámico, y la colaboración de Rabat con Argel es inexistente.
La radicalidad yihadista en España tiene también pasaporte marroquí. Durante el pasado año se practicaron en España 69 arrestos de otras tantas personas sospechosas de vinculaciones con el terrorismo islamista. De esos detenidos, 31 eran ciudadanos de Marruecos, cifra superior a los de nacionalidad española que eran 25, tres de ellos de origen marroquí. Hasta el mes de julio pasado, la cifra oficial de radicales que habían salido de España para combatir en Siria e Irak se elevaba a 216, de los cuales el 64% eran de nacionalidad marroquí. En lo que va de año, casi el 54% de los 54 detenidos por yihadismo eran de la misma nacionalidad.
Todos los parámetros que se analicen llevan a la misma conclusión: la presencia en las filas del terrorismo yihadista de una mayoría de ciudadanos marroquíes. Pasa algo parecido cuando se examina la cifra de menores de edad que se han sumado a las filas de la yihad. Esto es relevante si se tiene en cuenta que el principal sospechoso del atentado de Barcelona apenas tiene 17 años. El juez de Vigilancia Penitenciaria y de Menores, José Luis Castro, expuso el pasado mes de julio algunos datos significativos en un curso sobre el terrorismo internacional organizado en El Escorial por la Fundación Víctimas del Terrorismo y el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo. Entre el 2003 y el2008 sólo se registró el caso de un menor juzgado en relación con terrorismo yihadista, en concreto la del 11-M. Entre el 2015 y julio del 2017, sin embargo, la cifra de menores encausados que habían llegado al juzgado se elevaba a 27, lo que ponía de relieve la creciente implicación de jóvenes en el movimiento yihadista, como se ha corroborado en Barcelona.
Según los datos del juez, la mayoría son menores de nacionalidad española, aunque de origen marroquí, procedentes de Ceuta, Melilla o Catalunya, que se radicalizan por internet. Proceden de familias “muy pobres” en las que se dan “situaciones calamitosas”, con ausencia de control familiar sobre el menor.
El pasado año se conoció una sentencia del Tribunal Supremo en la que se condenaba a una red de reclutamiento que operaba en Ceuta y Marruecos y que entre el 2012 y el 2013 captó y envió a Siria nada menos que a una treintena de yihadistas tanto españoles como marroquíes.
Todos estos datos han impulsado la colaboración policial y judicial con Marruecos, colaboración que resulta muy estrecha y que se parece a la desarrollada con Francia en la lucha contra ETA.
Los cuerpos policiales de los dos países intercambian información y desarrollan operaciones conjuntamente, hasta el punto de que agentes de los dos países se desplazan al país vecino para participar o seguir de cerca las investigaciones. El pasado 25 de abril, por ejemplo, los Mossos d’Esquadra desarrollaron una operación con la Policía Federal belga y los servicios antiterroristas de Marruecos en la que fueron detenidos nueve sospechosos, ocho de ellos nacionales del país vecino.Agentes belgas y de Marruecos se trasladaron a Barcelona para seguir las investigaciones de cerca. La DGST marroquí y el Cuerpo Nacional de Policía desarrollaron otra operación conjunta el 8 de mayo en Badalona, Salou y Tánger para desmantelar una célula del Estado Islámico.
Las fiscalías antiterroristas de Francia, Bélgica, España y Marruecos tienen constituido un grupo permanente de trabajo para intercambiar experiencias e información a fin de conseguir más eficacia en su trabajo.
Las autoridades españolas y marroquíes son conscientes de que se enfrentan a una amenaza compartida en el que la seguridad de cada país sólo puede conseguirse si se garantiza la seguridad de todos.
Se calcula que entre 1.600 y 1.700 marroquíes se han desplazado a Siria e Irak a combatir
F. DOMÍNGUEZ, director Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo