Preguntas por responder en Ripoll
UNA de las claves de la terrible matanza de la Rambla y del posterior enfrentamiento entre terroristas y policía de Cambrils, reivindicados por el Estado Islámico, es conocer cómo y cuándo se fraguó la célula yihadista compuesta por una docena de jóvenes. Una de las pistas principales se sitúa en Ripoll, tranquila localidad prepirenaica de poco más de 11.000 habitantes. Sorprende que la capital de la comarca catalana con un menor índice de inmigración –no llega al 9% de su población– sea el centro desde donde se proyectó una acción terrorista que ha causado 14 muertes y un centenar largo de heridos, pero que hubiese podido ser mucho peor de no mediar la explosión accidental de Alcanar, en el otro extremo de Catalunya.
La mayoría de la población inmigrante del Ripollès, casi el 50%, es de origen magrebí, un colectivo notablemente integrado en la sociedad, sin que hasta ahora hubiera noticias de problemas graves. Los propios ciudadanos de Ripoll se sorprenden de que aquellos mozalbetes que compartían aulas en el instituto o jugaban al fútbol con sus hijos hayan sido capaces de cometer los atentados que nos afligen. Pero los hechos son los que son: de los doce involucrados en los atentados del pasado jueves en Barcelona y Cambrils, ocho residían en Ripoll. La mayoría llevaban años en Catalunya, como es el caso de los hermanos Oukabir, Driss, detenido, y Moussa, muerto en Cambrils, de tan sólo 17 años, y al que en un primer momento se le atribuyó la conducción la furgoneta que sembró el terror en la Rambla. De los cinco terroristas abatidos en Cambrils, tres y el huido Younes Abouyaaqoub, de 22 años, principal sospechoso de la masacre, vivían en Ripoll, mientras otros cuatro magrebíes residentes en esta localidad permanecen detenidos.
Por tanto, resulta de capital importancia conocer la forma en que esos jóvenes fueron captados para la causa yihadista, teniendo en cuenta que Ripoll está muy lejos de ser una Molenbeek, la ciudad belga de donde partieron los yihadistas que atentaron en París, en Bruselas e incluso, mucho antes, en Madrid. El primer elemento que han destacado los investigadores es la extrema juventud de la mayoría de los involucrados, lo que les podría convertir en una presa fácil de la propaganda terrorista. Hasta ahora han aparecido dos posibles pistas de esa captación: de una parte, el imán del centro de oración y, de otra, un marroquí procedente de Francia, de unos 40 años, al que en las últimas semanas se vio frecuentando ese grupo de jóvenes magrebíes. Aunque no se debe descartar que ambas pistas estuvieran relacionadas. Los Mossos entraron ayer en el domicilio del imán para obtener huellas de ADN y cotejarlas con las de los cadáveres de Alcanar. Si uno de ellos perteneciera al imán, podría aclararse el origen de esa captación fatal.
Al margen de la pista de Ripoll los investigadores destacan, como apuntábamos, la juventud de los terroristas. Coincide además con la edad del marroquí autor de un apuñalamiento masivo el viernes, con resultado de dos muertes y ocho heridos, en Turku (Finlandia): sólo 18 años. Una bisoñez que coincide con la circunstancia de que ninguno de los 12 implicados tenía antecedentes ni estaba fichado, tampoco habían estado en zonas de conflicto, ni siquiera a la mayoría de ellos se les conocía por sus actividades religiosas. Una invisibilidad que les convierte en potencialmente más peligrosos y que obliga a los servicios de inteligencia y policiales a extremar sus investigaciones y a los servicios sociales a mantener las alertas. Quedan preguntas por responder en Ripoll.