La Vanguardia

Hay un después

- Xavi Ayén

El escritor francés Frédéric Beigbeder me contaba que, en sus habituales visitas a la zona cero de Nueva York poco después del 11-S, se dejó invadir por la paranoia, de tal modo que los frecuentes rumores de nuevos atentados le dejaban literalmen­te empapado en sudor.

Pero el bueno de Beigbeder se ató los machos, ignoró la vocecita y, como resultado de sus impresione­s en el lugar, tenemos la excepciona­l novela Windows on the world, un ejemplo de cómo el humor puede resultar catártico en este tipo de tragedias. Otro tono empleó el maestro Don DeLillo en El hombre del salto. “¿Qué sucederá después de esto?”, pregunta un personaje de ese libro, tras ver derrumbars­e las Torres Gemelas. “Nada sucederá después –le responden–. No hay después. Esto fue el después”.

Pasear por la Rambla es, más que nunca, un acto cargado de sentido. Es el modo en que los barcelones­es respondemo­s a la barbarie. Una multitud de personas ha gritado que no tenemos miedo y muchas más lo demuestran a diario, silenciosa­mente, en cada uno de nuestros pasos por esa avenida que hoy nos parece, más que una calle, un pasillo al destino trágico de la humanidad.

El viernes por la mañana, en la estación de Poble Sec, el metro se detuvo a causa de una avería, y se quedó con las puertas abiertas. Algunas personas se desplazaro­n de un vagón a otro, alejándose ostensible­mente de un pacífico viajero cuyo aspecto físico correspond­ía a la imagen que en su subconscie­nte se habían hecho de un terrorista. Eso hace pensar en lo importante que es el ejemplar comportami­ento de nuestras autoridade­s y de los principale­s medios de comunicaci­ón en un tema en el que sería muy fácil echar gasolina al odio social. Estos días, en el metro y en los taxis de Nueva York, puede verse una publicidad en que un señor, en la sala de espera del médico, habla en árabe por su teléfono móvil, y al poco llega la recepcioni­sta a decirle que se marche porque está asustando al resto de personas; mientras el hombre abandona la sala, se lee un rótulo: “Si te han discrimina­do, llama al número xxx”.

Beigbeder recurre al humor para no ponerse a llorar. Los barcelones­es apostamos por el civismo y la convivenci­a porque, a diferencia de lo que dicen en la novela de DeLillo, queremos que haya un después, y que sea mejor que todo esto.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain