La Vanguardia

La Boqueria reabre con el corazón en un puño

Los tenderos dicen que no dejarán que el terror cambie nuestro modo de vida

- LUIS BENVENUTY XAVIER CERVERA (FOTOS) Barcelona

El silencio entre los puestos del mercado de la Boqueria se antoja ensordeced­or. Son poco más de las siete de la mañana. Los tenderos disponen el género en sus mostradore­s sin apenas cruzar palabra, un tanto aletargado­s, en ese estado de desconcier­to que únicamente proporcion­a el in¡hay somnio. Aquí hoy todo el mundo tiene mucho sueño...

“¿Sabes cuándo te mueres de sueño pero no puedes dormir por mucho que lo intentes? Yo es que apenas me duermo un rato pero luego me despierto enseguida y ya no me puedo volver a dormir –dice Rosario Gayo mientras despacha vasos de zumos de frutas–. No me puedo librar de la imagen de la gente entrando en el mercado a toda velocidad, corriendo con el rostro aterroriza­do –agrega la frutera a medida que el rostro se le compunge–. Se trata de una imagen que me viene a la mente a cada rato. Se me planta en los ojos y... Además una de las fallecidas trabajó aquí hace un año, una chica argentina que dentro de poco iba a cumplir 41 años. No es que mantuviéra­mos un contacto muy cercano, pero cada vez que pasaba por el mercado se acercaba al puesto a saludarnos... y ahora está muerta ¿te das cuenta? de repente... Me cuesta mucho hacerme a la idea”.

Los tenderos del mercado de la Boqueria hicieron ayer de tripas corazón y reabrieron sus puestos. No resultó sencillo. Fue otra respuesta al terror que atacó Barcelona. “Es que estamos muy mal , todo el mundo... Hace un momento vino el afilador a afilar los cuchillos de los carniceros y una señora se asustó mucho y dijo un hombre con un cuchillo, hay un hombre con un cuchillo! –tercia Laura Patau, también despachand­o vasos de zumos de frutas–. Yo tengo todo el cuerpo cortado desde el mismísimo jueves. Trato de echarle buen rollo, de poner lo mejor de mí, pero en verdad me encuentro fatal. Lo que pasa es que no podemos quedarnos en casa. Tenemos que salir adelante. Tenemos que demostrar que no tenemos miedo. Yo ayer lo único que hice fue mirar la televisión todo el rato, una noticia tras otra... Apenas salí a la calle para darle un paseo al perro. Y así pues lo único que consigues es sentirte peor. Y también me sabe muy mal por los moros, porque ahora mucha gente se pone a hablar muy mal de ellos. No es justo que generalice­n de esa manera”.

El Ayuntamien­to avanzó ayer que durante la próxima semana un equipo de profesiona­les del centro de emergencia­s sociales

de la ciudad se acercará al mercado para ofrecer la posibilida­d de recibir asistencia psicológic­a a todos los trabajador­es del equipamien­to. La propia teniente de alcalde de Servicios Sociales, Laia Ortíz, llevó ayer unas cuantas pegatinas con el número de teléfono del servicio. A medida que avanza la mañana crece el flujo de visitantes, y a ratos podría decirse que vivimos un sábado cualquiera de agosto. De repente a uno el lugar le parece muy bonito, mucho más que hace una semana ¿por qué se meten tanto con la Boqueria? Sus zumos son excelentes. Los turistas se aprovision­an de brochetas de carne o pescado, cucuruchos de daditos de jamón y raciones de paella y bandejas de sushi. Al poco la plaza Gardunya, la que queda justo detrás, se convierte en el improvisad­o merendero del take away más grande de Catalunya. Todo parece tan trivial... Pero los pequeños detalles marcan la diferencia: las miradas un tanto ausentes, los murmullos más cercanos al silencio que al bullicio, incluso los guiris se están mostrando especialme­nte discretos. Ninguno de ellos se atreve a hacerse una fotografía jugando con la pinza de un bogavante. Nadie hace el tonto. Todo el mundo trata de comportars­e con mucha discreción, como correspond­e durante un duelo. Dos jóvenes turistas muy arregladas se hacen la típica selfie un millón de veces inmortaliz­ado en el acceso principal de la Boqueria. “Ay, y esto para qué lo haces”, le dicen avergonzad­as al fotoperiod­ista que acaba de inmortaliz­arlas. Lo habitual en estos casos es que el turista le pida al fotógrafo que le envíe una copia de la fotografía por correo electrónic­o. Un recuerdo de su recuerdo... Pero hoy al menos aquí nadie quiere que le tilden de frívolo.

“Sí, parece un día normal pero no es nada normal –dice el vigilante de seguridad Manuel Navarro–. ¿Sabes cuando todo el mundo está pensando en lo mismo pero todo el mundo procura no hablar de ello? Yo estoy tratando de resetear mi mente, de volver a empezar... pero el dolor lo tengo muy incrustado en el corazón. Joder, nunca consigo acordarme del número de teléfono de mi mujer y no consigo olvidar ese sonido, ese clac, clac, clac...”. Clac, clac, clac... como el paso de un vehículo que circula con las ruedas pinchadas sobre un montón de badenes. “Pero ese clac, clac, clac era el ruido que producía la furgoneta cada vez que atropellab­a a una persona. Y después salí a la Rambla, y vi cosas que... No consigo sacarme todo esto del corazón. Una parte de mí, lo que me pide de verdad, es encerrarme en casa y no venir nunca más a este mercado. Pero otra parte me dice lo contrario, me dice que si nos encerramos le estaremos dando la victoria a los terrorista­s. Y eso no lo podemos permitir. Además, aquí vivimos del turismo, ¿qué pasará si los turistas ven que tenemos miedo?”. Al principio, el camino del sufrimient­o se dibuja muy corto, pero luego se enquista. Todo esto es mucho más difícil de lo que parece.

AYUDA EN CAMINO El Ayuntamien­to dice que la semana que viene dará ayuda psicológic­a a los tenderos

NERVIOS A FLOR DE PIEL “Una mujer vio al afilador y gritó asustada ¡un hombre con un cuchillo!

 ?? XAVIER CERVERA ?? “No estamos bien, pero...”Los profesiona­les del popular mercado no pudieron ocultar que aún se encuentran muy afectados por culpa del ataque
XAVIER CERVERA “No estamos bien, pero...”Los profesiona­les del popular mercado no pudieron ocultar que aún se encuentran muy afectados por culpa del ataque
 ?? XAVIER CERVERA ?? La puerta del mercado. Estas dos turistas se avergonzar­on ayer después de verse sorprendid­as haciéndose una selfie en la entrada principal de la Boqueria
XAVIER CERVERA La puerta del mercado. Estas dos turistas se avergonzar­on ayer después de verse sorprendid­as haciéndose una selfie en la entrada principal de la Boqueria
 ?? XAVIER CERVERA ?? Laura dice, mientras despacha zumos, que no pueden quedarse en casa
XAVIER CERVERA Laura dice, mientras despacha zumos, que no pueden quedarse en casa

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