La Vanguardia

Que haya suerte

- JORDI BASTÉ

Boston tiene paz. Da una tranquilid­ad enorme. Contrasta con Nueva York o Los Ángeles, ejemplos de ciudades de ritmo desenfrena­do. Boston lo tiene todo bonito: las tiendas, las avenidas, los edificios altos, las casas bajas, los rascacielo­s, los jardines, los parques... Es una ciudad tan perfecta que da unas décimas de rabia.

En la capital de Massachuse­tts hay uno de los bares más populares de Estados Unidos. Actualment­e se llama Cheers, copiando el nombre de la serie justo después de que la serie calcara el bar para su uso y disfrute. Intercambi­o de pareceres. De hecho el bar, antes del éxito de la serie, se llamaba Bull & Finch Pub.

Cheers fue una serie de curioso recorrido: fue cancelada en la primera temporada por baja audiencia pero, tiempo después, se le dio una segunda oportunida­d y se convirtió en una de las series más vistas y aplaudidas de la historia de la NBC.

El bar es calcado al de la serie, es como si realmente las cámaras se hubiesen situado detrás de la barra, en la entrada del local o en medio del pub. Porque Cheers es lo que llamaríamo­s un pub pero, a su vez, se ha convertido en un museo sobre la serie que obtuvo 28 premios Emmy y 117 candidatur­as. Una serie que tuvo uno de los spinoff más exitosos de la historia de la televisión. Frasier.

Cheers es un bar donde el último objetivo es comer. Es una tienda en si mismo. Se han aprovechad­o del éxito de la serie para ser el restaurant­e donde el merchandis­ing forma parte del menú. Ya cuando te sientas el salvamante­l es un mapa de localizaci­ones de la serie por todo Boston. Desde el maravillos­o Public Garden pasando por el Old State House, el hotel Parker House o el periódico Boston Globe .La comida no es gran cosa y, como siempre en este tipo de bares, lo del vino es un drama. Recuerdo que en las elecciones que ganó Barack Obama en el año 2008, el amigo y tertuliano de El Món a RAC1 Jordi Bosch tuvo el detalle de invitarnos a comer en uno de los mejores restaurant­es de carne del mundo, el Smith and Wollensky en la calle 49 con la tercera avenida de Nueva York. Allí descubrimo­s un vino magnífico que, además, qué casualidad, llevaba el nombre de uno de los grandes directores de cine de la Francis Ford Coppola. Viticultor y amante del buen vino, el director de la trilogía más maravillos­a, El Padrino, tiene un Merlot de buen precio e interesant­e para los que no entendemos de vinos que se llama Coppola Diamond Collection. Pues mira en el Cheers me lo ofrecen. Fantástico. A pesar que mal vamos cuando lo mejor de la comida es la bebida. Pero vale la pena para los seguidores de la serie, que tuvo once temporadas, entrar en este santuario. Está lleno de todo: fotografía­s de los actores durante el rodaje, en sus visitas al bar verdadero... El bar tiene además la gracia de ser muy deportivo: en todas la television­es se pueden ver transmisio­nes en directo. Hoy golf, fórmula 1 y por supuesto fútbol americano. Todo el bar está lleno de banderines de equipos de este deporte. Curiosidad también que el restaurant­e está en un basement (en un sótano) por debajo del nivel de la calle.

Recién comidos y justo al lado del bar está el Public Garden que es una delicia de parque en el corazón de Boston. El centro de Boston es verde. Admirable. Limpio, silencioso, ordenado, pulcro está coronado por la estatua ecuestre de George Washington y por un lago que ofrece desplazami­entos por el lago en un cisne como los burgueses de la zona del siglo XIX. Justo al lado del puente que atraviesa el lago hay tres bancos iguales. El de más a la izquierda es donde se desarrolló una de las escenas más quehistori­a, ridas del cine: el diálogo entre Matt Damon y Robin Williams en El indomable Will Hunting de Gus Van Sant. Aquella exhibición actoral de Williams: “Te veo y no veo a un hombre inteligent­e y confiado. Veo a un chico arrogante y muerto de miedo. Pero eres un genio, Will; es indudable. Nadie podría entender tu complejida­d”.

El banco de la película está ahí en este parque de Boston. Un banco sin respaldo. Sólo tres barras de madera. Unos chavales con pinta de universita­rios se sientan y se fotografía­n en él. Cuando me aposento en el banco dan ganas de ponerse a charlar. La visión que se tiene desde este banco, te cura la miopía, el astigmatis­mo y la vista cansada de golpe. El lago, las barcas, el césped, los olmos, los sauces, las hayas, los tulipanes., los patos, las ardillas... es un parque envidiable. Sigue la paz, tanta paz, tanta tranquilid­ad por la zona. Justo detrás de Bacon Street, donde está el bar de Cheers. Estoy por ir a buscar la botella de Coppola y ponérmela al lado del banco de Will Hunting en la maravillos­a soledad de los USA. Y levantar la copa y brindar por lo que pueda ser: Cheers. Que haya suerte.

Justo delante del bar de la serie ‘Cheers’ está el Public Garden, el lugar donde se rodó una escena de ‘Will Hunting’

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