Periodistas, no rapsodas
El atentado de Barcelona ha desatado un encendido debate sobre las fotografías que, desde la existencia de las redes sociales, se reabre cada vez que se produce un atentado con víctimas.
La gran mayoría de los diarios españoles y la práctica totalidad de los más prestigiosos periódicos internacionales publicaron en sus portadas una misma fotografía y no fue por casualidad. En ella se veían los cuerpos de personas asesinadas por los terroristas, sin apreciarse sus rostros, en una Rambla inusualmente vacía de paseantes y con varios policías armados en alerta.
El mensaje que ha recorrido las redes sociales es que esa fotografía “no aporta nada” a la información y se ha acusado a medios y periodistas de ponerlas por cuestiones que no tienen que ver con lo puramente informativo, como la morbosidad o el interés de vender más. ¿Quién decide eso? ¿Alguien sin experiencia en periodismo? ¿Aporta algo una imagen de una ambulancia o de un grupo de policías para entender lo ocurrido?
Si en 1945 los medios de comunicación no hubieran publicado las imágenes de los cadáveres apilados en fosas de campos de concentración alemanes, ¿tendríamos la misma percepción de la barbarie nazi o seríamos más tolerantes con esa ideología perversa? ¿Aportó o no algo la icónica fotografía de la niña Phan Thi Kim Phuc, con su piel quemada por el napalm, que hace 45 años se convirtió en el icono de la oposición mundial a la Guerra de Vietnam?
Los periodistas estamos acostumbrados a trabajar con límites y, aunque alguno pueda equivocarse, nos los aplicamos cada día sin que el público lo sepa. El respeto a las personas, y en especial a las víctimas de una tragedia, es algo con lo que trabajamos a diario.
Quienes no pusieron en su portada la fotografía que la agencia Efe hizo llegar a todas las redacciones no dieron a sus lectores uno de los mejores elementos que tenían a su alcance para entender la barbarie. La imagen provocaba horror, sí. Entre esos medios hubo quien evitó la foto en la portada y luego, en un ejercicio de hipocresía, la publicó en páginas interiores. ¿Estaba mal en la página 1 y bien en la 4?
Un periodista, David Jiménez, publicaba el viernes en Twitter una sentencia que sintetiza cuál es el papel de la prensa frente a este debate: “Piden guerras sin muertos, atentados sin víctimas y hambrunas sin hambrientos. Si no quieres periodismo, pon Disney Channel”.
La vida es como es y no como nos gustaría que fuera. El papel de la prensa es explicarlo y la terrible y dolorosa foto de la Rambla era la que mejor daba la dimensión del espanto que sacudió esta ciudad. Había otras. Pero ninguna como esa.
Los defensores de que se oculten determinadas imágenes quizá prefieran poesía, dibujos o lemas en las portadas, pero eso no es periodismo. El jueves, cuando se produjo el atentado, La Vanguardia no envió poetas ni dibujantes a la Rambla. Cada cual tiene su papel en la sociedad. En lugar de eso, esta redacción se movilizó para dar a sus lectores una gran cobertura informativa. Hecha por periodistas.
La terrible y dolorosa foto de la Rambla era la que mejor daba la dimensión del espanto que sacudió esta ciudad