Esteban Linés Bird sigue dando mucho de sí
Sobre el papel, la propuesta de The passion of Charlie
Parker parecía sólo un homenaje bien armado y esplendoroso a la mejor gloria del mítico Bird: algunas de sus composiciones están cantadas por algunos de los mejores vocalistas de la escena jazz y similares de ahora con letras basadas en diferentes capítulos de su vida. Pero una vez trasladada la idea y el posterior proyecto a la práctica, su materialización en forma de disco es brillantemente jugosa. Se trata en sentido estricto en una obra de jazz moderno con acompañamiento vocal, aunque conceptualmente la cosa van más allá.
El interés inicial que podría ser lógico dado el atractivo eterno que siempre despertará el saxo de Parker, se acrecienta al ver que en el proyecto, producido por Larry Klein, aparece una columna vertebral instrumental integrada por buena parte de los músicos que acompañaron a David Bowie en la grabación de su póstumo
Blackstar: el vivaz saxofonista Donny McCaslin, el guitarrista Ben Monder y el batería Mark Guiliana, que acaban transformando el rupturista bebop concebido por Parker en un jazz entre sombras y eléctrico, donde asoman los teclados muy conocedores de Craig Taborn. Y luego está la galería de vocalistas de amplio registro y variado calado popular, comenzando por las siempre fascinantes voces de Madeleine Peyroux y Melody Gardot, aunque quizás las masculinas escarban más en lo distinto, como Gregory Porter o el actor Jeffrey Wright, sublime en So long.