El Ayuntamiento de Girona pone en línea el archivo de Josep Dalmau, el pionero de las vanguardias en Barcelona
Duchamp, ye so que en el jurado estaban l osd os hermanos del artista, junto a Metzin gery Gleizes. “Un desnudo n od esciende ,ser eclina”, l ed ijeron ,au nque después rectificaron ylo expusier one n la Sécti on d ’Or (el grupo cubista).
Dalmau, por medio de Gris, pidió u np refacio aM ax Jacob .El poe tafr ancés lo escrib ióya sí se lo dijo Gris a Dalmau, pe roJa c obera íntimo de Picass o,q uie nn oquería
saber na dad e sus epígono s,y el poeta francés echaba de menos que no hubiera obras de Derain
(qu ep or cierto noe ra cubista), de su “bien amad oM aestro” y de Braque (u nac ita quen o gu stó aPicas so,p u esse consideraba inventor único del cubismo ).A última hora se añadieron obras de Le Fauconnie ryL éger y el catálogo apareció firmado por el cr ítico Jacqu esN ayral, de quien Gleizes había hecho unr etrato. El texto de Jacob, Pequeña guía práctica para el aficionad o al cubismo, apa
reció publicado en La Publicidad. “Te deseo much osp olicías”, escribió a Dalmau el pintor Domingo Carles, que escrib íacró n icasde París para L aVeud e Catalunya.
La prensa catalana recibió con burlas el nuevo ar tec ubista, excepto la intelectualidad enterada del momento, de Juno ya Torres García. Eugeni d’Ors veía con buenos ojos lo que el cubismo aportaba al noucentisme, una sólida estructura geométrica emanada de Cézanne, de acorde con el lema de orden y mesura orsiana. En cambio, arremetió con saña contra el “monstruoso” Nu descendant l’escalier n. 2 de Duchamp, un cuadro que un año después, en 1913, causaría sensación en el célebre Armory Show de Nueva York, la primera gran muestra de arte europeo de vanguardia en Estados Unidos. Hoy es uno de los cuadros fundamentales del siglo XX.
El resto de la exposición era desigual. Duchamp presentó un cuadro anodino, Sonata. Paysage
à Meudon de Gleizes está hoy en el Guggenheim; Nature Morte y Deux nus de Metzinger están en una colección particular y un museo sueco, respectivamente. Gris, que presentó cinco pinturas excelentes, escribió a Dalmau para decirle que no importaba por cuanto vendía sus obras y alegrándose de que hubiera críticas: “Si algunos nos pegan, tanto mejor. Más vale el palo que el silencio”.
En la exposición se vendieron unas pocas obras de Gris, Laurencine, Gleizes y una escultura de Agero. Los artistas protestaron al galerista, quien pretendía hacer pagar a los pintores los gastos de reenvío de sus cuadros a París. Los coleccionistas de Barcelona dejaron escapar una oportunidad –la pintura más cara de Gris costaba 250 pesetas y el desnudo de Duchamp fue adquirido en Estados Unidos por 324 dólares–, que explica por qué la ciudad no cuenta con un buen museo de arte moderno.
El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 y el éxodo de artistas franceses a Catalunya convirtió Barcelona en la capital del arte de vanguardia. Dalmau quiso hacer una gran exposición con Robert y Sonia Delaunay, frustrada por ser demasiado ambiciosa y por las intrigas de la madre
su de Robert, que había puesto u nati en da d e moda en elp aseo de
Gràcia yconsideraba a Dalm auun pob rep rovincia noqu e podía maneja rasu antojo.
El galerista ayu dóaF rancis Picabia, que te níaf amilia en Barcelona, a public arla revista dadaísta 391 y un librod epo emas Cinquan
te-deuxmiroirs, aunque tampoco el hispanocubanofrancés agradeció los esfuerzos del bueno de
Dalmau. E nu na carta a lfo tógrafo y galeris ta A lfred Stieglitz, con qu ien h ab íap ublicado en Nueva Yo rk la revista gemela, 291, despreció la revista barcelonesa y en el primer númer od e 391 que editó de regres oaE stados Unidos, criticó ferozmente alo s intelectuales barceloneses, loq ue le valió la amena zad er ecibir una respuesta físicap orp art ed eJ unoy. La polémica no abandonó a
Dalmau .F uee l primer galerista de Joan Miró ,e n una exposición, en la que recib ió an ónimos –era 1919 –an ombre de“V onD almau”, acompañada de r uptura de dibujos delpi nt orde butante. El gale
ris ta in ten tó la operación de exportar artistas catalanes a París. Nego ció, gr acias a Maurice Raynal, otro crít icod e la banda cubista de Pi casso, la primera exposi
ción Mi róen París, en la Licorne, saldad a co n un fracaso total de
ventas.
En1 922, la galería haría otra exposición histórica. Una gran muestra de Picabia, con prólogo de André Breton, que dio una conferencia en el Ateneu. De nuevo otra oportunidad perdida para Barcelona, no sólo en la adquisición de obras de arte, sino en ponerse en la estela del arte de vanguardia. Era el instante preciso en el que el dadaísmo expiraba para dar paso al surrealismo.
El archivo Dalmau conserva una carta de Pierre de Massot que explica uno de los pequeños misterios de la historia del arte. En 1927, Maurice Raynal citaba en un libro una frase de Miró que ha hecho correr ríos de tinta: “Quiero asesinar la pintura”. En 1928, el artista catalán haría sus primeros objetos collages, pero ¿qué quiso decir? ¿Asesinar la pintura era abandonar la pintura al óleo como había hecho Duchamp o era asesinar aquella pintura que no explora nuevos caminos?.
En 1922, Dalmau pidió un prefacio al escritor dadaísta Pierre de Massot para una exposición con obras de Braque, Léger, Matisse... Massot le respondió que no, porque él considera que “Picabia es el único gran pintor contemporáneo, el único que me interesa, porque todos los días, él asesina la pintura”. Una frase que debió ser ampliamente comentada en Can Dalmau. Asesinar la pintura convencional, reinventarse continuamente, abrir nuevos campos de expresión.
El archivo Dalmau guarda más tesoros, cartas de Van Dongen, Dalí (a quien quiso censurar burdamente una de sus obras), Picasso, Torres García, Raynal, los Delaunay. Kahnweiler... un interesantísimo cruce de cartas con Theo van Doesburg, el pintor odiado por Josep Pla... Josep Dalmau sufrió de pleno la crisis del 29. Murió en Barcelona durante la Guerra Civil, en 1937.