Pecados de inexperiencia
El Girona se adelanta con dos goles de Stuani, pero desperdicia la expulsión de Griezmann
El Girona ya sabe cómo las gastan en Primera División después de ver como se le escapaba una victoria, hasta entonces totalmente inesperada, contra el Atlético de Madrid en los últimos minutos de partido. Hasta el último cuarto de hora el equipo de Pablo Machín dominaba por 2-0 jugando, además, con superioridad numérica por la expulsión de Griezmann. Pero ni así los gerundenses fueron capaces de derrotar a los colchoneros que, si algo saben hacer, es luchar hasta el final, impregnados como siempre por el carácter ganador de su entrenador Diego Pablo Simeone.
Ni el más optimista podía creerse el arranque de los catalanes. Debutantes en la categoría, fueron capaces de superar en todo, de inicio, a su rival. En ganas, en orgullo y en ambición. Y también en fútbol, jugando, además, con la vieja guardia, la que le dio la temporada pasada el éxito del ascenso. Y es que a pesar de la incorporación de una docena de nuevos futbolistas, Machín optó por dar continuidad en el once titular al bloque del año pasado –el mismo equipo, por cierto, por el que apostó para el partido contra el Manchester City del martes en el trofeo Costa Brava, cuando los gerundenses dieron la mejor imagen de toda la pretemporada–.
De hecho, sólo dio entrada de inicio a 4 nuevos fichajes: Iraizoz en la portería, Bernardo y Muniesa –que completó una gran actuación en el eje de la defensa– y Stuani, que vivió su primera gran noche en Montilivi, en la punta de ataque. El uruguayo fue en gran parte el artífice del empate con dos goles marcados prácticamente de forma consecutiva, y los dos de cabeza, para encarar muy bien el partido antes de la media hora de juego. Paradójico que el equipo gerundense se estuviera mostrando tan efectivo en ataque cuando el gol había sido la principal asignatura pendiente durante los partidos de preparación y que Stuani no hubiera hecho diana hasta ayer. Y paradójico también que fuera contra un equipo tan solvente defensivamente como el Atlético, más acostumbrado a dejar la portería a cero que a verse sorprendido por dos goles en menos de tres minutos.
Antes, el Girona ya había avisado con algunos chuts lejanos, obra de Aday y del mismo Stuani, como si de una estrategia, previamente pactada, se tratara. Los de Machín disfrutaban mucho viendo cómo dominaban al rival, sin ningún tipo de miedo escénico, aspecto que históricamente siempre se le ha reclamado en el Girona en las grandes citas. Pero con el paso de los minutos y ya iniciada la segunda parte, el Atlético empezó a dar señales del equipo que es y que lo ha hecho grande en el fútbol europeo. Y curiosamente, teniendo que asumir la responsabilidad del juego, que es como siempre se encuentran más incómodos.
El primero en avisar fue Griezmann con una chilena que rozaba el palo. Pero cuando más peligro estaba creando, el delantero francés vio la segunda amarilla para caer dentro del área simulando penalti, y el árbitro del partido, Martínez Munuera, lo expulsó. La afición, creyéndose con tres puntos en el saco que nunca habría imaginado, empezó a botar en el remodelado Montilivi y a dedicar cánticos hacia su técnico, celebrando que Machín hubiera ampliado esta semana su contrato hasta el año 2019.
Pero fue entonces, jugando con diez, cuando el Atlético se despertó y en el último cuarto de hora tiró por el suelo todas las ilusiones locales. Primero Correa, a menos de un cuarto de hora del final, batía a Iraizoz con un potente chut desde fuera del área que se coló por la escuadra mientras que después, en el 84, a seis minutos para el final, Giménez cabeceó el 2-2 adelantándose a la salida del portero.
En los últimos instantes, el marcador se habría podido volver a mover después de que unos y otros dispusieran de alguna clara ocasión para deshacer el empate, sobre todo el Girona, por medio del nigeriano Kayode, que se estrenó con la camiseta rojiblanca en los últimos minutos, y que vio cómo una mano milagrosa de Oblak impedía que los catalanes debutaran en Primera haciendo todavía más historia.
CON LA VIEJA GUARDIA
Machín apostó por la base del equipo que le dio el ascenso y la respuesta fue muy buena
LA MANO DE SIMEONE
El Atlético apareció cuando se le daba por muerto, haciendo gala de su fama de no rendirse nunca