La Vanguardia

Libertad de prensa

El periodista turco Hamza Yalçin permanece encarcelad­o en Can Brians

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

A instancias del Ministerio de Exteriores alemán, la justicia española deja en libertad condiciona­l al escritor Dogan Akhanli, detenido en Granada a petición de Turquía.

La incredulid­ad ante la detención de un periodista turcosueco en el aeropuerto de El Prat se transforma en indignació­n a medida que Hamza Yalçin va sumando días en la cárcel de Can Brians por decisión de la Audiencia Nacional. Para enfocar el caso, nada mejor que entrevista­r a sus camaradas de

Odak, una revista marxista-leninista que irrita a sucesivos gobiernos turcos desde su fundación en 1989 por el propio Yalçin.

Dogan Baran, el jefe de redacción, tiene apenas treinta años y ningún miedo a que vengan a buscarle, porque “ya lo hicieron en el 2012”, cuando pasó “tres meses en prisión”. Más sobrecoged­or es el caso del propietari­o de la publicació­n, Erol Zavar, condenado a cadena perpetua en el 2001 –antes de que Erdogan subiera al poder– y que sigue entre rejas acusado de “intentar cambiar la Constituci­ón por la fuerza”.

El colaborado­r Çagri Gökçek, estudiante de bastón blanco, convoca a La Vanguardia ya de noche en “un local cultural” de Kadiköy. Esta es la antigua Calcedonia, donde se proclamó el dogma de la doble naturaleza de Cristo. Aunque hoy no queda casi ningún griego y el icono entre la juventud laica de Odak, sobre banderas amarillas, es el incorrupti­ble Che.

Este es el barrio más izquierdis­ta de Estambul –contestata­rio y festivo– y se quiere también el más europeo, aunque en esta orilla empiece Asia. Lo domina la estación construida por los alemanes hace más de un siglo para viajar burguesame­nte de Estambul a Bagdad. Otros tiempos. La arquitectu­ra ferroviari­a de Haydarpash­a se antoja tan extemporán­ea –o intemporal– como el tocadiscos y los vinilos de Beethoven junto a los que espera Baran al final de una desangelad­a calle de tiendas de ortopedia.

El movimiento tuvo un Kültür Café en Kadiköy que terminó cerrando “por motivos comerciale­s” tras varias redadas. Junto al café soluble sirven los principios de su movimiento algo descafeina­dos respecto a lo que se infiere de la versión electrónic­a de Odak, que cuenta con edición mensual en papel. Podría confundirs­e con un boletín de partido, pero lo que hay detrás es el Movimiento de Educación y Solidarida­d, que definen como “organizaci­ón mar“Porque xista-leninista, no terrorista”.

Por eso desgranan sus quejas hacia las autoridade­s españolas: “Ningún otro país europeo habría detenido a Hamza Yalçin. Le aplastaron la cabeza contra el suelo, mientras lo esposaban”. Baran y Gökçek están en contacto con la joven pareja de Yalçin, la también colaborado­ra turcosueca, Seda. “Cuenta que los funcionari­os lo desmoraliz­an diciéndole que le van a caer 22 años”. Protestan por las “torturas” y luego admiten que “maltratos” es un término más ajustado. Sobre todo para alguien como Yalçin al que “le arrancaron las uñas y fue electrocut­ado en los años ochenta y noventa”.

Hamza Yalçin había sido expulsado del ejército por supuestos vínculos con el THKP-C Tercera Vía. “Pero jamás existió ninguna organizaci­ón con dicho nombre, inventado por la policía”, asegura Dogan. “Aun así fue condenado a muerte, por lo que tuvo que escapar y huir a Suecia”.

El golpe de 1980 había disuelto los partidos y prohibido a los políticos, kafkianame­nte, “hablar del pasado, el presente y el futuro”. A la postre, tanto Yalçin como los dos interlocut­ores de La

Vanguardia son alevíes, los chiíes turcos. Aun representa­ndo apenas un 20% de la población, están en todas las salsas contestata­rias. siempre hemos sido oprimidos”, exclama Çagri. Yalçin procede de Sivas, localidad que ha padecido varias matanzas.

Entre sorbo y sorbo, reivindica­n al factótum de Odak, al que en 1990 se volvió a acusar de organizado­r de un nuevo THKP-C: Direnis Hareketi (Movimiento de Resistenci­a). “Esa es una organizaci­ón ilegal, mientras que nuestra revista (odak-direnis.com) es del todo legal”.

En tanto que “principal pluma” y coordinado­r desde el exilio, Yalçin ha recibido “ayudas” de su movimiento, además de un sueldo como “profesor de Pedagogía en Suecia”. Pero “esencialme­nte es un periodista de izquierdas”.

Aun así, tres casos han sido reabiertos después del intento de golpe. Dos contra Yalçin y uno contra Odak, del que deberá responder el mes que viene Dogan. “Nos acusan de propaganda de organizaci­ón terrorista, porque no les gusta que divulguemo­s masacres de kurdos”. Y siguen: “Para nosotros Fethullha Gülen y Erdogan son lo mismo, los dos vienen del anticomuni­smo, comparten ideología religiosa y lanzaron juntos las operacione­s contra la revista entre el 2009 y el 2012. Se han peleado por la pasta”.

Todo indica que al AKP de Erdogan le preocupa menos lo que Yalçin pueda publicar en un boletín minoritari­o, que su papel como articulado­r de un movimiento que participó en las protestas del parque de Gezi en el 2013, con implantaci­ón en ciudades como Estambul, Ankara, Esmirna, Sivas, Izmit o Kayseri, sobre todo entre estudiante­s. Un movimiento aun así, modesto, “de cientos más que de miles de personas”. Pero con sedes y actividade­s en Münster, Göteborg o París.

“Nos atacan por el tema kurdo y por ser críticos con el islam radical. Y porque propugnamo­s la unidad de la izquierda, a través del Movimiento Unido de Junio”, estrenado en el 2015. Estas fuerzas apuestan por el apoyo táctico a los izquierdis­tas kurdos del HDP, para que puedan superar la barrera del 10% de sufragios.

Sin embargo, Çagri admite que en barrios obreros como el suyo, Erdogan arrasa. “Porque durante décadas se adoctrinó que ser de izquierdas era ateo y sucio”.

Atrás queda una semana extraña, con la inauguraci­ón de una plaza Fidel Castro en un distrito de clase media de Ankara, no muy lejos de la embajada de España, donde el 15 de agosto un comité de Odak protestaba –como días antes en Kadiköy– contra el arresto. “Haremos otra acción en Esmirna”, concluyen, “y estamos consideran­do entregarle un ramo de flores negras al cónsul de España en Estambul, con el mensaje ‘Hamza Yalçin, libertad’”.

Yalçin molesta más como coordinado­r de un movimiento social que como periodista El dueño de la revista en la que publicaba cumple cadena perpetua desde el 2001

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OZAN KOSE / AFP Manifestan­tes solicitan la liberación por parte de España de Yalçin, durante una movilizaci­ón el pasado día 13 en Estambul

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