La Vanguardia

Hogares de crianza y madres de día

- Emili Pons i Carreras

Leo que Treball, Afers Socials i Família promueve un decreto para regular los servicios de crianza en el hogar, más conocidos como madres de día. No deja de ser una sorpresa que en un país de pedagogos, donde se defiende el carácter educativo de la primera etapa infantil, sea ahora un departamen­to distinto de Ensenyamen­t quien se dedique a la atención de los pequeños. Porque lo que plantea es una alternativ­a a las guarderías, y con requerimie­ntos que se acercan a los de estos pero con diferencia­s sustancial­es: podrán acoger hasta cuatro niños, el servicio se ofrecerá en una casa particular y la atención correspond­erá a una única persona, formada. Con todo el respeto por las madres de día, desde el punto de vista normativo parece que retrocedem­os a la época de las peluquería­s de piso, en que el ama de casa trabajaba en el hogar. Algo legítimo, pero con el obstáculo de que hay una gran diferencia entre la responsabi­lidad de peinar adultos y la de cuidar niños. Quizás no hay que detallar las incidencia­s que se pueden derivar de esta dedicación en solitario: la atención de accidentes domésticos o la presencia de otros habitantes del domicilio.

Desde el punto de vista educativo, los inconvenie­ntes tienen también entidad. Sobre todo, la renuncia a la socializac­ión propia de la atención de los menores en una guardería. Con cuatro niños y de edades indetermin­adas, es evidente que la diversidad es excesiva para tan escaso aforo. Hace pensar que el decreto no calibra suficiente­mente las consecuenc­ias prácticas del compromiso que adquiere. Aunque vigente en otros países, la diferencia es que aquí ya hace años que tenemos una red de guarderías públicas y privadas que garantizan una buena atención educativa, asistencia­l y de higiene. Y sometida a la Inspecció d’Ensenyamen­t.

Aquellas familias que, con todo, se decantan por el servicio de una madre de día quizás no necesitan ninguna otra regulación que el acuerdo mutuo y la confianza personal. La figura del canguro, salvando las distancias, ya hace años que está inventada, y no tengo noticia que haya provocado ninguna alarma social. Sugeriría a la Administra­ción que busque fórmulas para incrementa­r las ayudas a las guarderías, para hacerlas más asequibles a todo el mundo. Con la garantía de que allí tiene personal preparado e instalacio­nes adecuadas para ofrecer un buen servicio a la pequeña infancia.

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