Un coro con Barcelona en la voz
Los Proms londinenses reciben con calor al Orfeó Català en su debut, con unos ‘Gurrelieder’ dirigidos por Simon Rattle
Cuatro días después del atentado en la Rambla, Londres aún lleva a Barcelona en el corazón. La BBC abría a mediodía de ayer con la misa de la Sagrada Família a la que asistieron los Reyes; The Observer publicaba el seguimiento del atentado en la portada, y The Sunday Times hacía un despliegue presidido por la imagen de la reina Letizia con un muchacho en el hospital. Si se tratara de otra ciudad, es probable que la prensa dominical inglesa se hubiera volcado en otros temas, como los rumores de abdicación de Isabel II. Pero Barcelona despierta aquí todas las simpatías.
No es extraño, pues, que la presencia la noche del sábado en la capital británica del Orfeó Català y el Cor de Cambra del Palau de la Música debutando en los históricos BBC Proms bajo la batuta del gran Simon Rattle resultara también de interés para los medios locales. Se demostró en el concurrido homenaje que antes del concierto rindieron los cantaires a las víctimas de Barcelona, en la entrada del Royal Albert Hall. La BBC, que lo grababa, quiso incluso entrevistar a dos de los miembros del coro catalán. Un coro que ya tiene su conexión inglesa desde que Simon Halsey es su titular. Y, por ende, conexión con el incomparable Rattle. Teniendo en cuenta que el Orfeó y BBC Proms son dos instituciones que compiten en longevidad –el primero celebra su 125 aniversario y el festival su 123 temporada– resulta chocante que el debut se haya hecho esperar tanto.
“Por aquí han pasado muchos coros, ahora ha llegado nuestro turno –dice Simon Halsey–. Una demostración de que estamos al máximo nivel es que Rattle dirigirá por primera vez un concierto a cappella” y será con ellos, en primavera, en el Palau de la Música. Ni que decir que a ambos Simons les une una amistad profunda y 36 años de colaboración. La confianza es tal que Rattle le cedió la batuta en un ensayo.
Pero vayamos a la experiencia del sábado en el Royal Albert Hall, con 360 voces y 140 instrumentos interpretando el ciclo Gurrelieder de Arnold Schönberg. La crème del liederismo se encontraba en los solistas: la soprano Eva-Maria Westbroek, el tenor Simon O’Neil, la mezzo Karen Cargill, el bajo Christopher Purves, el tenor Peter Hoare y el extraordinario Thomas Quasthoff, que hizo un Speaker sensacional, idóneo para ese cuerpo de voz baritonal con el que Schönberg rubricó esta combinación de ciclo de canciones y cantatas.
La London Symphony, cuyo liderazgo asumirá ya de manera efectiva Rattle en cuatro semanas, lucía el necesario despliegue, cuatro arpas, siete trompas, cuarenta violines... todo tipo de percusión, incluidas cadenas... Y arriba, en los enormes palcos, las voces de los coros de la City of Birmingham Symphony, los de la propia London Symphony y los del Orfeó Català. Los tres que dirige Halsey. “Es la primera vez que todos los coros en escena corren a mi cuenta, qué responsabilidad”.
Desde el minuto cero, después de que las 6.500 personas que caben en el Royal Albert Hall tomaran sus asientos –y se notificaran a voz en grito la última recaudación, un clásico en los Proms que es saludado con aplausos–, el silencio en la sala fue sepulcral. Así son las cosas en los 180 conciertos que BBC Proms celebra en 70 días. Rattle pudo dejar ir el sonido transparente de su orquesta, sus idas y venidas energéticas, sin que ni una tos, ni el rozar de un papel (luces encendidas para seguir los textos en el programa) alteraran el natural curso de la música. Los coros, ya muy adelantada la partitura, sonaron sabia y sorprendentemente cohesionados. El Orfeó deja ya notar su evolución a manos de Halsey, uno de los maestros de coro más celebrados de Europa. Y si había diferencias entre británicos y catalanes, no pudo advertirse.
“Los tres coros tienen en común la flexibilidad de los cantantes para ponerse en manos de un director nuevo. Pero son tradiciones distintas: el Orfeó pone emoción y trabaja luego la exactitud, y los británicos comienzan siendo precisos y buscan el sonido”, apuntó Halsey.
¿El final? Emocionante. El público, con la platea repleta por los incondicionales que pagan 6 libras por seguir el concierto de pie, dedicó ocho minutos de aplausos.
Si hubo diferencias entre los coros británicos y los ‘cantaires’ catalanes, no pudo advertirse