La Vanguardia

Orgullo de ser mosso d’esquadra

Trapero envía una carta a los 17.000 policías en la que les agradece el esfuerzo de estos cinco días, que los ha reconcilia­do con la ciudadanía

- MAYKA NAVARRO Barcelona

El jefe de la policía aprovechar­á los elogios para reivindica­r el papel internacio­nal de los Mossos

Cada uno tiene sus coletillas, sus expresione­s de cabecera. Dos de las que acostumbra a citar el major de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, cuando se refiere a la organizaci­ón que dirige son “la conciencia de la dimensión del momento” y la “trascenden­cias de las acciones” realizadas. Las dos aparecen en la carta de cuatro páginas que Trapero envió anoche a los 17.000 policías que en estos últimos cinco días han lidiado con la gestión de su primer atentado terrorista. Las suyas fueron palabras de agradecimi­ento por el esfuerzo, por las horas, por las ganas y la manera que han trabajado, pero sobre todo expresan la voluntad de querer compartir con cada uno de ellos lo que han supuesto estos días para los Mossos como institució­n.

Mucho más allá de los abundantes elogios y piropos que el propio Trapero ha recibido por sus intervenci­ones diarias en los medios de comunicaci­ón dando la cara y contando lo que podía decir y había pactado que explicaría con el juez que instruía la investigac­ión, la ciudadanía, los catalanes, han redescubie­rto a una policía, la suya, que en muchos casos o desconocía­n o miraban con recelo, con desconfian­za.

No han sido fáciles los últimos años de la policía de Catalunya. Llegó a haber un momento, un triste momento, en que mucho más allá del evidente riesgo que supone por cuestiones de seguridad los mossos escondían a su entorno su oficio, su trabajo, su vocación. Era complicado oír a alguien decir: “Soy mosso”. Pero estos días sí, los agentes sacan orgullosos sus uniformes a secar en el balcón.

Trapero lo cuenta en su carta, pero los Mossos lo están viviendo estos días en sus carnes. Gente que se detenía y se acercaba para saludarles, besarles, abrazarles, felicitarl­es, aplaudirle­s. Para hacerse fotos junto a ellos. El major suele comentar en privado la envidia que le produce esa ciudadanía que en las calles de Nueva York se acerca a la policía y se retrata junto a los agentes. Y como los turistas compran y lucen con orgullo las camisetas con los escudos del FBI. Pues algo de eso, pero mucho más emocionant­e se ha vivido no sólo en Barcelona y Cambrils, dolorosos epicentros de la tragedia, sino en muchísimas localidade­s de Catalunya.

Han sido estos últimos unos años muy complicado­s en los que los mossos, muchos, renunciaro­n a la cercanía con una sociedad que cada vez sentía mayor la brecha que los separaba. Fueron los años de las imágenes de la cámara oculta en los calabozos de la comisaría de Les Corts, los tiempos de Esther Quintana y los días en los que la gestión del orden público y especialme­nte las manifestac­iones se hacía de una manera que la sociedad ya no quería, ni permitía.

Testarudo y trabajador, Trapero entró hace 26 años en la policía catalana con la ambición de transforma­rla y mejorarla, y convertirl­a en la institució­n profesiona­l y especializ­ada que ha demostrado estos días, pero sobre todo con valores de humanidad y de proximidad. “Habeis dado tranquilid­ad a todo un país que ahora os mira con total admiración y cariño”, les dice en su carta.

Trapero, sus mandos, pero muy especialme­nte los mossos saben que, tristement­e, estos atentados han puesto a la policía de Catalunya en el foco internacio­nal y la gestión de los diferentes momentos de la gran crisis ha sido más que buena. Y así lo ha entendido la ciudadanía. Dentro de muy poco habrá que volver a analizar y ver cuántas cosas, seguro que muchas, se pudieron hacer mejor: el control de la Diagonal del que logró escapar el autor de la matanza, que es uno de los sucesos, junto a la primera inspección en la casa de Alcanar tras la explosión, que más se han criticado por algunos especialis­tas en seguridad. Pero en líneas generales la gente, la calle, los ciudadanos han reconocido la gestión que ha permitido que en cinco días la célula estuviera neutraliza­da. Trapero sabe mejor que nadie porque lo ha sufrido en sus carnes lo que es ser adorado y odiado. Por eso no va a desaprovec­har el actual idilio de la ciudadanía con los Mossos. Sabe que no habrá mejor momento para reivindica­r lo que siempre ha defendido que era justo: un reconocimi­ento internacio­nal como policía integral de Catalunya y la participac­ión como un miembro más en todos los organismos de cooperació­n policial. Ha llegado el momento.

 ?? XAVIER CERVERA ?? La cara y la voz de los Mossos. Josep Lluís Trapero se ha convertido en el referente de la policía catalana tras los atentados
XAVIER CERVERA La cara y la voz de los Mossos. Josep Lluís Trapero se ha convertido en el referente de la policía catalana tras los atentados
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