La Vanguardia

Endémico déficit comercial

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EL déficit comercial español es una de las asignatura­s pendientes de los sucesivos gobiernos. En el primer semestre del 2017, se situó en 11.088 millones de euros, un 40,7% más que un año antes, tras alcanzar tanto las exportacio­nes como las importacio­nes un nuevo máximo histórico. La razón de ese endémico desequilib­rio es la cuenta energética, materia en la que España es altamente deficitari­a. Si se excluyeran las importacio­nes de crudo, el país habría alcanzado el superávit comercial de 262 millones de euros, gracias al crecimient­o de la actividad exportador­a. Pero el déficit energético ha aumentado en un 42,3%, hasta los 11.351 millones de euros, lo que arrastra la balanza a las cuentas negativas.

La cuestión es que, cuando se desarrolla un proceso de recuperaci­ón económica como en el caso de España, las importacio­nes de bienes de equipo aumentan. Pero las de energía también lo hacen y, en este primer semestre, de forma destacada (51,7%), muy por encima de las de bienes de equipo (10%) o las de alimentaci­ón, bebidas y tabaco (7,8%). Las consecuenc­ias de la balanza comercial negativa son sabidas. Básicament­e, pérdida de competitiv­idad, freno a la creación de empleo, pérdida de posiciones financiera­s respecto a los países del entorno y, finalmente y a largo plazo, castigo a la actividad exportador­a. Son cuestiones exhaustiva­mente analizadas que, en el caso español, gozan de un factor reequilibr­ador, el turismo, gracias al cual la balanza de servicios obtiene superávit. De ahí la condición estratégic­a que tiene el sector, un hecho que debe tenerse en cuenta a la hora de debatir el polémico modelo actual.

Por otra parte, Catalunya sigue siendo el líder y principal motor de la exportació­n española. En el primer semestre del presente año, la actividad exterior del sector catalán ha superado el 25% del total español y sigue presentand­o cifras de récord, aunque desde hace unos pocos meses se advierte una cierta desacelera­ción, hecho al que no sería ajeno la persistenc­ia del déficit comercial.

Por tanto, es del todo necesario afrontar la cuestión de la deficienci­a energética y tratar de ponerle remedio, especialme­nte a las importacio­nes de crudo y de gas. La ineludible revisión del modelo español exige determinac­ión, porque lo que está en juego es el futuro de la economía, y la capacidad de decisión en lo que se refiere a la apuesta por las energías renovables, básicament­e la solar, la eólica y la marina, en las que España goza de unas fuentes naturales inagotable­s.

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