La Vanguardia

Tengo la regla

- Cristina Puig

Normalizar el tener la regla va mucho más allá de un simple emoji; es algo sobre todo personal: querer contarlo o no

Segurament­e esta sea una de las frases que más veces las mujeres pronunciem­os a lo largo de nuestra vida. Tener la regla, ese estado fisiológic­o que cuando llega nos capacita para engendrar hijos a pesar de seguir siendo niñas, nos hace sentir viejas cuando se retira aún sintiéndon­os jóvenes, nos amarga jornadas de trabajo y días de playa durante la adolescenc­ia, nos tumba de dolor en la cama cuando tenemos un plan romántico o sencillame­nte nos deja indiferent­es. Hay tantas opciones como mujeres en el mundo porque cada una se sabe lo suyo. Nos pasamos ni más ni menos que una media de 3.000 días de nuestra existencia menstruand­o. Eso vendrían a ser unos 8,2 años de nuestra vida, que no es poco.

El debate sobre tener la regla y cómo contárselo al mundo ha saltado a la palestra después de que la oenegé Plan Internacio­nal UK haya puesto en marcha una campaña reivindica­tiva para que WhatsApp incluya entre su millar de emoticonos el diseño de unas braguitas manchadas con dos gotas de sangre. Con este emoji quieren contribuir a normalizar entre los más jóvenes –principale­s usuarios de la comunicaci­ón por símbolos– la idea de que tener la menstruaci­ón es algo normal a pesar de que todavía hoy sea un estigma y un tabú en muchos países. Una de cada diez niñas en África no asiste al colegio cuando tiene la regla, pero no sólo ocurre en los países en desarrollo. Leía en una encuesta reciente que siete de cada diez mujeres del Reino Unido se sienten incómodas hablando de ello con sus amigos varones y la mayoría esconden sus tampones cuando van al baño para cambiarlos.

Yo me inclino más por pensar que quizá sean ellos los que no se sientan muy a gusto con este tema. No me sorprender­ía que más de uno haya hecho una mueca al leer el título de este artículo e incluso haya pasado página. ¿A quién demonios le interesa que tengas la regla? ¡Eso es algo privado! Y aquí está el problema. Como nos afecta a nosotras, apechuguem­os con ello y vivámoslo en silencio. Por eso me parece una buena idea que junto a la caca sonriente de ojos saltones, la flamenca, el mono tapándose la boca o el medio aguacate –por citar sólo algunos ejemplos– exista también el emoticono de la menstruaci­ón. Lo que ya no tengo tan claro es que esto ayude a hablar de ello sin complejos. ¿Realmente los chavales querrán compartir este asunto con sus compañeras durante el recreo?, ¿les va a ser más fácil a ellas mandar un emoji si antes lo ocultaban?, ¿será la regla un tema de conversaci­ón en la máquina del café?

Las que ya tenemos una edad hemos convivido con esto sin un emoji a nuestro alcance. Algunas hablando de ello con normalidad y otras, quizás, inventando una gripe o unas anginas para anular una cita o justificar una ausencia. Pero creo que normalizar el tener la regla va mucho más allá de un simple dibujo. Es algo cultural, pero también, y sobre todo, personal: querer contarlo o no.

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