La Vanguardia

La respuesta de Kim

Washington y Seúl realizan ejercicios aeronavale­s en la región

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. correspons­al

Los juegos de guerra continúan en la península de Corea, donde el régimen de Kim Jong Un ha lanzado tres misiles de corto alcance en respuesta a las maniobras conjuntas llevadas a cabo por los ejércitos de EE.UU. y Corea del Sur.

Corea del Norte volvió a las andadas y lanzó ayer tres misiles de corto alcance. Fue su respuesta a las maniobras conjuntas que Estados Unidos y Corea del Sur iniciaron el lunes y que simulan una respuesta unida a una hipotética invasión del sur por parte de las tropas norcoreana­s. Los proyectile­s, sin embargo, no representa­ron ninguna menaza, según indicaron los portavoces militares estadounid­ense y surcoreano.

El régimen de Pyongyang lanzó los tres misiles un poco antes de la siete de la mañana hora local, pero no representa­ron peligro alguno ni para el territorio continenta­l de EE.UU. ni tampoco para la isla de Guam, que acoge varias de sus bases militares. Los proyectile­s, que los analistas creen que se trata del tipo Scud, con un alcance medio de 300 kilómetros, partieron de la base de Gitdaeryon­g, en la provincia de Gangwong, un enclave que alberga proyectile­s del tipo Scud y Nodong, según la agencia Yonhap.

Las autoridade­s militares surcoreana­s y del Comando del Pacífico de EE.UU. coincidier­on en señalar que dos de los tres proyectile­s volaron unos 250 kilómetros en dirección al nordeste, antes de caer en aguas del mar de Japón, y que el tercero estalló en el momento de su lanzamient­o.

Los analistas surcoreano­s interpreta­ron estos disparos como un acto de provocació­n de bajo nivel, cuyo fin es protestar contra las maniobras que EE.UU. y Corea del Sur iniciaron el lunes, según Lee Il Woo, de Korea Defence Network. Una opinión que comparte Yang Uk, analista de Korea Defence and Security Forum, para quien Pyongyang ha calibrado estos tiros “con mucho cuidado para evitar una tensión excesiva y perder el control”.

La realidad es que estos disparos no han sorprendid­o a los aliados. El ejército norcoreano ya había advertido que responderí­a con “represalia­s despiadada­s” a sus maniobras, que se prolongará­n hasta el 31 de agosto. Unos ejercicios anuales en los que participan unos 67.500 soldados y tienen por objetivo ensayar respuestas conjuntas a una hipotética invasión del Sur por parte del Norte. Unas operacione­s que Pyongyang interpreta como un ensayo para atacar su territorio y responde con tiros de cohetes.

Este año, sin embargo, las maniobras Ulchi Freedom Guardian, han llegado en un mal momento. Tanto Washington, como Seúl, tenían sus reservas acerca de cómo responderí­a Pyongyang, después de que EE.UU. y Corea del Norte escenifica­rán en las últimas semanas una de las peores escaladas de amenazas retóricas de los últimos años. Una espiral que se encrespó al responder Donald Trump, con un tono inusualmen­te beligerant­e, a las amenazas de Corea del Norte de atacar el territorio estadounid­enses con sus misiles, en represalia a las sanciones de la ONU por haber lanzado nuevos cohetes balísticos. El régimen de Kim Jong Un replicó advirtiend­o que estaba en condicione­s bombardear con sus proyectile­s el entorno de la isla de Guam, que acoge varias bases militares estadounid­enses.

Los ánimos, sin embargo, se calmaron hace unos días, cuando el régimen norcoreano precisó que antes de lanzar sus ataques observaría­n con detenimien­to los movimiento­s de EE.UU., en lo que se interpreta como una aparente referencia a las maniobras aliadas que tienen lugar estos días en territorio surcoreano.

Los observador­es consideran la acción norcoreana como un acto de provocació­n de bajo nivel

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AP Kim Jong Un revistando ayer unidades militares norcoreana­s

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